martes, 20 de diciembre de 2016

El Directorio Trump-Putin


    Cuando los antitaurinos miembros del Politburó podemita andan ocupados en organizar un "happening" en una plaza de toros (¡qué paradoja!) para decidir quién tendrá que seguir contando mentiras, el fin de fiesta del que hablé hace unos años vive su esplendor dejando ver su ocaso. 


     Más que nubarrones se otean ya en la decisiva Francia, donde la izquierda "podemuá" cree que la resurrección del obrerismo reside en el musulmán, ¡quia!, tal vez porque los trabajadores galos hace años que convirtieron al Frente Nacional en la última barricada antes del enfrentamiento civil precisamente contra el proselitismo musulmán.

    Por su parte, los socialistas caviar de Hollande y Valls no tendrán más remedio que guarecerse en las sotanas de la derecha católica de Fillon como mal menor.

     La izquierda en Europa es incapaz de comprender que "el juego del gallina" del que participa con desigual entusiasmo es el responsable de su destino manifiesto: el abismo.  
    En realidad habría que corregir la afirmación anterior, pues no entiende que "el juego del gallina" es la causa de sus males..., hasta que se produce lo que he llamado "ataque parto", es decir, la inminencia del precipicio que les hace retroceder a unos y estrellarse a los que siguen practicando el maléfico juego de la demagogia política.

   En España, el "ataque parto" para el PSOE fue el trastorno mental transitorio del anterior Secretario General empeñado en formar Gobierno con Podemos y los independentistas, que no dejó más alternativa a los miembros de su partido que no quisieron secundar sus pulsiones suicidas que declararle incapaz y abandonarle en el barranco para que le recogiese "el público que tanto me quiere" a modo de primeros auxilios previos a la extramaunción. 


   ¿Será su práctica desaparición institucional luego de las próximas presidenciales y legislativas el "ataque parto" de la izquierda gala? 

    Presumiblemente sí.

  ¿Pero por qué la autotitulada izquierda tiene que asomarse al despeñadero antes de asumir la evidencia de que la política entendida como taumaturgia ("politaumaturgia") fracasó?
                
     Francis Fukuyama se hizo famoso con su famoso libro-teoría de 1992 que anunciaba "el fin de la Historia" por el triunfo de las democracias liberales, aunque la Historia desacreditaría su tesis hasta el punto que el mismo autor rectificó.

   Sin embargo, yo no me haré famoso proclamando que los sistemas de competencia electoral han conducido al fin de la política llamada democrática o demagogia, aunque la Historia se empeñe en darme la razón una mañana sí y otra también.  

    ¿Vanidad del bloguero?

    Salgamos al balcón para comprobar que no.

   Rex Tillerson, mandamás de la multinacional del petróleo Exxon Mobil, será el próximo secretario de Estado de los EE.UU.

    Amigo de Rusia hasta el punto de que Putin le entregó en 2013 la Orden de la Amistad, muñidor de la alianza estratégica entre Exxon y la empresa pública rusa del petróleo Rosneft y nula experiencia política. Nula total.

    ¿Valedores de Tillerson como secretario de Estado?

 Robert Gates, secretario de Defensa del demócrata Obama, Condoleezza Rice, secretaria de Estado con el republicano Bush, y por supuesto Trump, Donald Trump, el ni republicano ni demócrata que dijo aquello de Crimea para los rusos.

  El nombramiento del señor Tillerson nos señala más allá de toda duda razonable que el mundo está listo para ser gobernado por un Directorio similar al que siguió al periodo del Terror de la Revolución Francesa, cuya máxima será la sin duda mayor aportación española al pensamiento político en más de cien años, la irónica frase atribuida a Franco: "haga como yo, no se meta en política".

   En 1795 como en 2016, esto es, del clamor demagógico a la hibernación de la política.

  El Directorio Trump-Putin (supongo que la discreta China se incorporará siguiendo la estela del oso ruso) tendrá como objetivo principal neutralizar políticamente la "politaumaturgia", sucedáneo de la política consistente en reunirse cuantos más mejor en San Francisco, en Grozni o en "Vistalegre" para engañarse y engañarnos proclamando el fin de la dura realidad y su sustitución, gracias a la mediación de bufones como Iglesias o Grillo, por un mundo mágico en el que no habrá ni heteropatriarcado ni fronteras, donde existirá el derecho infinito e indoloro a la secesión de los países y el derecho universal y gratuito a la vida loca.  

     ¡Mira que lo veníamos avisando!: la taumaturgia como rama de la política no puede ser y además es políticamente imposible.


Coda europea: Me preguntan los seguidores en twitter en qué lugar queda la Unión Europea.
Postrada voluntariamente ante el yihadismo mahometano, Europa es hoy un protectorado del Directorio EE.UU.-Rusia que predijo Tocqueville. 
Nos debatimos entre el "no puedo, no puedo, no puedo" y el "no quiero, no quiero, no quiero".
Y es que la Unión Europea es el Chiquito de la Calzada de la política internacional.

