martes, 14 de enero de 2020

Plebiscito o involución




Vuelvo sobre el asunto no tanto por la polémica generada sino para aclarar lo que significa un plebiscito, pues he encontrado en los que se reclaman liberales una resistencia que creo se basa en un prejuicio.

Esencialmente se ataca al plebiscito porque es considerado un instrumento del populismo, es decir, una exaltación del idealismo y las emociones frente a la defensa de los intereses racionales que debe ser la guía de la política representativa del Parlamento.

Pero cabría recordar que la Constitución Española, por ejemplo, se aprobó mediante un plebiscito. Por tanto, ¿la Carta Magna no debió someterse a la aprobación del pueblo?

Rechazar de raíz los referendos supone eliminar la posibilidad de que los ciudadanos en su totalidad puedan decidir sobre una cuestión de especial trascendencia. ¿Todo debe ser resuelto por el Parlamento, entonces?

Si fuese así, una eventual reforma constitucional podría ser pactada por los partidos y el pueblo no tendría derecho a ser consultado.

Sin embargo, el plebiscito está regulado en el artículo 92 de la Constitución.

Por tanto, es tan constitucional como el resto de títulos y capítulos que componen su articulado, y su regulación es la prueba de que el legislador previó su oportunidad.

Si ha quedado acreditado con el mero hecho de la aprobación de la Constitución en plebiscito que éste tiene una clara función democrática que no tiene que ser confundida necesariamente con el populismo considerado en su acepción despectiva, cabe añadir que el procedimiento para su celebración no es fácil.

Debe ser convocado por el Rey, a petición del Presidente de Gobierno y con la autorización del Congreso, aunque ello no ha sido óbice para que se hayan convocado "de facto" plebiscitos en varias ocasiones.

Véanse las elecciones al Parlamento de Cataluña el 21 de diciembre de 2017. 

Aclaremos que técnicamente las elecciones no tienen nada que ver con un plebiscito, pues éste consiste simplemente en responder sí o no a una pregunta, mientras que en las elecciones concurre un abanico amplio de partidos con distintas ofertas programáticas.

En el plebiscito se decide (sí o no) mientras en las elecciones se elige (éste, ése, aquél).

Ahora bien, los políticos que no pueden convocar plebiscitos porque carecen de la competencia legal, lo que hacen es convertir las elecciones en plebiscitos.

Así, las últimas elecciones al Parlament donde lo que se elegía eran diputados, se celebraron  explícitamente con la finalidad de que su resultado se interpretase como un plebiscito (sí o no a la independencia de Cataluña).

Por tanto, los referendos se convocan "de facto" sin rubor y los ciudadanos votan en elecciones como si fueran plebiscitos.

Con estos datos llegamos al asunto que nos ocupa: Pedro Sánchez y las elecciones generales o legislativas del 10 de noviembre que nos han traído de matute un Gobierno de Coalición frentepopulista.

A resulta de éstas he de advertir a los enemigos de los referendos que han pasado por nuestras narices dos plebiscitos, dos.  

Uno fueron las consultas que se hicieron a las denominadas "bases" de los partidos ERC, PSOE, Bildu, Unidas Podemos... después de las elecciones, con la finalidad de que convalidasen el Gobierno de Coalición o la abstención a la investidura de Pedro Sánchez. 

Aunque ya lo desarrollé en el anterior artículo, baste recordar que los afiliados de los partidos con derecho a voto debieron decidir si ratificaban los pactos de sus dirigentes, por lo que los plebiscitos se convirtieron en condición "sine qua non" para celebrar el Gobierno de Coalición.

Pero el primer y principal plebiscito ocurrió, sin saberlo hasta que el Presidente del Gobierno nos lo descubrió en su discurso de investidura, el mismo día en que se celebraron las elecciones legislativas del 10 de noviembre. Es decir, por arte de birlibirloque, las últimas elecciones fueron, Sánchez dixit, un plebiscito a una "coalición progresista" (sic).

