domingo, 26 de mayo de 2013

El 15-M grita ¡Pedrooo!


  
            Ante la crisis política y económica que vive el país resulta obvia mi alternativa al régimen vigente: el desarme impositivo de una Comunidad Autónoma cualquiera haría que el país entero se convirtiese en un paraíso fiscal de forma irremediable por mimetismo del resto de territorios, ¿o acaso se imaginan que Murcia sea un espacio libre de impuestos y la Comunidad Valenciana no?
            Semejante proceso conllevaría la muerte del caníbal, del Estado caníbal, por inanición presupuestaria.

            Pero como el catecismo nos enseñó, además del paraíso existe el purgatorio, que en términos políticos debe significar la democracia según Dº Antonio García Trevijano, un Estado peor que el actual o el 15-M.

            El 15-M. ¿Pero qué es el 15-M? porque para saber lo que es la democracia según Dº Antonio sólo hay que leerle, y para descubrir lo fácil que se puede alcanzar un Estado pésimo sólo hay que estar atentos a las propuestas de los blogs más famosos de Derecho y del revés.

            Pero insisto, ¿y el 15-M?, ¿el autodenominado “Movimiento 15-M”?

            En tanto movimiento debiera ser revolucionario, pues lo es toda tentativa de mover la realidad hacia su(s) estado(s) posible(s), que diría el difunto sociólogo Jesús Ibáñez.
            Revolucionario sí, pero tanto como cualquier estrategia que intente provocar cambios, ya provenga del este o del oeste, si se me permite la expresión, porque ya no soporto ni un día más el tostón de derecha e izquierda.

             Por tanto, la denotación de revolucionario no es suficiente, y después de semanas intentando descubrir su signo distintivo lo único que consigo sacar en claro es una cosa y media.

            La media es que algunos de sus integrantes pretenden crear un frente amplio que represente a los “indignados” y a partidos del oeste para presentarse a las elecciones, al estilo del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) que lidera el cómico Beppe Grillo en Italia, y que resultó ser el partido más votado en los pasados comicios legislativos de aquél país.  

            La entera es el siguiente lema que aparece en las camisetas y en las pancartas de la muchachada:

Juventud sin futuro.

Sin casa.
Sin curro.
Sin pensión.

Sin miedo –concluyen-.

            Teniendo en cuenta lo anterior, el 15-M sólo necesita a Pedro Almodóvar para conseguir ser el partido más votado en los futuros comicios legislativos. 
            Y una vez instalados sus líderes en el Poder éstos se pondrían manos a la obra para   obtener “casa”, “curro” y “pensión” del Estado, pues si se lo pidiesen a familiares y/o amigos es seguro que no se manifestarían en la calle, ni tendrían necesidad de presentar una candidatura encabezada por Dº Pedro Almodóvar a las próximas elecciones al Parlamento con el único fin de ser el partido más votado.

            Sus pretensiones coinciden con las de casi todos cuando soñamos, esto es, alguien que nos garantice la total seguridad respecto a un digno nivel de vida, pase lo que pase, por los decenios de los decenios.  

            Ese alguien podría ser cualquiera, por ejemplo los viernes la ONCE y su famoso sorteo del “cuponazo” (¡qué éxito de ventas!) personifican de manera “cumbre” la idea del salvador.
            Pero el “cuponazo”, en el mejor de los casos, sólo premia a un individuo cada semana, y debemos procurar ser solidarios y democráticos, sobre todo por nosotros mismos, es decir, queremos que toque a todos o a la mayoría para que me toque a mí.
            Por eso se necesita un “cuponazo” diario y universal, y hoy por hoy no se les ocurre otro que pueda garantizarle que el Estado, el Príncipe Azul de todo cuento con final feliz.  

            En resumen, el 15-M es un movimiento revolucionario, valga la redundancia, que busca hacerse con el Poder a la manera de Beppe Grillo en Italia para mover la realidad hacia su estado posible, donde la realidad posible para ellos es un Estado aún más grande que el actual porque el que disfrutamos no nos proporciona ni casa, ni curro ni pensión.

            "¿Y para eso he estado leyendo hasta aquí?" –me preguntarán ustedes-.
            Les he dicho que había conseguido sacar en claro una cosa y media no que lo encontrado fuera a ser una novedad.

            No obstante, lo fundamental es saber si el Estado puede darles lo que piden. 

            Teóricamente sí.

            Las casas podrían salir de los casi infinitos inmuebles que acumula el “banco malo”, el trabajo de la contratación de más empleo público y las pensiones…, las pensiones no voy a decir de dónde saldrían no vaya a ser que se enfaden conmigo. Además, ya se lo imaginan.

            Sin embargo, resulta evidente que no podrá hacerlo. Aunque lo intente. 