                             
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jueves, 17 de noviembre de 2016

España la excepción excepcional


Para Domingo González, pensador excepcional del mimetismo


La manifestación de hace unos días en Barcelona en la que miles de personas apoyaban la desobediencia de los más altos cargos políticos de la región a las leyes españolas ratifica lo evidente: los independentistas de Cataluña se consideran una excepción.

¿Pero qué es la excepción?

No creo que nadie, aunque tenga apego a la rutina, pueda oponerse a lo insólito.

Es más, como ya dejó dicho Carl Schmitt, la excepción no sólo confirma la regla, sino que ésta vive de aquélla.

Y es que incluso en el lugar privilegiado de la norma, el Derecho, todo son excepciones.  

Así, frente a las acusaciones, la defensa del reo lo único que expone y solicita son atenuantes y eximentes, causas que impiden la aplicación de la ley al caso concreto o que motivan que se ejecute de una manera distinta de la habitual.

Bajo estas circunstancias, la excepción se plantea como administración "justa" de la regla.

Acabáramos: lo justo es la excepción.

Esto es lo que vienen a decir los catalanes sediciosos.

La cuestión es por qué la respuesta de los españoles a los independentistas no se plantea desde el punto de vista de la peculiaridad.  

La excepción no debe considerarse sólo como elemento antijurídico que viene a quebrar las normas, sino también como factor no previsto en la regularidad de las leyes humanas y divinas.

Si España como nación tiene un sinfín de argumentos para oponerse al separatismo, también está en una posición favorable para dar la batalla donde los levantiscos se creen seguros, esto es, la reivindicación de lo raro, el derecho a la novedad.    

Y para ello España debe presentarse como la excepción máxima.

Un hecho como España ocurre rara vez, pues lo que hoy consideramos la normalidad de la nación española nace de múltiples excepciones consistentes en la decisión de poner fin al desorden natural de las cosas en distintos momentos históricos.  

Con el añadido de que lo logra: España es la excepción a la rutina (nada es más habitual que el caos) porque a la decisión le acompaña el éxito de hacer posible el cumplimiento regular de sus leyes durante siglos en un territorio que considera suyo. 

¿Cabe mayor extravagancia?

Se puede entender que otras excepciones quieran oponerse a España por considerarla añeja o capitidisminuida.

Pero sin el planteamiento de España como "excepción excepcional" la batalla política sobre la unidad del país empieza el partido perdiendo dos a cero.

No entro a discutir si la geografía que hoy reclaman para sí los sediciosos fue o es una excepción, porque de lo que no hay duda es que si lo fuera ha sido fallida. Tanto histórica como política como ideológicamente.

España supone una auténtica excepción frente a esa pretendida singularidad catalana, que en realidad no deja de presentar una monotonía indiscutible, esto es, el hábito de Cataluña de fracasar como entidad política independiente.

¿La sucesión de frustraciones del "hecho diferencial" catalán modelo de éxito, ideal a perseguir?  

Me quedo con la locura de la excepción española que creó su propia mesura: España.


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miércoles, 12 de octubre de 2016

El único paraíso fiscal será... EE.UU.


Debo a la bonhomía del eminente profesor Domingo González haber repasado la eventual actualidad de la propuesta política que se recoge en mi libro "El único paraíso es el fiscal".

Con motivo del monográfico que le dedicó en su programa radiofónico "Platón regresa a la caverna", http://www.ivoox.com/platon-regresa-a-la-caverna-11-10-2016-el-unico-audios-mp3_rf_13276662_1.html#comments  tuve que releerle intentando poner a prueba la trabazón de un argumentario provocador en tanto que novedoso.

No hubo sorpresa, pues pasados dos años desde su publicación el pequeño libro resiste el paso del tiempo porque contiene los fundamentos políticos, económicos y jurídicos suficientes para sustentar una alternativa realista al Estado Caníbal.  

Los argumentos de autoridad que sacó a colación el profesor González (algunos de los cuales yo desconocía) para reforzar las ideas que en la obra se contienen dan fe de lo anterior.

Aprovechando la circunstancia radiofónica quise ponerme al día sobre las vicisitudes de los denostados paraísos fiscales, lo que me permitió tener conocimiento de una noticia que sí me dejó estupefacto. 

La reunión del Club Bilderberg celebrada en Dresde (Alemania) entre los días 9 y 12 del pasado mes de junio, tuvo entre sus temas estrella una ponencia en la que, a iniciativa del ex-secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, ¡se defendía la conveniencia de que Estados Unidos se constituya en el único paraíso fiscal del mundo!

La noticia fue publicada por "El Confidencial Digital" el 6 de junio: http://www.elconfidencialdigital.com/dinero/papeles-Panama-protagonizan-Club-Bilderberg_0_2721927808.html

A fuer de ser sincero tuve que leerla hasta tres veces.