¿No quieres plebiscitos? 

¡Pues toma varias tazas! 

Una antes de las elecciones ("como dijimos antes de las elecciones del 10 de noviembre, en un plazo de 48 horas alcanzamos un preacuerdo para constituir una coalición progresista con Unidas Podemos a quienes agradezco su apoyo") y varias tazas más de plebiscito el mismo día de las elecciones ("nos abrimos en julio a un Gobierno de Coalición con Unidas Podemos, y esa negociación no fructificó. Pero sirve de poco señalar las culpas. Es más útil volver a intentarlo sobre nuevas bases (...) Y ESO HICIMOS PORQUE ESO ES LO QUE NOS PIDIERON LOS ESPAÑOLES Y LAS ESPAÑOLAS EL PASADO 10 DE NOVIEMBRE (?) Eso hicimos. Y acordamos lo que no había sido posible meses antes: unir nuestras fuerzas en una coalición progresista que funcionará como un Gobienro unido (...)". "Los españoles han votado Gobierno, no han votado bloqueo, no han votado parálisis"). Ver desde el minuto 8:32 al 10:13 de su discurso de investidura. 

Ahora bien, el hecho de que el pueblo se entere por su Presidente DESPUÉS de haber votado en unas elecciones legislativas que no, ¡que lo que ha votado ha sido un plebiscito!, ¡una coalición progresista con Unidas Podemos apoyada por los independentistas de toda condición! supone un fraude monumental a todos los ciudadanos. 

El engaño de Sánchez no tiene parangón en la reciente historia del país. 

Recordemos que los dirigentes independentistas catalanes han venido manifestando de forma pública desde 2012 que las elecciones autonómicas catalanas eran plebiscitos. Es decir, los catalanes sabían antes de votar cómo iban a ser interpretados los resultados de las elecciones: sí o no a la independencia.

Sánchez, por contra, es el primer político que ¡después de que el pueblo ha votado! declara que unas elecciones legislativas para la elección de representantes, en realidad han sido un plebiscito sobre sí o no a un Frente Popular. 

Con un añadido esencial. El Presidente que hizo campaña por el "no" a la "coalición progresista" porque él y el 95% de los españoles (lo que incluye a sus votantes) no dormiría por las noches si se diera ese supuesto, una vez celebradas las elecciones considera que el pueblo ha dicho "sí" al Frente Popular y constituye un Gobierno de Coalición no sólo con los comunistas sino también con los separatistas. 

Lo ocurrido es un auténtico trile porque resulta difícil o casi imposible descubrir la estafa al concurrir dos trampas sucesivas: unas elecciones (elección de representantes) transformadas a posteriori en plebiscito (decidir sí o no a una pregunta concreta) y considerar que el resultado del plebiscito fue la victoria del Gobierno de Coalición que el actual Presidente afirmó antes de las elecciones que provocaría el insomnio de la práctica totalidad de los españoles.  

El tahúr es tan fantástico que el pueblo anda buscando todavía dónde ésta la bolita y va yendo de un lado para otro, sonado, entre manifestaciones y concentraciones, preguntándose qué ha pasado y qué puede hacer.

Lo ocurrido no es comparable ni con los sucesos del año 1931. 

Si en las elecciones municipales del 12 de abril de aquél año el pueblo se acostó monárquico y se levantó republicano, en las elecciones legislativas del 10 de noviembre de 2019 el pueblo fue a votar con la garantía de que la mayoría absoluta de los representantes que teóricamente iba a elegir no formarían un Gobierno que dejase intranquilo al 95% de la población, y se levantó descubriendo que en realidad había participado en un plebiscito en el que ganó el sí a un Frente Popular apoyado por los independentistas, esto es, que había elegido el Gobierno que no dejaría dormir ni siquiera a los propios votantes socialistas, según constató antes de las elecciones el ya Presidente de Gobierno. 

