lunes, 25 de enero de 2021

"Covid 19, Operación Acordeón" X

 

Así será la ampliación de capital


Disculpe por interrumpir nuestra conversación, señor Presidente. Lo dejamos hablando de destrucción. ¿Me puede decir qué alternativas tenían los Estados antes de la crisis sanitaria para salir de una situación donde la gente, aunque les regalasen el dinero, no quería asumir ningún riesgo inversor o de consumo como consecuencia de una bien fundada incertidumbre vital?  

- No creo que haya habido muchas ocasiones en la historia donde el dinero haya estado tan barato y no se utilizase.

- Lo cierto es que por más crédito que se les ofreciese, los ciudadanos no lo solicitaban. Y el dinero del que disponían lo ahorraban por miedo. 

- Y de repente la pandemia.

- ¿Qué otra cosa le queda que aprovecharla y profundizar en sus efectos destructivos?

 - ¿La destrucción creativa de Schumpeter, como me dijo hace un rato?  

- Sí. Hay demasiadas empresas ineficientes como consecuencia del crédito barato, empresas zombis. El ajuste natural como consecuencia de la pandemia va a liquidar negocios obsoletos favoreciendo la innovación y la concentración económica.

- Empresas mejores, más grandes y más rentables.

- Pero no sólo eso. Ustedes tienen que ayudar a conseguir que sus países se conviertan en algo parecido a un yermo posbélico mediante un proceso de ruina selectiva, consistente en empobrecer a los ciudadanos y familias por el método de suprimir sus fuentes de riqueza.  

- No tengo que hacerlo. Ya se ha encargado la pandemia.

- No creo que haya sido la única culpable. La acelerada destrucción económica es fruto de los confinamientos duros, la técnica que con la mínima fuerza y en el mínimo tiempo logra la máxima desvalorización de capital sin destruirlo. Pura magia. Un confinamiento prolongado es lo mismo que un cierre empresarial porque provoca el cese inmediato de actividades.

- ¿Por qué habla de "ruina selectiva"?

- Porque los estragos deben realizarse sin destrucción física y actuando con mayor intensidad sobre negocios intensivos en mano de obra que viven del consumo que ha quedado estrangulado por los confinamientos.  

- Así se está haciendo, pero eso se debe a motivos sanitarios, no económicos. Sufren más aquellas actividades de gran concentración de personas y donde es obligada la distancia social.

- ¿Entonces por qué se permite la aglomeración en los suburbanos?    

- No podemos parar todo.

- Claro que no, pero el foco debe ponerse en la restricción de las actividades con empleos de bajo valor añadido y que dependen del consumo minorista porque el objetivo es empobrecer, aunque sea temporalmente, a la clase media que aún no depende del Estado y que se niega a endeudarse y consumir. No cabe otra opción.

- Insisto en que no creo que reduzcamos la actividad económica con el afán de perjudicar a unos sí y a otros no. Eso sería perversidad. Quizás sólo estén equivocadas las recomendaciones científicas respecto a los cierres de determinados sectores.  

- Sí. El principio de Hanlon según el cual no culpes a la maldad de lo que puede ser explicado por la estupidez. Pero aquí no hay ni maldad ni estupidez. Simplemente es el plan tantas veces probado: cuanta mayor sea la destrucción hoy, mayor riqueza se creará mañana.

- Pero si pauperizamos a la población ahora la recuperación será muy lenta, pues ¿cómo vamos a recuperar el gasto privado si la gente se queda sin su puesto de trabajo, sin sus negocios o empresas?

- Nuestra urgente preocupación es la gigantesca deuda pública de sus Estados porque supone, entre otras cosas, riesgo de impago y una pesada carga para las futuras generaciones. Sin embargo, para ustedes los políticos no. No les preocupa en absoluto seguir aumentando su deuda para gastar más hoy y que pague la factura el que venga. Ahora bien, sí les quita el sueño la acelerada destrucción económica generada por los confinamientos, que en realidad sólo supone retrasar consumo. Les da igual lo que ocurra mañana porque son incapaces de diferir consumo hoy.  ¡Grandes líderes!

¿La culpa la tengo yo, cuando ud me habla de que hay que empobrecer a la clase media?