Ni en sus más delirantes sueños podía imaginar el autor de "El único paraíso es el fiscal" que su vanidad fuera colmada "ad eternum" ni más ni menos que por el doctor Kissinger, odiado por la izquierda paleolítica y también por la ultramoderna, y admirado por quien esto escribe desde que leyó su monumental "Mis Memorias" (Ed. Atlántida, S.A., 1979).

El motivo alegado para transformar a EE.UU. en un paraíso fiscal es la seguridad, pues se considera que la democracia americana es el único sistema político que haría compatible la baja fiscalidad y el control de los capitales delictivos.  

¡Eureka!

De repente, el programa de ruptura política contenido en mi libro deja de ser una "boutade" para convertirse, gracias a la carta de naturaleza otorgada por el discreto pero influyente Club Bilderberg a los paraísos fiscales como forma política, en la auténtica alternativa a los Estados Caníbales que en el mundo desgobiernan.

Sigo pensando que España reúne todas las condiciones para ser un ejemplar paraíso fiscal dirigido por un Gobierno Limitado.  

Ahora parece que el Imperio USA también sería un lugar idóneo.

Sea como fuere, por obra y gracia de Kissinger y su distinguido sanedrín de amigos está confirmado: el único paraíso es el fiscal. 


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domingo, 2 de octubre de 2016

Ataque parto


Sánchez quería pactar con los chavistas de Podemos, Puigdemont es rehén de los racistas de las CUP (¿dónde quedó el "moderado" Antonio Baños?) y el jefe de Podemos, Leniglesias, es  acusado de centralista por su socia andaluza.

Aunque me repita, debo insistir por enésima vez que en los sistemas políticos con competencia electoral no hay otra ley que el "juego del gallina", o lo que es igual, el loco gana y el cuerdo pierde..., salvo que se neutralice el macabro juego, como vimos ayer.   

Dejemos por un momento la actualidad y retrocedamos para ilustrar lo que nos ocurre al año 1935 en el que el teólogo católico Erik Peterson publicó un libro titulado "El monoteísmo como problema político" (Ed. Trotta, Madrid, 1999).

La intención del pequeño tratado era probar la imposibilidad teológica de la "teología política", tesis que dio pie años más tarde al Concilio Vaticano II, esto es, a una Iglesia católica subordinada al sueño laico del fin de la historia gracias a la democracia y el liberalismo.

Uno de los críticos más acerados de Peterson, el también teólogo Hans Barion, denominó al libro del primero "ataque parto" por cuanto liquidaba siglos de teoría y praxis teológica.

Pues bien, el intento de Sánchez de formar un Gobierno "transversal" con chavistas y separatistas que ha liquidado al PSOE de la Transición ha supuesto el "ataque parto" para la situación política española.

"Ataque parto" provocado por el factor constitutivo de los sistemas políticos contemporáneos: el "juego del gallina". Esa absurda competición entre los políticos por ver cuál de ellos frena más tarde ante la inminencia del abismo, por cuanto el ganador es el que niega el riesgo y se comporta siempre de manera irresponsable.* 

El 31 de mayo de 2015 publiqué un artículo en este blog donde, disculpen la autocita, vaticinaba lo siguiente:

         "Por desgracia ningún país está libre de tener que afrontar a lo largo de su historia  partidas decisivas del "juego del gallina", aquellas donde uno de los jugadores no teme el suicidio en su lucha por ganar.          
       Lamentablemente España tendrá que jugar una en los próximos meses. Y habrá que jugarla para neutralizarla.  

     Como en toda gran competición sólo habrá dos bandos.

    Uno lo integran los Populistas que se consideran Ilustrados, que ya están organizando su Frente Popular, que no es más que una Gran Coalición de izquierdas.

     El otro grupo estará formado por los enemigos de  aquéllos, que conformarán otra Gran Coalición, en la que no faltará el PSOE aunque Pedro Sánchez aún no lo sepa o finja no saberlo".


Durante más de un año se ha intentado evitar jugar la diabólica partida intentado atraer al loco al redil mediante la absurda táctica de introducirle en las instituciones (pacto en el Ayuntamiento de Madrid y en distintos gobiernos autonómicos y locales).

Me atrevo a utilizar la palabra "absurda" porque el irresponsable se retroalimenta: cuanto más consiga, cuanto más poder acumule, con más urgencia quiere TODO. Y es que la dinámica del "juego del gallina" no tiene fin..., hasta que uno de los jugadores termina en el precipicio o se neutraliza el juego.

Como decía el gran escritor político italiano Carlo Gambescia también en este blog a cuenta de los políticos insensatos, "la política siempre se venga".

Y ayer se vengó a modo de Sánchez, el que desató el "ataque parto" jugando una auténtica partida del "juego del gallina" como forma de vencer a Rajoy y a los críticos de su partido, que acabó en su muerte política.