Y digo que lo ocurrido no puede compararse con los sucesos del 31 porque en éstos los resultados mostraron una clara división por mitades entre las ciudades y las zonas rurales. Sin embargo, en las elecciones del 10 de noviembre el hoy Presidente reconoció urbi et orbi que la práctica totalidad de los españoles no estarían conformes con un Gobierno como el que él ha perpetrado. A pesar de ello, en menos de 48 horas desde la celebración de las elecciones informó a la ciudadanía del pacto con Unidas Podemos, sin dar la oportunidad a otras posibles fórmulas de Gobierno que permitiesen al pueblo dormir, por ejemplo, un acuerdo de legislatura entre PP y PSOE para apartar a los populares de VOX, que parece ser una preocupación de Sánchez, según expresó en su discurso de investidura. 

Pero la mentira no resulta inocua en política. Ni mucho menos. 


Si después del 31 España convulsionó durante años hasta terminar en una guerra civil, las mentiras de Sánchez tendrán consecuencias políticas inmediatas en cuanto el pueblo, en el que se encuentran sus simpatizantes, tome conciencia del fraude histórico.

Por ello, si fuera consejero áulico de Sánchez le recomendaría que convocase un plebiscito sobre el Gobierno del Frente Popular para curarse en salud en cuanto empiece la movilización cívica al respecto, pues el engaño masivo al pueblo sólo puede ser salvado (lo siento por mis amigos liberales y sus prejuicios) si el pueblo perdona al mentiroso en un plebiscito "ad hoc" en el que venza y demuestre su legitimidad.

Los sistemas políticos deben su fortaleza o solidez a esos "genios invisibles de la ciudad" (Guglielmo Ferrero) llamados legitimidad, que no es otra cosa que el consentimiento socialmente reconocido.  

A día de la fecha, y por mucho que insista su Presidente, el Gobierno de "coalición progresista" no puede presumir de tener ese "consentimiento socialmente reconocido", por la simple razón de que el pueblo vio traicionada la confianza que le prestó al candidato Sánchez en cuanto éste, para ser Presidente, hizo lo que se negó a hacer en verano y confirmó en la campaña electoral del 10-N que no haría: un Frente Popular.     

Por tanto, no puede quejarse de que unos y otros le recuerden su falta de legitimidad hasta que obtenga el refrendo a su Gobierno en un plebiscito.    



Coda para bienintencionados:
Una de las consecuencias de la conversión a posteriori por obra de Sánchez de las elecciones legislativas del 10 de noviembre en plebiscito sobre el Gobierno de Coalición progresista, es haber derogado "de facto" el más poderoso instrumento parlamentario para el control del Gobierno, esto es, la moción de censura.
Si según él ha sido elegido por el pueblo en plebiscito, ¿quién es el Congreso para deponer al Presidente?
Llegado el caso  de una moción de censura, no dudo que éste será su argumento y el de Unidas Podemos para lanzarse a la calle y declarar ilegítimo el Parlamento con objeto de forzar un plebiscito a favor del Gobierno del Frente Popular.
Por paradójico que resulte, a los defensores de la Constitución de 1978, que ha sido declarada disuelta y liquidada por Sánchez y los partidos que le apoyan, sólo les queda un baluarte: la movilización por la convocatoria de un plebiscito sobre el Gobierno de Coalición y ganarlo.
El pueblo debe entenderlo y elegir. Mis compatriotas liberales y bienintencionados de todo color político, también.


twitter: @elunicparaiso

martes, 7 de enero de 2020

Plebiscitar el Gobierno de Coalición


¿Es Pedro Sánchez un Presidente de Gobierno ilegítimo?

Antes de responder prestemos atención a sus declaraciones.   

En su discurso de investidura del sábado 4 de enero manifestó que "como dijimos antes de las elecciones del 10 de noviembre, en un plazo de 48 horas alcanzamos un preacuerdo para constituir una coalición progresista con Unidas Podemos a quienes agradezco su apoyo" (minuto 8:23 hasta minuto 8:36 de su intervención).
Esto es objetivamente falso, pues jamás dijo antes de las elecciones del 10 de noviembre que 48 horas después de la consulta alcanzaría un preacuerdo para constituir una coalición progresista con Unidas Podemos, sino todo lo contrario, como veremos más adelante.