         Y en esa dicotomía se encuentra el 15-M: la posibilidad teórica y la imposibilidad práctica.
            Por un lado, la eventualidad teórica convierte al movimiento en una fe, la fe en el Estado como Dios terrenal, por encima de cualquier prueba en contrario.
          Por el otro, la agitación provocada por sus deseos de cambio termina en el callejón sin salida de una realidad igual de calma que al principio.

            Del movimiento revolucionario a la quietud del inmovilismo.

            Todo queda en un gran NO, de los que tanto gozaba Agustín García Calvo.

            ¿Movimiento 15-M? Muy divertidos los escraches, sin miedo, pero que pase el siguiente.


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domingo, 5 de mayo de 2013

Mou como ejemplo de que España no aguanta una verdad



           Los habituales del blog quizás se sorprendan de que dedique un artículo a un entrenador de fútbol.

            Pero como decía un sabio profesor “hay muchas formas de llegar a casa”, y analizar la situación hoy, 5 de Mayo de 2013, de Dº José Mário dos Santos Mourinho Félix, es la mejor forma de entender cómo está España y cómo estará mañana. 

            Caído su equipo por tercer año consecutivo en las semifinales de la Copa de Europa, con alguno de sus jugadores rebelados públicamente contra él, que el entrenador aún se siga jactando delante de la prensa hostil de que “no ponga a jugar a vuestros niños queridos es correcto” o  que declare que “los problemas existen cuando alguno piensa que está por encima del resto”, sólo puede resultar escandaloso en un país que no resiste una sola verdad.

            La verdad del mérito, del esfuerzo diario sin esconderse en los derechos adquiridos, de la responsabilidad.
            La verdad de que unos deben mandar y otros obedecer (“primero está mi personalidad. Inmediatamente el jugador debe someterse a mis exigencias, cumplir mis expectativas. Los clubes cambian de técnico demasiado rápido. Es esto lo que da poder a los jugadores, al vestuario. Eso es muy peligroso”. Sir Alex Ferguson en entrevista al diario “El Mundo”, 2 de Marzo de 2013).

            Que la opinión pública (incluido su seleccionador nacional) exija que juegue un portero de fútbol que se encuentra en mala forma física porque su glorioso expediente le ampara, es la consecuencia lógica de un país donde el 40% de los estudiantes entre 16 y 18 años aspiran a convertirse en funcionarios para ganar 2.000 euros mensuales desde el primer mes (sic).
            El mismo país donde un sinfín de desfalcos mil millonarios de fondos públicos son disculpados por la clase política alegando un lacónico “no sabíamos lo que ocurría”, y a seguir robando porque llevo veinte años haciéndolo.  

            Mentira y verdad, verdad y mentira. Dos formas de estar en la vida que no pueden compartir un mismo espacio demasiado tiempo. Es imposible. O se miente o se dice la verdad, aunque no sea más que por el hecho de que la definición más precisa de mentira es la de faltar a la verdad.

            El entrenador eligió decir la verdad (“Pedro León hace dos días jugaba en el Getafe, no ha sido convocado un partido y parece que estás hablando de Di Stéfano. Tiene que trabajar para jugar”).   
            En España el que toma esa decisión es un imbécil, un paria del que no debe quedar ni la memoria, pues sólo es moneda de cambio la mentira, por ejemplo, la mentira de que "la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado" (art. 1.2 de la Constitución).  

            Si dices que tu cancerbero es un traidor porque objetivamente es un traidor (“los jugadores no se llevan bien con Mourinho”, afirmó la novia en una televisión extranjera) estás perdido porque te acusarán de buscar el enfrentamiento, de dividir.

            En cambio, si aseguras que el portero traidor es un ejemplo para los niños y no juega porque su entrenador le tiene tirria, te ganas el derecho a vivir en el cuento de Alicia en el País de Saniker Casillas.

            España, su régimen impostor, no resistiría que el Presidente de un equipo de fútbol amparase a un jefe que hace su trabajo y despidiera, por una vez, a felones, a desobedientes, a vagos.

         Semejante ejemplo sería una llamada al orden, un regreso a la verdad, que el sistema no podría soportar, pues si el club deportivo más importante del mundo lo hiciera, al día siguiente la gente empezaría a pensar que quizás se pudiese hacer lo mismo con toda la clase política sin excepción. "Yes, we can".

            No, la situación del país no aguanta ni una verdad, aunque venga de un entrenador de fútbol.

            España sólo puede escuchar que es una democracia y que Mourinho es una suerte de diablo que ha venido a sembrar la discordia en una hinchada feliz llena de héroes siderales.  

            Ahora que se ha abierto la caza del hombre el portugués volverá a preguntar su famoso por qué.
            La respuesta es sencilla: no es un asunto personal, es que en España está proscrita la verdad.

            Mis respetos y mi admiración, Dº José.
          
            
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