Sánchez, después de meses de parálisis tomó la decisión de iniciar el Gran Juego: el PSOE encabezaría el Gobierno de los podemitas con el apoyo de los separatistas en la creencia de que él podía evitar el abismo que le auguraban sus barones y el PP. 

Su planteamiento no dejaba lugar a dudas: llevaré el coche (el PSOE) hasta un centímetro antes del abismo (la ruptura del país) y ganaré (el Gobierno de España). Y os aviso que si no lo consigo despeñaré el coche y yo con él.

Su intento de convocar un Congreso Extraordinario con el objeto de hacerse reelegir y tener carta blanca para poner en marcha su estrategia fue el punto de no retorno y el testimonio de que la apuesta de Sánchez iba en serio, de que la amenaza de destruir el coche si no le seguían era cierta.

La respuesta de los críticos de su partido pasará a la historia política de España.

Ante la evidencia de que la partida había que jugarla, de forma inopinada los patriotas del PSOE no secundaron a Sánchez y dejaron que se suicidara él y reventara su coche. Porque el PSOE de Sánchez acabó ayer.

Lo fácil a corto plazo hubiera sido acompañarle en su viaje al abismo ante el riesgo inmediato de que el insensato destruyese el vehículo si no le apoyaban.

Pero de forma heroica, pues se opusieron a un líder elegido por la militancia, le dijeron que "no" a fuer de ser estigmatizados como golpistas.

Y Sánchez, estupefacto ante semejante osadía de sus compañeros, hizo caso a la recomendación de sus padres de que había que hacer honor a la palabra dada, cumplió su amenaza y se precipitó al vacío, destruyendo con él al PSOE del Gobierno transversal.

El PSOE con la "E" de España se salvó ayer, al menos de momento, pues el partido resultante del "ataque parto" es ya otra organización. 

Ya no es el PSOE de los separatistas ni de Podemos. 

Pero tampoco es el PSOE de la Transición, pues el "ataque parto" ha dado a luz un Partido Socialista dispuesto a formar de manera directa o indirecta una Gran Coalición con el PP, lo que ya fue vaticinado ¡en 2012!
El PSOE se ha visto en la obligación de jugar al gallina y ha pagado su precio: el conductor imprudente (Sánchez) ha muerto en el intento, y para sobrevivir el Partido Socialista se ha incorporado al coche del que antes era su enemigo (el PP). 

Sí Carlo. La política se vengó.

Y el "juego del gallina", ayer, perdió.

Pero habrá más partidas. Y habrá que ganarlas.


Juego del gallina: Comprenderán al instante a lo que me refiero si recuerdan a James Dean en “Rebelde sin causa” celebrar con otro joven una carrera de coches en dirección al vacío de un acantilado. El motivo de la disputa era acreditar quién era el más valiente, y el ganador resultaba ser quien frenaba más tarde, el último que se arrojaba del coche justo al límite del precipicio. El que tomaba antes la prudente decisión de parar era el perdedor, "el gallina”.


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sábado, 3 de septiembre de 2016

Sánchez fríe empanadillas y terminará quemando Móstoles


Transcurridas 24 horas ya puedo ratificar que apenas nadie ha llamado la atención sobre el que considero principal comentario de San Sánchez Bueno Mártir durante su intervención parlamentaria de ayer por la tarde.

Vino a decir que si Rajoy traía al Congreso un Decreto para mantener el poder adquisitivo de las pensiones su partido lo aprobaría, a pesar de que Dº Mariano seguiría siendo la encarnación del Mal.

De semejante comentario se deduce que los Decretos que lleven la rúbrica de Rajoy están libres de culpa si, y sólo si, los sanciona el PSOE. 

Parece pues que hasta un santón como Sánchez entiende que hay políticas de Estado (las que él tenga a bien, claro) que resultan indiferentes que las decida y apruebe un Primer Ministro corrupto al frente de un partido imputado por financiación ilegal.

¡Acabáramos!

La política la pueden hacer hombres sin virtud porque la virtud depende de la política que se decida, no de los hombres que la aplican.

Bajo la evidencia contenida en el anterior párrafo y admitida por el propio líder socialista ayer viernes, ¿por qué motivo San Sánchez no negocia con el maligno Rajoy un Presupuesto del Estado o un programa de reformas?, ¿acaso sólo están de acuerdo en subir las pensiones a los jubilados?, ¿pero no somos todos hijos de Dios y súbditos del Estado Caníbal?

Parece ser que el PSOE ya ha inundado el Registro del Congreso de los Diputados con cientos de iniciativas parlamentarias similares a la que Sánchez dijo que apoyaría si las presentase el Partido Popular.  

Como vivimos en el mundo al revés, apuesto que si el Gobierno del PP da vía libre a las iniciativas del opositor PSOE terminará obteniendo el visto bueno de éste a unos Presupuestos Generales del Estado, aunque no sea más que para dotar de fondos a sus solicitudes parlamentarias.