A renglón seguido añadió: "Es verdad que nos abrimos en julio a un gobierno de coalición con Unidas Podemos, y es cierto que esa negociación no fructificó, como todo el mundo sabe. Pero sirve de poco señalar las culpas. Es más útil volver a intentarlo sobre nuevas bases que aseguren las dos condiciones que dificultaron el entendimiento meses atrás: el principio de cohesión y el principio de idoneidad. Y eso hicimos PORQUE ESO ES LO QUE NOS PIDIERON LOS ESPAÑOLES Y LAS ESPAÑOLAS EL PASADO 10 DE NOVIEMBRE. Eso hicimos. Y acordamos lo que no había sido posible meses antes: unir nuestras fuerzas en una coalición progresista que funcionará como un Gobierno unido (...). A partir de ahí lo que hemos hecho ha sido trabajar para sumar a este acuerdo las fuerzas de otras formaciones hasta alcanzar la cifra crítica que permita la constitución de un Gobierno que eche andar esta legislatura" (minuto 8:45 hasta minuto 9:52 de su intervención).

¿El ya Presidente de Gobierno nos quiere hacer creer que los ciudadanos le votaron para que pactara con Iglesias, a pesar de que le habían escuchado en la campaña electoral enumerar los graves riesgos que suponía ese Gobierno de Coalición, tan insuperables que le obligaron a convocar nuevas elecciones antes que cerrar esa coalición?
¿No sería al revés?, esto es, ¿no será que le votaron porque había asegurado que era un peligro cierto el acuerdo con Iglesias y sus "troncos"?

Recordemos sus palabras del 20 de septiembre en una entrevista televisada: "ese Gobierno sería un Gobierno de Coalición donde el problema sería que tendría que haber aceptado, por ejemplo, que el Ministro de Hacienda, el Ministro de la Política Energética o el Ministro que se encarga de las pensiones, de la Seguridad Social, fuera una persona del círculo cercano y de confianza del señor Iglesias con poca experiencia política o de gestión pública. Yo sería Presidente de Gobierno y tengo que reconocerle que sería un Presidente de Gobierno que no dormiría por la noche, JUNTO CON EL 95% DE LOS CIUDADANOS DE ESTE PAÍS que tampoco se sentirían tranquilos. Incluso votantes de Unidas Podemos. Por eso no acepté esa propuesta que me hizo el señor Iglesias".

Si el 20 de septiembre de 2019 dijo que "el 95% de los ciudadanos de este país no se sentirían tranquilos" con un Gobierno de Coalición PSOE-Podemos, ¿cómo pudo decir el 4 de enero de 2020 en el solemne acto de su investidura que un Gobierno de Coalición PSOE-Podemos fue "lo que nos pidieron los españoles y las españolas el pasado 10 de noviembre"?  

¿Sánchez está diciendo que los españoles estamos locos?, ¿cómo es posible, si no, que asegurase el 20 de septiembre que el 95% del pueblo estaba intranquilo con el Gobierno de Coalición y el 10 de noviembre el mismo pueblo votase a favor de la constitución del Gobierno de Coalición de la intranquilidad? 

Por si lo anterior no fuera suficiente para demostrar que Pedro Sánchez mintió al cuerpo electoral, pues dijo una cosa antes de las elecciones del 10 de noviembre y ha hecho exactamente lo contrario después de las mismas, atendamos a lo que dijo el 4 de noviembre de 2019 en el debate electoral con el resto de candidatos: "es evidente que tenemos una discrepancia de fondo con el señor Iglesias sobre Cataluña. El señor Iglesias defiende un referéndum de autodeterminación en Cataluña que lo que va a hacer es partir por dos definitivamente la sociedad catalana. El señor Iglesias y Unidas Podemos defienden que hay presos políticos en España y yo no puedo aceptar eso. En España hay políticos presos por haber quebrado la legalidad democrática". 

