lunes, 30 de enero de 2023

Elogio de la oposición

 

¿Qué es mejor para el pueblo?

¿Un heredero de Sánchez en el Palacio de la Moncloa o una oposición auténtica en el Parlamento?

El título del artículo no deja lugar a la duda.

Veamos por qué.

Considerar que en España puede cambiar algo de lo sustancial por el hecho de que a Sánchez le sustituya Feijoo resulta ridículo.

El gallego no corregirá ningún abuso de los nacionalistas, seguirá con las políticas liberticidas del actual Gobierno en todos los ámbitos, continuará con el cuento de la Agenda 2030,  acatará las decisiones que tomen la OTAN, la UE o los EE.UU., aunque perjudiquen los intereses de España.

Llegar a esta conclusión resulta fácil, pues sólo hay que escuchar al tipo y tener un poco de memoria para recordar sus mandatos como cacique en Galicia.

El motivo de que se sucedan Gobiernos indistintos, con independencia de los partidos políticos que los sustenten, no es otro que la oligarquía hace imposible cualquier alternativa en las agendas políticas del Poder Ejecutivo.

Por tanto, la batalla por el Gobierno como palanca de cambio está perdida de antemano hasta que la fortuna propicie una oportunidad. 

Es más, las tentaciones de la oligarquía para convertirse en despótica son fortísimas debido a las condiciones del estado social egoísta producto de la ideología igualitaria de un solo amo: una sociedad de hombres sin vínculos porque todos son independientes e iguales entre sí, incluido el sometimiento al mismo dueño político. 

En este sentido, cuando hace tres años el pueblo se confinó en sus casas sin protestar la decisión gubernamental de alzar barreras entre los ciudadanos como forma de no "infectarse", era obvio que las conciencias de los hombres iguales de un único amo estaban listas para aceptar la tiranía.

Por tanto, si el pueblo no puede poner sus esperanzas en la renovación del Ejecutivo (la serie histórica desde la Transición nos demuestra que cada Gobierno ha sido peor que el anterior) sólo merece la pena preguntarse si existe una oposición que pueda hacer frente a los vicios totalitarios del Poder.  

¿Pero acaso hay partidos políticos que se enfrentan al egoísmo de la indiferencia del que se alimenta la oligarquía?

A este respecto, hay dos pruebas, una formal y otra material, que nunca fallan cuando se trata de distinguir a un oligarca, aunque ocupe el lugar de la oposición; de un auténtico opositor político.

La formal es muy sencilla: sólo puede ser oposición el grupo excluido por la oligarquía, el grupo sobre el que se ejerce un "cordón sanitario".    

En cuanto a la prueba material, el oligarca sólo habla de lo que hará cuando conquiste el Poder Ejecutivo, mientras el opositor identifica problemas comunes y recluta a los afectados para que puedan actuar sobre la causa del mismo sin necesidad de intervención estatal.  

El primero hace promesas, mientras que el segundo utiliza su influencia para facilitar, sin exigir servidumbre, que los ciudadanos descontentos se organicen para que puedan reconocerse y sentir que trabajando los unos con los otros pueden ser iguales, pero también libres.

En suma, de cara a las próximas elecciones generales olvídense de quién va a ganar, pues esto ya se sabe: los mismos.  

En cambio, vuelvan a preguntarse:

¿Qué es preferible en esta dizque democracia que nos han otorgado?

¿Un candidato que venza a Sánchez, aunque sea lo mismo o peor que Sánchez; o una oposición auténtica que ayude a la fortuna a que la oportunidad de cambio surja?

¿VOX aceptado como un Podemos bis en el Gobierno de Feijoo o VOX ejerciendo de oposición a las políticas de la oligarquía PPSOE?


twitter: @elunicparaiso