- Por supuesto que son los responsables. Si hubiesen permitido que las economías se ajustaran solas de conformidad con el ciclo económico, y no usasen sus Estados para ganar elecciones haciendo clientelismo político, hoy no tendrían las cordilleras de deuda que nos obligan a nosotros a intervenir para arreglar sus desastres por métodos clandestinos y casi esotéricos.

- Sigue sin aclararme el dilema. Si genero pobreza ¿cómo voy a recuperar la economía antes de que se produzca un estallido social?  

- Aquí aparece nuestra contribución realmente innovadora. Aquí es donde abandonamos el s. XX. para entrar en el XXI.

- Le escucho.

- Tenemos dos posibilidades. La primera consiste en cortarles a ustedes el grifo de la deuda gratuita. Se acabó el dinero. Eso supondría el fin del Estado de Bienestar. Si la deflación provocada por la pandemia y los confinamientos ha generado pánico, a pesar de que no ha faltado dinero; imagínese lo que supondría paralizar el gasto público.

- En términos de ortodoxia económica no nos vendría mal un ajuste, pero nuestras democracias no lo soportarían.  

- La inviabilidad política de la primera posibilidad hace que sólo tengamos una solución.

- Veo una única alternativa, esto es, seguir aumentando la deuda a intereses negativos, pero hacer lo mismo no parece una solución. 

- Nada va a ser igual. La solución la tienen delante y no la ven. O no la quieren ver: los Bancos Centrales van a realizar una gran emisión monetaria y ustedes van a hacer llegar ese dinero a los ciudadanos. A todos y sin intermediarios.

- Eso supondrá inflación.

Sí. El helicóptero del dinero llegará a las calles de la ciudad-mundo para celebrar el desfile de la victoria sobre la pandemia.

- ¿A todo el mundo?

- Sin excepción. Se lo darán incluso a los inmigrantes ilegales. Planes sociales generalizados y renta mínima universal. Pero esta vez no será un cuento.

- Habrá resistencias. La gente que trabaja y paga impuestos, no aceptará ganar lo mismo que los que no trabajan.

- No las habrá por la destrucción económica previa. Se emitirá moneda y se distribuirá "urbi et orbi" sin ningún obstáculo porque la población trabajadora ya estará diezmada y lo solicitará. Depauperada la sociedad todos recibirán el dinero como un maná. Los que no consumían por miedo al futuro, no tendrán más remedio que hacerlo. El empobrecimiento generalizado hará posible un largo periodo de inflación.

- Con el aumento del consumo mejorará la actividad económica y habrá crecimiento del PIB.

- Así será, aunque no sé por cuánto tiempo. No obstante, más allá de la momentánea euforia provocada por la emisión monetaria, esto hay que hacerlo porque la inflación es la única forma realista de conseguir que las gigantescas deudas de sus Estados puedan sostenerse. La otra alternativa era deflación e impago de deuda. Dado que ésta última posibilidad es políticamente inviable y la inflación nunca llegaba porque la gente se negó a gastar aunque dispusiese de dinero barato, no queda otra vía para producir inflación que, primero, prolongar la ruina económica iniciada por la pandemia, y después, emitir dinero para poner en marcha la recuperación y reducir deuda pública.

- Podremos recaudar más impuestos sin subir tipos, puesto que se incrementarán artificialmente las bases imponibles al aumentar la inflación.  

- Con la deuda pasará al revés: se reducirá. Si ahora deben un millón de pesos y tienen una masa monetaria de cien mil pesos para pagarla, con una inflación superior, digamos al 3% anual durante un lustro, esos cien mil pesos iniciales se habrán multiplicado y dispondrán de una masa monetaria mayor para pagar la misma deuda de un millón, pues los intereses de ésta seguirán siendo muy bajos.

- Creo que es suficiente. Necesito asimilar esta conversación. Hablar con mis asesores.

- Sí. Espero que entiendan que la pandemia no es el problema, sino el evento que nos ha permitido ejecutar una "operación acordeón" a la economía mundial sin oposición ciudadana y en un tiempo récord.  

- Lo he comprendido. Sin la destrucción económica que ha supuesto el Covid 19 y los confinamientos, no habría sido posible generar un proceso inflacionario aceptado por la población. Y sin inflación no se puede ejecutar la ampliación de capital que necesitaban las economías más desarrolladas antes de la pandemia para hacer sostenible nuestra "megadeuda" e iniciar un proceso de crecimiento económico, aunque esté basado en los débiles pilares de la emisión monetaria.