Pues bien, a pesar de que el 4 de noviembre deja claro ante millones de personas que lo estaban viendo por televisión que "tiene una discrepancia de fondo con el señor Iglesias sobre Cataluña", Sánchez no sólo pacta con Iglesias sino que también lo hace con otros partidos (ERC y Bildu, entre otros) que defienden lo mismo que éste, es decir, que hay presos políticos en España y que hay que convocar un referéndum de autodeterminación. 

Hasta aquí los hechos.

Volvamos a hacernos la pregunta inicial con un pequeño añadido.
¿Es Pedro Sánchez un Presidente de Gobierno ilegítimo por haber mentido a los españoles?

No me atrevo a contestar a la pregunta porque no sé si los que votaron el 10 de noviembre quieren a un Presidente que les mienta.

Si los electores pensaran como uno de los referentes políticos de Sánchez, el fallecido Rubalcaba, famoso por su frase "los españoles merecen un Gobierno que nos les mienta, que les diga siempre la verdad" (13 de marzo de 2004), el asunto estaría zanjado, pues Sánchez sería un Presidente absolutamente ilegítimo.

Pero cabe conceder al doctor Pedro el beneficio de la duda y considerar que no tenía más remedio que hacer lo que ha hecho, que como él mismo dijo en el Congreso el pasado día 4 de enero, "los españoles han votado Gobierno, no han votado bloqueo, no han votado parálisis. Y nuestra obligación es buscar la mejor solución que pueda lograrse aquí y ahora" (minuto 10:02 hasta minuto 10:13 de su intervención en el debate de investidura).

Ahora bien, ¿cómo resolver el interrogante de si los españoles quieren un Presidente mentiroso o no?

¿Cómo saber si la ciudadanía acepta la decisión de Sánchez de constituir un Gobierno de Coalición con Unidas Podemos apoyado, entre otros, por los independentistas vascos y catalanes, a pesar de que lo había rechazado expresamente en agosto y septiembre de 2019 hasta el punto de que convocó nuevas elecciones el 10 de noviembre y volvió a rehusar el pacto en la campaña electoral de éstas últimas?

Mientras no respondamos a éste interrogante a Sánchez se le puede llamar mentiroso sin ningún género de duda, pero ilegítimo no, aún no.

La solución al enigma la encontramos en el ejemplo político De Gaulle y en el marco jurídico de nuestra Constitución.

A mediados de su segundo mandato, en el año 1969, el Presidente francés convocó un plebiscito para reformar el Senado y reorganizar las regiones francesas con el objetivo declarado de descentralizar el país. El plebiscito no era obligado legalmente, pero consultó al pueblo y anunció que si perdía dimitiría. Lo perdió y cumplió su palabra.

En cuanto al amparo jurídico del plebiscito, el artículo 92.1, Capítulo II del Título III de la Constitución, establece el referente consultivo de todos los ciudadanos, convocado por el Rey, a expensas de una petición del Presidente de Gobierno, autorizada por el Congreso de los Diputados.

Creo que ya estamos listos para contestar a la pregunta que ha motivado el presente artículo y que hemos terminado formulando así:

¿Es Pedro Sánchez un Presidente de Gobierno ilegítimo por haber mentido a los españoles?

La respuesta es que sí es un Presidente de Gobierno ilegítimo mientras no convoque y gane un plebiscito sobre su decisión de conformar un Gobierno de Coalición con Unidas Podemos, con el apoyo pactado de ERC y Bildu, entre otros.

La solución es constitucional y, sobre todo, democrática, como le gusta decir al Presidente hoy ilegítimo.

¿Por qué las bases de PSOE, Bildu, Unidas Podemos, ERC... pueden votar si aceptan o no el pacto para investir Presidente de Gobierno a Sánchez y constituir un Gobierno de Coalición con él, y el pueblo español en su conjunto no?