Y de ahí a la Gran Coalición PP-PSOE sólo habría otros cuantos sinsentidos.  

¡Viva la vida loca!

Pedro Sánchez, por insistir en su "no" continuado y sostenido a un Gobierno de Rajoy, a la vez que le conmina a que apruebe mediante Decretos-Leyes un sinfín de proyectos que trae el PSOE al Congreso, se ha convertido en la señora con dos hijos en la mili en Móstoles que freía empanadillas mientras telefoneaba al programa de radio "Encarna de Noche"-Millán Salcedo, y que cuando ést@, enfadado, le requería para que contase por qué había llamado luego de unos minutos en antena en los que no decía más que sandeces, terminaba contestando que se le estaba quemando Móstoles.

Pues eso. 

¡Martes y Sánchez (o Sánchez y Trece) en el Congreso! 


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viernes, 2 de septiembre de 2016

Sánchez pastor de almas


Uno de los graves problemas de la no existencia de división de poderes, es decir, a Dios lo que es de Dios, y a César lo que es de César; es que a éste se le acumula todo el trabajo. Y claro, lo primero es solucionar lo sagrado. De ahí que lo profano ande hecho unos zorros.

El inconveniente añadido de la concentración de poderes es que el Único que queda no tiene experiencia en resolver los nuevos asuntos que jamás trató, léase, el perdón, la confesión, la penitencia..., lo que acaba provocando que los reenvíe a la sección judicial del Poder, creada expresamente para guardar y archivar aquello que se ignora qué hacer con ello.

Eso o celebrar sacrificios laicos en palacios del Estado.

Viene a cuento lo anterior porque en el día de la segunda votación al candidato a Presidente de Gobierno, unos dicen realizar un acto político pero otros se aprestan a ejecutar un fallido pastiche religioso, en concreto, la ceremonia del fracaso del Pastor Sánchez en lograr la purificación, vía renuncia, del corrupto y malvado Rajoy en el templo del Congreso de los Diputados.   

El chafarrinón de un candidato frustrado pero que conserva el Poder y de un santurrón con traje y corbata que no logra la expiación del réprobo, es consecuencia inevitable de la confusión entre lo mundano y lo sacro.

Y como la cabra tira al monte y el hombre busca la trascendencia, ya dije más arriba que lo primero es estar a bien con lo sagrado aunque se hunda lo profano. O lo que es igual, de la solemne casona de la madrileña carrera de San Jerónimo no saldrá un Gobierno hasta que el actual César purgue sus pecados.   

Pero, ¿a quién se le ocurre mezclar la corrupción y los Presupuestos Generales del Estado?

¿Qué tiene que ver la condenación de Rajoy con el déficit público, el poder adquisitivo de las pensiones o la renovación de la Comisión Nacional del Mercado de Valores?

No crean que no comprendo al Pastor Sánchez.

Yo entiendo que su desvelo esté motivado por lograr que Rajoy renuncie a sí mismo, que se prepare para una vida mejor, a ser posible con visitas cada quince días a la Audiencia Nacional para que el juez de guardia controle su libertad provisional.

Pero esa ascesis que quiere aplicar al Presidente en funciones por ver si le transforma en un hombre perfecto, esto es, en un honrado y abnegado político del PSOE, es imposible de lograr por medios políticos, por la sencilla y humilde razón de que la política parlamentaria ni salva ni purga ni expía. 

¿Nos debemos conformar entonces con que las leyes del Estado Caníbal lleven de manera indefectible la firma de supuestos herejes tan pérfidos como el susodicho Rajoy? 

¿Acaso importa? -respondo-.

Suponiendo que sí, debemos saber que para lograr la pureza de alma de nuestros políticos antes tendremos que crear medios "ad hoc" para un mundo antieclesiástico y superpolítico.

Quien lee el blog sabe que soy más partidario de la confesión (aunque al modo socialista, es decir, pública y gratuita), que de los ropones como forma de dirimir responsabilidades políticas.

Incluso creo que lo mismo que hay un Estatuto de los Trabajadores, habría que decretar un Estatuto del Político Arrepentido en el cual se detallaría con minuciosidad el procedimiento por el cual el cargo público inmoral deja de serlo y pasa a convertirse en una persona reconciliada consigo mismo y con sus semejantes. Me atrevo a publicar un borrador del Estatuto en éste marco. 

Pero antes de que la ya mundialmente famosa Comisión Ejecutiva Federal del PSOE se reúna unas cuantas veces más y apruebe las nuevas instituciones de depuración, que no debieran ser estrictamente judiciales, políticas ni religiosas, aunque sí desarrollarán procesos que tendrán efectos políticos y antecedentes religiosos, el Pastor Pedro debe entender que el cielo y la condena de Rajoy pueden esperar, pero los señores del maletín que vienen de Bruselas y los españoles, por éste orden, no. 