- Podría ser un buen resumen a tanta conversación. En definitiva, "Covid 19, Operación Acordeón".

- Podremos seguir pedaleando unos años más.

- Sí, de momento no tendrán necesidad de abandonar el pedaleo y romperse la crisma. Mientras tanto nosotros seguiremos pensando en cómo paliar los daños colaterales del pedaleo.

- Entonces seguiremos pedaleando unos años más. 

- Sí, no dejen de hacerlo porque se romperían la crisma. Mientras tanto nosotros seguiremos pensando en cómo hacer para que puedan continuar con esta larga travesía por el alambre. 


Nota para censores y profesionales de la economía, entre otros: como es fácilmente constatable, éste diálogo ficticio no está basado en hechos reales. Cualquier parecido con la realidad será, por supuesto, pura coincidencia. 


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sábado, 23 de enero de 2021

"Covid 19, Operación Acordeón" IX


Año 2020. Comienza el s. XXI


Dado que lo prometido es deuda y yo sí las pago, voy a explicarles cómo y por qué los "genios invisibles de la ciudad-mundo" decidieron convertir el problema sanitario de la pandemia del Covid 19, en la solución para unas economías occidentales que ya no saben cómo crecer y viven de prestado gracias a una gigantesca deuda pública. 

Para ello les propongo un diálogo ficticio entre un atribulado Presidente del Gobierno del Primer Mundo y un as del universo que le explica el plan y cuál es su papel.  

No necesitamos inventar cómo se conocieron. Tampoco es relevante el lugar de la entrevista. No describiré sus caras, ni si son hombres o mujeres. Blancos, amarillos o negros es igual. Las cuestiones de raza siempre suenan a ideologías "suprelacistas".   

Pero léanlo con atención porque quizás entiendan que el primer año del s. XXI fue 2020, el año del "Covid 19, Operación Acordéon".

Sumerjámonos sin más en la explicación de una estrategia de guerra.


- Gracias por recibirme, pero antes de seguir ejecutando las instrucciones que nos han sugerido, creía necesario que me respondiera a algunas dudas porque no termino de entender lo que estamos haciendo. Ni yo ni mis ciudadanos.

- Todo es muy sencillo. Muy simple. Nosotros tenemos fama de maléficos, pero no inventamos nada. La cuestión es que ustedes y su legión de amigos-asesores son incapaces de ver lo que tienen delante de sus narices.

- Yo sólo quiero tener más dinero para pagar los gastos derivados de la pandemia hasta que la cosa mejore.   

- ¿Esa es toda su preocupación?¿A su país le faltó dinero para afrontar la crisis financiera de 2007?

- No.

- ¿Y les ha servido para algo?

- Sí, hemos podido pagar los gastos del Estado.

- ¿Su población ha crecido, su PIB ha aumentado, han puesto fin al paro?

- No.

- Pues eso significa que el brutal aumento de la masa monetaria por obra de los Bancos Centrales no les ha servido para mucho. Podíamos decir que en términos de crecimiento económico ha sido una década perdida. Y sin embargo, me sigue diciendo que su problema es tener más dinero. Más dinero sin intereses, claro.

- Sí. Eso es lo que me preocupa. Tener más dinero gratis para seguir pagando los gastos. Pensiones, funcionarios, salud...

- Si yo fuera un político esas serían mis preocupaciones para garantizar mi supervivencia electoral. Pero si fuese un líder le aseguro que mis inquietudes serían otras bien distintas. De más largo alcance, más patrióticas, podríamos decir. 

- Créame que mi interés en absoluto es partidista. Sólo quiero cuidar de la gente.

- Pues parece que su ansiedad por disponer de más dinero no la comparten ni las empresas ni las familias. Ustedes les ofrecen préstamos muy baratos y no se endeudan ni aumentan sus gastos. ¿No se pregunta por qué ni invierten ni consumen cuando pueden hacerlo a un coste prácticamente cero?

- Es extraño, sí.

- ¿Sólo extraño? Ud seguirá teniendo dinero, vía deuda, para financiar su Estado. No obstante, sus dificultades no son financieras, sino algo mucho más prosaico: cómo va a hacer que la gente tenga trabajo y no se siga empobreciendo, cómo va a conseguir que su país no sufra con la deslocalización de empresas, como logrará que ustedes no se conviertan en un gigantesco asilo de personas cada vez más y más mayores. En pocas palabras, su problema se reduce a que ustedes no crecen, a pesar de disponer de una montaña de dinero para gastar.  