¿Por qué no puede pronunciarse el pueblo sobre lo que sí se ha preguntado a las prestigiadas "bases"?

¿Acaso son los afiliados de los partidos con derecho a voto quienes ostentan la soberanía popular?

Si según Sánchez el pueblo votó el 10 de noviembre Gobierno de Coalición (?) ¿por qué tienen que refrendar las bases de los partidos (PSOE, ERC, Bildu...) el pacto? ¿Quiere decir Sánchez que si las bases de los partidos hubieran dicho "no" al Gobierno de Coalición no se habría constituido el Gobierno de Coalición que según Sánchez había votado el pueblo? Por tanto, ¿para el PSOE de Sánchez son los afiliados de los partidos las auténticas entidades soberanas?

Por tanto, que las bases del PSOE y de Unidas Podemos y del partido de los herederos de ETA y el de los condenados por sedición, entre otros, hayan podido pronunciarse sobre el Gobierno de Coalición, pero no el pueblo español, es otra prueba de la flagrante ilegitimidad del ya Presidente de Gobierno Pedro Sánchez, mientras no convoque y gane un imprescindible plebiscito sobre su Gobierno de Coalición.

Es muy probable que el demócrata Sánchez no convoque de "motu propio" el citado referendo por ser demasiado democrático. En este sentido, parece que todos estamos de acuerdo en que Sánchez no es De Gaulle.

Pero eso no es óbice para que la movilización civil y política por la convocatoria del plebiscito al Gobierno de Coalición de Sánchez sea el punto de unión de todos los demócratas del país. Desde la izquierda a la derecha, pues si Unidas Podemos, ERC, PSOE y Bildu han consultado a sus bases, ¿acaso éstos, los considerados por sí mismos ejemplos de demócratas, se opondrán a que todos los españoles se pronuncien al respecto?

Estoy seguro que Ciudadanos, VOX, PP, Coalición Canaria, cántabros, asturianos y navarros, a pesar de ser tildados por Sánchez de franquistas, ultraderechistas y antidemócratas, apoyarán esa "vacuna democrática" del pueblo que es un plesbiscito para validar o no a un Presidente mentiroso.

Y hablo de "vacuna democrática" porque el plebiscito que propugno, si llega a celebrarse, cambiaría de raíz las costumbres de los dirigentes políticos y el propio sistema.
El plebiscito modificaría las costumbres de los políticos porque éstos mienten impunemente al cuerpo electoral por sistema. Y el régimen político sería otro porque el pueblo, por fin, decidiría sobre las decisiones vitales que hasta ahora se le hurtan. Como ejemplo, la investidura del Presidente mentiroso.  

Sánchez ha llevado demasiado lejos su mascarada. 
Donde dije digo digo Diego, pero endosa al pueblo las consecuencias negativas del pacto porque él, afirma sin rubor, ha hecho "lo que nos pidieron los españoles y las españolas el pasado 10 de noviembre", a pesar de que el pueblo no ha dicho ni pío aún al respecto. 

Es un Presidente mentiroso por haber hecho lo que dijo que no haría, alegando como única defensa que sólo ha cumplido lo que le ha solicitado el pueblo. 
Al embustero Sánchez sólo puede salvarle de la ilegitimidad un plesbiscito.  

La oposición tiene tarea y un banderín de enganche.

¿Lo tomará para demostrar quién es realmente demócrata y quién no?

¿Luchará por el plebiscito para que el falaz Sánchez no pueda alegar cuando él y su Gobierno de Coalición caigan por el despeñadero que el pacto con comunistas e independentistas lo formalizó porque así lo quisieron los españoles, aunque éstos no se hayan pronunciado? 

Y aún más importante, ¿serán capaces los demócratas de todos los partidos de forzar un plebiscito sobre el Gobierno del Frente Popular para que el pueblo tenga la oportunidad de decir "no en mi nombre"?

twitter: @elunicparaiso