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lunes, 1 de agosto de 2016

La paradoja del mediocre a cuenta de "ciudadano Felipe"


El artículo que hace el número cien del blog pretendía que fuera algo especial.

Pero como no voy a hablar de la geografía ni de nuestras tradiciones, mi gozo en un pozo. O lo que es igual, el post no puede tratar más que de la rampante mediocridad. 

¡Qué le vamos a hacer!

El caso es que un dizque comunista se jacta con facundia de considerar a Su Majestad Felipe VI como "ciudadano Felipe".    

Entiende el aristócrata de los Presupuestos del Estado que con ello pone al monarca "en su sitio".

¿Pero qué hace el prócer al cambiar el tratamiento del Rey?

El objetivo, viniendo de un orgulloso republicano de la II República, no puede ser otro que rebajar el rango del titular de la Corona. De Su Majestad a ciudadano. 

El problema de semejante sustitución es que el diputado siniestro, queriendo degradar la institución de la Monarquía, lo que está haciendo es echar por tierra la condición de ciudadano.

"¡Felipe, no eres más que otro ciudadano!", -sería el mensaje escasamente subliminal del orgulloso izquierdista.

Parece ser que ésta ocurrencia resulta graciosa a los medios de información afines al comunista, que no pierden oportunidad de resaltarla cuantas ocasiones se tercien.

La verdad es que un servidor no le encuentra la gracia por ningún lado, aunque la importancia de quien esto escribe se aproxima a cero.

Lo realmente grave para el chistoso es que Saint-Just, el célebre revolucionario francés que seguro nuestro protagonista tanto admira sin saber por qué, consideraría el sarcasmo una infamia, un delito precisamente contra los ciudadanos y contra el pueblo.  

Saint Just, veinteañero que ejerció de acusador en la Asamblea contra el luego guillotinado Luis XVI, en su famoso discurso dejó dicho que la monarquía no es un rey, sino "el crimen de realeza" y que la soberanía del pueblo era "cosa sagrada".

Pero sobre todo gritó al cielo que lo que en ningún caso era el rey era "un ciudadano". "¿Qué es un rey comparado con un francés?" -sentenció-.

Los ciudadanos para Saint Just eran sujetos políticos que determinaban la voluntad común..., excepto el rey, ajeno por completo a la voluntad omnipotente del pueblo.

Los defensores de Luis XVI en la Asamblea aceptaron el argumento de los jacobinos y pidieron que fuera el pueblo soberano quien tuviera la última palabra sobre el destino del monarca.

Lo que fue respondido con la célebre diferencia entre "voluntad general" y "voluntad de todos", es decir, aunque todos perdonasen, la voluntad general no puede hacerlo.

La víctima (el pueblo) no puede perdonar al culpable (la Monarquía), y dado que el Rey va unido a la institución, la ejecución del monarca es la única forma válida de dar por finiquitada a la Corona y por reparado el crimen de realeza.

Siguiendo la estricta literalidad de las palabras de Saint Just, es obvio que el funcionario político patrio admirador de Saint Just habría sido enviado a la horca por Saint Just por considerar al monarca un ciudadano, esto es, una persona con derechos políticos capaz de concurrir a la formación de la voluntad general.

Sin embargo, ¡oh paradoja!, por blasfemar contra la república y el pueblo al considerar al Rey Felipe VI un ciudadano, el político perdonavidas que se declara republicano pasa entre sus votantes y entre los que no lo son por ferviente antimonárquico.

El hombre moderno se constituye en sujeto político porque no quiere ser lo que es.

La novedad histórica consiste en que quiera ser alguien peor de lo que realmente es.

Artículo centenario y centenares de políticos mediocres y analfabetos rabiosamente orgullosos de serlo.

¡Lo hemos conseguido!



Saint Just seguramente fue catalán, rama "indepe".
Por lo visto algunos diputados catalanes han decretado la independencia unilateral de Cataluña proclamando la soberanía absoluta del Parlament, obviamente sin que el pueblo al que tanto apelan les haya dado su aprobación.

No obstante, conociendo la diferencia establecida por Saint Just y sus camaradas entre "voluntad general" y "voluntad de todos", ¿algún lector piensa que si los ciudadanos de Cataluña se opusiesen a la voluntad general de Puigdemont, Mas y Junqueras éstos amantes del género humano catalán les harían caso y se irían a sus catalanas casas?

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viernes, 29 de abril de 2016

Elogio de la confesión

A Luis Aguilar, por motivos totalmente confesables


Uno de los símbolos esenciales de la decadencia del cristianismo es la pérdida de prestigio de la confesión, ese ritual con dos caras de una misma moneda: la autodenuncia y el perdón. 

En realidad su ocaso no debe extrañarnos. ¿Para qué vamos a confesarnos si toda una suerte de formas de delación se cuidan de hacerlo por nosotros?

La denuncia, la querella, la amplia gama de informes administrativo-policiales, el interrogatorio, las cámaras de seguridad y Hacienda, sobre todo Hacienda, nos liberan de la penosa costumbre milenaria de reconocer voluntariamente nuestros errores.