- ¿Y qué hago para lograrlo?

- ¡Ve como tenía razón cuando le decía que no ven nada! ¿Que qué hace? Podríamos decir que lo único que tiene que hacer es seguir las enseñanzas de la pandemia, que se resumen en menos gente para gastar menos y más destrucción para crecer más. Gaston Bouthoul y Joseph Schumpeter le ayudarán a comprenderlo si quiere profundizar. Aunque no puedo ocultarle que también hay algo de nuestra propia cosecha. 

- Supongo que es una broma. 

- Ninguna broma. Pero no tiene obligación de escucharme más. ¿Terminamos aquí la conversación?

- No me acabo de creer lo que estoy oyendo. ¿Menos gente? ¿más destrucción? Yo no voy a matar a nadie.

- Ni yo se lo estoy pidiendo. Le basta con que deje que se sigan suicidando sus ciudadanos. Es suficiente su "laissez faire" con resultado de muerte. ¿Le piden eutanasia? Désela. ¿Le piden drogas? Ya sabe lo que tiene que hacer ¿Quién es ud para limitar su libertad individual?

- No lo hago.

-  En términos demográficos el Covid 19 está teniendo los efectos de una guerra. Con la diferencia que ahora el segmento de población más afectado no es la juventud que engrosa los ejércitos, sino los ancianos que disparan el gasto social de su Estado. Y económicamente no hay duda que reducir la población de mayor edad ya está suponiendo un importante ahorro para su Hacienda. Por tanto, la pandemia le está marcando el camino.  

- ¿Entonces el famoso "laissez faire, laissez passer" ha dejado paso al "laissez faire, laissez mourir"? Aunque yo no dejo que fallezcan los ancianos. Una cosa es la muerte voluntaria y otra la enfermedad.

- En ningún caso he dicho que favorezca la pandemia. Pero me temo que el Covid 19 y nuevos virus seguirán cebándose en los ancianos con independencia de lo que hagan ustedes y sus vacunas.

- Está bien. He entendido que el control demográfico es un elemento esencial para reducir gasto público, y que más allá de eventuales virus chinos, británicos o sudafricanos, la libre difusión de la cultura de la muerte en cualquiera de sus variantes que excluyan la guerra y la violencia (eutanasia, drogas, aborto...) es un eficaz y voluntario método malthusiano. ¿Pero qué pasa con la destrucción? 

- Paremos unos momentos antes de seguir. Tengo que atender una llamada de mi esposa. Tengo a una hija infectada.


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miércoles, 20 de enero de 2021

"Covid 19, Operación Acordeón" VIII


Seis meses después de la última entrega volvemos con otro capítulo de la serie. El octavo.

La repercusión de los artículos reunidos bajo la denominación "Covid 19, Operación Acordeón" ha sido sorprendente para un blog ultraminoritario, pero por las cosas que siguen diciendo los intelectuales del consenso luego de un año de pandemia, parece que debemos insistir en su difusión porque siguen sin enterarse que el Covid 19 no es el problema de la economía mundial, sino la solución. Han leído bien. Es la solución en la que confían las élites políticas para propiciar el crecimiento económico y paliar la gigantesca deuda mundial que, antes del shock sanitario, en 2019, alcanzó la cifra de 255 billones de dólares, un 40% más alta que al comienzo de la crisis financiera de 2008.

Allá por marzo de 2020 se publicó el primer artículo donde literalmente se decía que "el elemento clave (de una "operación acordeón") es la eliminación de la deuda que ahoga el día a día de la actividad empresarial". (...) "Pues bien, el efecto social del Covid 19 es permitir que se le pueda practicar a la economía mundial una "operación acordeón", forzando una fulgurante reducción de capital para cancelar deudas y propiciar una nueva fase de acumulación".

Añadía que "estamos viviendo aún la (fase) destructiva consistente en la reducción de capital porque aún no se ha planteado el momento decisivo de la quita o reducción de la deuda...". "No obstante, ya se está preparando la segunda fase consistente en la ampliación de capital, puesto que en eso consisten los anunciados programas expansivos de centenares de miles de millones que los políticos y las instituciones monetarias vienen lanzando los últimos días".