Ahora bien, como nadie da duros a dos pesetas, el precio de evitar la confesión es el rastreo eterno de la culpa.

La ventaja de declarar de manera espontánea el error era su extinción por medio de las obras de penitencia.

Ese doble juego de arrepentimiento íntimo al que le sigue el perdón permitía que la conciencia de cada uno fuese la auténtica y más eficaz coacción terrenal.

Ese decir secreto, pero ininterrumpido, al que no escapaba el más mínimo desliz nos dispensaba de padecer los severos dispositivos de indagación que hoy se nos aplican, eso sí, por nuestro bien.     

El principio de derecho penal según el cual todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, paradójicamente ha conducido a que el Estado tenga toda la legitimidad para demostrar por cualquier medio, por supuesto democrático, que cada ciudadano es culpable.

La judicialización de las conductas individuales ha convertido en inútil la conciencia, puesto que si no se demuestra mi culpabilidad después del múltiple escrutinio de inspectores, bancos, jueces, policías y sus inacabables artilugios investigativos será porque estoy limpio, ¿no?   

De momento, -cabría contestar-.  

Y es que la ciudadanía no se divide entre culpables e inocentes, sino entre culpables y provisionalmente inocentes.

Cuando el procedimiento de vigilancia era la confesión, el mal quedaba en la Iglesia y desde allí se remitía al Cielo con el fin de evitar que su acumulación obstaculizase la vida cotidiana.

Hoy todos los delitos, faltas y banalidades se guardan en archivos infinitos a la espera de ser utilizados conforme a criterios de oportunidad.  

El culpable siempre tendrá un testimonio de su pasado y el todavía inocente un historial plagado de pequeños desórdenes que anticipan su inexorable culpabilidad.  

El olvido de la confesión como procedimiento válido para expiar las faltas ha convertido la vida en un escenario de espías, donde el miedo impide otra acción que no consista en protegerse de lo que hiciste ayer.

Cuando la Audiencia Nacional gobierna jaleada por el entusiasmo de los políticos que se llenan la boca de multitud, he creído necesario echar mi cuarto a espadas y hacer un elogio de la confesión en perjuicio del control administrativo-judicial de los actos de los políticos y de las multitudes. 


Creo que ahora estoy en condiciones de explicar por qué despenalizar la financiación ilegal de los partidos políticos no debe suponer impunidad, sino la forma de evitar que la política se convierta en la memoria selectiva de venalidades para beneficio de logreros. 


Fouché en su archivo
Si hay un personaje que ilustra el contenido del artículo ése es Fouché.
El jacobino que terminó sirviendo a Luis XVIII, a cuyo hermano Luis XVI contribuyó a asesinar; el Ministro de la Convención, del Imperio y de la República, basó su poder en la acumulación científica, puntillosa de las deshonestidades públicas y privadas de los políticos.
El retrato que Stefan Zweig (Ed. Acantilado, 2011) hace del "Mitrailleur de Lyon" es el mayor elogio, por vía indirecta, que jamás se hizo a favor de la confesión pública como forma de evitar a los Fouché que deben su éxito a la administración de las miserias en que consisten los archivos del Estado.



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sábado, 9 de abril de 2016

De nacionalistas extranjeros


La rueda de prensa  de "Leniglesias" de ayer por la tarde en el Palacio de la Generalitat anunciando que defendió, defiende y defenderá un referéndum vinculante de secesión en Cataluña, y su declaración el mismo día por la mañana en las instalaciones del Congreso respecto a que se deben permitir consultas de autodeterminación a todos los territorios que insistan en ello, suponen una evidencia: Iglesias es un "nacionalista extranjero".

La frase es del socialista Léon Blum, el que fue Primer Ministro francés en los años 30 del siglo pasado, y la utilizaba de manera pertinaz para caracterizar a los comunistas franceses que defendían a la URSS contra los intereses del pueblo galo.

Debo su conocimiento a la inagotable sabiduría de Raymond Aron.

"Leniglesias" es nacionalista de la imaginaria República de Cataluña, de la muerta de hambre República Bolivariana de Venezuela, hasta de la finca que los hermanos Castro expropiaron en el Caribe. 

Nacionalista incluso del Cantón de Cartagena, si Cartagena insiste lo suficiente en independizarse de la cárcel de pueblos que es la gloriosa Murcia.

En fin.

Si las obras de pensamiento político que cambiaron el mundo se encierran en libros pequeños, a los estadistas se les reconoce por sus frases lapidarias.

Apliquémonos el cuento y acabemos.

Para desacreditar a Iglesias ante el pueblo español sólo se necesitan dos palabras: "Nacionalista extranjero".

¿No existe en España un político con el coraje para pronunciarlas?

Es sencillo: Pablo Iglesias fue, es y será un nacionalista extranjero.