Diez meses después de la publicación del artículo seguimos en la fase de reducción de capital, también llamada "tercera ola".

Antes de seguir quiero informar a los que tienen noticia por primera vez de la serie "Covid 19, Operación Acordeón", que no estoy defendiendo que la causa de la pandemia sea una malvada conjura mundial, pues aquí sólo se habla de los efectos de la crisis sanitaria y de cómo éstos han sido aprovechados por los distintos actores políticos.  

Aclarado lo anterior, debo insistir en que el nudo gordiano de la crisis económica de los países occidentales reside en cómo controlar el irrefrenable aumento de la deuda pública, que sin embargo es lo único que permite financiar el llamado Estado de Bienestar, al no aumentar otros ingresos públicos porque no crecen ni la economía ni los salarios ni la población.

Cómo compatibilizar la continuidad de los Estados sociales reduciendo la deuda que nos permite mantenerlos, si tenemos el hándicap del invierno demográfico y la anomia económica. He ahí el dilema precovid.    

¿Por qué no seguir haciendo lo mismo -dirán alguno de ustedes- si a fin de cuentas la masa monetaria que producen los Bancos Centrales es adquirida por los Estados y lo pueden continuar haciéndolo de forma indefinida?

Por la sencilla razón de que la medicina puede convertirse mañana en veneno, tal y como dice el gran escritor italiano Carlo Gambescia. Y respecto a la medicina de la deuda, el mañana ya es acuciante presente.

Si la deuda pública a intereses ridículos salvó (medicina) de la quiebra a las entidades financieras (y a sus depositantes) en 2007-2008 por los impagos masivos de hipotecas, también es cierto que la deuda a interés cero no es eterna, hay que devolverla y no es neutral (veneno) entre otras cosas, porque mientras se pagan los costes de la devolución de la deuda, se restan fondos a otras actividades productivas (inversión, innovación...)

Por eso la deuda pública es sólo un medio temporal para favorecer un crecimiento económico que permita no acumular déficits y más deuda.

Ahora bien, el problema de las economías desarrolladas desde finales de la anterior década es que el siguiente silogismo ha dejado de funcionar:

a ) Si los bancos son solventes y recuperan liquidez gracias a la deuda pública, podrán volver a dar crédito.

b) Si el crédito está barato se incentivará su demanda.

Ergo, si los bancos son solventes y aumenta el crédito barato, las empresas volverán a invertir creando nuevos negocios, caerá el paro y se reactivará la actividad económica.

El silogismo no se cumple por varias causas.  

Las familias no se endeudan por la inseguridad en el empleo y los salarios bajos, por el riesgo de quiebra de los sistemas de pensiones y la mayor esperanza de vida. Las empresas tampoco, ya sea por el exceso de regulaciones y de altos impuestos que lastran su actividad, ya sea por las dudas sobre la rentabilidad de los negocios ante la atonía económica y la deslocalización empresarial.

El resultado es que una bruta deuda no tiene como consecuencia un bonito crecimiento.   

Los números no engañan: en la última década la zona euro ha visto incrementar su balance de deuda alrededor de un 120% para crecer un 16%. Japón lo ha hecho aumentar un 325% para crecer un 10%.

Volvemos al principio. La situación de las economías occidentales se resume en una deuda pública gigantesca financiada por la emisión monetaria de los Bancos Centrales para sostener el Estado del Bienestar, mientras la actividad económica sigue paralizada porque el sector privado ha perdido la confianza en el futuro inmediato.

Y lo relevante es que en este contexto absolutamente nada pueden hacer ya los Bancos Centrales. ¿Acaso pueden lograr Yellen o Lagarde frenar el envejecimiento de la población?

Es aquí donde entra el manejo de la pandemia por los Estados como novedoso procedimiento de política económica para solucionar la diabólica ecuación entre deuda insostenible y marasmo económico, demográfico y social.

Pero como el artículo ya es demasiado largo, el porqué la crisis sanitaria pretenden utilizarla como bálsamo de Fierabrás con origen esta vez no en Jerusalén, sino en Bruselas, Pekín o Washington; se detallará en las dos próximas e inminentes entregas.

Lo haré mediante una conversación, apócrifa por supuesto, entre uno de los "genios invisibles de la ciudad-mundo" (¡cómo no citar de nuevo al maravilloso Guglielmo Ferrero) y uno de los atribulados políticos papafrita que fungen de Presidente de alguno de los Estados de nuestro entorno cultural. Elijan al que más les guste. Si encuentran alguno. 

Hasta entonces.  


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domingo, 10 de enero de 2021

GOLPES DE ESTADO SOBRE WASHINGTON

 

Ni vacuna, ni pandemia, ni siquiera confinamiento.

Las palabras clave para entender 2020 serán "operación acordeón" en lo económico, y "golpe de Estado" en lo político.

Sobre la "Operación Acordeón" a resultas del Covid 19 ya me extendí durante todo el año en diversos artículos.

Sobre los "golpes de Estado" propiciados por los confinamientos totales de marzo también, pero creo que merece la pena dedicar un poco más de atención a la idea por mor de aclarar el concepto y entender así mejor su pertinencia para explicar el año que acaba de terminar y lo que está ocurriendo en EE.UU.

 

Qué es un golpe de Estado

 

Desde finales del s. XVIII hasta la fecha, por "golpe de Estado" se suele entender la sustitución violenta, por obra de una facción, de un régimen político por otro.

El ejemplo paradigmático sería el del 18 Brumario (9 de noviembre de 1799) de Napoleón que acaba con la Revolución Francesa.

Sin embargo, el concepto originario de golpe de Estado es muy anterior y tiene una significación distinta.

"En el siglo XVII se llama "golpe de Estado" a la acción que decide algo importante para el bien del Estado y del príncipe, el acto extraordinario a que recurre un gobierno para lograr aquello que concibe como la salvación del Estado". (Louis Marin, "Por una teoría barroca de la acción política")

Con ocasión de la histórica pandemia, 2020 ha contemplado varios acontecimientos políticos en distintos países y áreas geográficas que técnicamente pueden considerarse "golpes de Estado".   

¿Pero cuál ha sido el modelo? ¿El violento y personalista típico del siglo XIX o el que imponía la "razón de Estado"?

Antes de responder a la pregunta digamos que todos los golpes de Estado se basan en la convicción de los autores acerca de su urgente necesidad, y exigen el secreto para que la sorpresa defienda el éxito de la acción.   

Respecto a la fuerza, entendida como conjunto de medidas de presión que pretenden conseguir un fin político respetando o no el orden vigente, resulta imprescindible.  

No obstante, sólo se pondrá atención en la brutalidad del golpe cuando se hace por el capricho de un particular y resulta derrotado. Si es una confabulación de la oligarquía dominante, incluso la eventual violencia que pueda provocar la fuerza quedará sepultada por la solemne "razón de Estado".

 

En USA no hubo un golpe de Estado, sino dos

 

Teniendo presente la necesidad, el secretismo y la fuerza como elementos inseparables de los golpes de Estado, podemos decir que en EE.UU. sucedieron dos.  

El primero es el de la oligarquía partidocrática forzando, por su facilidad para la manipulación, un masivo voto por correo con la excusa de evitar la concentración de los votantes en las urnas al objeto de protegerles del covid 19.

En realidad el fraude electoral del Partido Demócrata se inició hace años en sus propias primarias para liquidar al favorito Sanders en beneficio de la señora Clinton.

Los mismos procedimientos puestos en marcha para embarrar el escrutinio presidencial fueron entrenados a principios de año en sus mismas primarias, donde se paralizaba durante días el recuento de votos sin motivo aparente.  

Dado que en febrero de 2020 Trump fue absuelto por el Senado de los cargos de "abuso de poder" y "obstrucción del Congreso", el fraude electoral fue considerado una alternativa válida para derribar al Presidente.  

"Si nos sirvió para neutralizar a Sanders, por qué no utilizar el mismo método contra Trump" -debieron deducir-

Éste golpe de Estado de la oligarquía partidocrática es de corte clásico, esto es, un hecho  excepcional que ejecuta la élite dominante para lograr aquello que entiende sirve al rescate del Estado, y que coincide con su interés en perpetuarse.

Trump denuncia el golpe de sus enemigos y utiliza todos los instrumentos legales disponibles para contrarrestarlo.

Pero ante el último trámite, cuando el Colegio Electoral tiene que confirmar o no a Biden, Trump decide dar un "putsch" al sistema: consiente que sus partidarios se concentren ante el Capitolio después de arengarles en las proximidades.

El decorado del golpe es perfecto, pues Trump sitúa de un lado a la oligarquía corrupta que pretende incumplir la decisión de la voluntad popular, y de otro al propio Trump que acaudilla al pueblo en defensa de sus derechos políticos violados.

La insistencia de Trump en denunciar el fraude tenía mucho del "juego del gallina"*, y entendió que caer por el precipicio era más coherente con su trayectoria que frenar el coche segundos antes del abismo.

Trump no sabía cómo terminar con dignidad su desafío y el golpe de Estado era la única forma de salvar su reputación.

Ahora bien, conviene insistir que el golpe de Trump no reside en el asalto al Capitolio por una turba sin voluntad ni capacidad de oponerse a las fuerzas de seguridad del Estado; sino en llevar a sus seguidores hasta la sede del Legislativo para coaccionar a éste como último recurso.  

Trump, paradójicamente, congrega a la parte del pueblo alérgico al colectivismo a una concentración de masas galvanizadas por un líder.

El golpe del Presidente americano también fue clásico en cuanto no pretendía subvertir la república mediante la violencia, sino salvarla por medio de un acto extraordinario de fuerza: la presión a los dizque corruptos profesionales del Poder.

 

Consecuencias no previstas 

 

Lo ocurrido nos aporta dos innovaciones.

Por un lado, el Ejecutivo y el Legislativo, en un Estado con división de poderes, dieron dos "putsch".

Lo inaudito no lo encontramos en la invasión teatral de la sede parlamentaria, sino en un golpe de Estado convocado por el Presidente en respuesta al primer golpe de Estado de sus enemigos, que supuestamente querían utilizar el fraude electoral como forma de violentar los resultados de los comicios presidenciales.

Sin duda es un hito histórico porque lo ocurrido revela que los regímenes con división de poderes no quedan libres de los golpes de Estado de ambos poderes como forma de dirimir conflictos.

Han sido los golpes que describe Gabriel Naudé en "Consideraciones políticas sobre los golpes de Estado" (Tecnos) para proteger a la república, no los revolucionarios y violentos que se generalizan a partir del s. XIX. 

No obstante, en el caso de Trump no se sirvió del secreto porque necesitaba anunciar el golpe para que su convocatoria fuese multitudinaria. Esto provocó que sus adversarios tuviesen tiempo para transformar el golpe "trumpista" en un bumerán, por el sencillo procedimiento de facilitar el desborde de la multitud.  

Pero recuerden que también el secreto de los golpes de Estado reside en que se sabe cuándo empiezan pero no cuándo terminan.

Biden será Presidente, Trump no renovará en el cargo, pero está por ver si la audaz para unos, temeraria para casi todos, maniobra política de Trump ha sido inútil. 

Precisamente la segunda novedad consiste en que ha quedado demostrado que el Presidente saliente conserva iniciativa política para organizarse, pues tiene voluntad y capacidad de movilizar al electorado que hasta ahora nunca lo hacía. Es decir, no descarta jugar con los métodos de la izquierda para conseguir objetivos políticos de derechas.

En esto ha sido revolucionario.

Por ello es normal que la élite política aliada con el complejo tecnológico-empresarial formado por las redes sociales y las empresas que las monitorizan en su beneficio, quiera destruirle, arrancar de cuajo el "trumpismo", pues les ha enseñado que está dispuesto a combatir a la izquierda con sus mismas armas (la movilización popular) sin necesidad de que ardan las calles, pero con un objetivo político nítido: si no su destrucción, al menos su control. 

¿Qué hará Trump en la nueva situación política que él ha provocado?

¿Se rendirá o seguirá "jugando al gallina? *


* Juego del gallina: Comprenderán al instante a lo que me refiero si recuerdan a James Dean en “Rebelde sin causa” celebrar con otro joven una carrera de coches en dirección al vacío de un acantilado. El motivo de la disputa era acreditar quién era el más valiente, y el ganador resultaba ser quien frenaba más tarde, el último que se arrojaba del coche justo al límite del precipicio. El que tomaba antes la prudente decisión de parar era el perdedor, "el gallina”.

Trump con su último baño de masas demostró que jamás será "el gallina". Aunque se haya precipitado al abismo. 


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