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martes, 22 de marzo de 2016

Los deseos son comunistas


El siglo XX sólo aportó una modificación al tradicional juego político, y no fue el populismo.
 
Siempre hubo demagogia, pero el carácter  esencial de ésta consistía en que sus programas estaban hechos para no ser aplicados.

Esto acabó en el siglo XX, pues desde entonces se trata justamente de lo contrario, es decir, se hace lo que no se puede hacer, e intentándolo se demuestra que "sí se puede".  

Dicho de otra manera, una vez cubiertas las necesidades queremos ver cumplidos nuestros deseos.  

No dudo que el hombre sea un animal político. Sin embargo, lo que aspira a ser en el siglo XXI es un hombre satisfecho, del latín "satisfactus", formada por el prefijo "satis" (bastante, suficiente) y el verbo "facere" (hacer, estar hecho). Esto es, satisfecho significaría "estar suficientemente bien hecho".

El hombre insatisfecho de nuestra centuria sería una especie de medio hombre, un ser que no está bien constituido.

Y así, contrariado por su triste destino, vive su existencia el hombre con "hechos diferenciales", vacaciones pagadas, cartilla de la Seguridad Social, pensiones de jubilación y educación gratuita para su mermada prole.

Y en esas estamos los occidentales, pues España es sólo un ejemplo de tantos.

¿Alguien ha calculado el coste para el presupuesto estatal de la prestación universal de los derechos recogidos en los Capítulos II y III de la Constitución?

Quizás nadie lo haya hecho simplemente porque aunque el cálculo sería posible, la provisión de los servicios derivados de los derechos, no.

Pero es igual.

Los electos se tiran los trastos a la cabeza porque todos se reprochan mutuamente no cumplir con lo preceptuado por la Carta Magna, y los electores creen que aquélla es algo más que un catálogo de buenas intenciones en lo que a derechos económicos y sociales se refiere.   

Es más, si preguntáramos a la ciudadanía qué espera del Gobierno es muy probable que contestara "que se cumpla la Constitución".

El problema queda así planteado: el pueblo quiere que se satisfagan sus derechos constitucionales, pero el Estado no puede hacerlo por simple incapacidad económica.

La novedad reside en que la respuesta de cualquier político profesional al párrafo anterior oscilaría entre "¡qué dice usted, fascista!, a la más aséptica pero igual de absurda "el Estado sí puede garantizar y proveer todos los derechos reconocidos por la Constitución a los españoles".

La negación de la escasez es una de las auténticas innovaciones políticas del siglo.

Los escasos liberales que a modo de adorno pululan melancólicos por cada vez menos partidos políticos, se quejan de que no hayan pasado ni treinta años desde la caída del Muro de Berlín para que el antiguo comunismo avance en Europa, ¡paradojas de la vida!, gracias a los dizque nuevos partidos.  

No entiendo su disgusto. El comunismo siguió propagándose, vía extensión de los derechos sociales, un segundo después de su caída en el Este de Europa, pues universalizarlos es el programa político de los partidos comunistas, con independencia de su marca electoral.

Si creen que miento pueden escuchar a Iglesias, a Sánchez, a Garzón... Pero prefiero que oigan al comunista de honor, al custudio de las esencias marxistas, Dº Julio Anguita González.


¿Pero la gente en realidad sabe lo que es el comunismo?, ¿quiere ser comunista?

No. Ni liberal.

Lo único que las multitudes entienden y exigen es ser ricas.

Y aunque a la abundancia se puede llegar por muchos sitios, gran parte de la ciudadanía entiende que la forma más recta consiste en exigir al Estado que cumpla de inmediato y al pie de la letra los Capítulos II y III de la Constitución.  

Y no se equivocan dado que los derechos económicos no son sino un gigantesco método de redistribución.

Hasta hace no tanto la riqueza se alcanzaba por la capacidad y el mérito de cada individuo, familia o empresa. Era una función esencialmente privada.

Sin embargo, hoy la prosperidad se logra sobre todo mediante el acceso al uso y disfrute de una tabla creciente de servicios públicos, reconocidos solemnemente en la Legislación.

Se decía que el comunismo iguala por abajo.

De acuerdo, pero las Cartas Magnas igualan por arriba. Todos deben ser ricos. Vean, si no, el catálogo de prestaciones exigibles.   

Los derechos humanos prefiguran el comunismo perfecto.

La URSS representaba el comunismo pobre. Occidente es el comunismo opulento.

¡Cuánta razón tenía Marx! El comunismo es un sistema que sólo lo pueden resistir los países adinerados.

@elunicparaiso

viernes, 11 de marzo de 2016

Por qué despenalizar la corrupción.

           
        "Todas las cosas que duran largo tiempo se van embebiendo poco a poco hasta tal punto de racionalidad que llega a parecer imposible que hayan surgido de la irracionalidad. Puede decirse que no hay historia de una génesis que no sea sentida como algo paradójico y sacrílego. En el fondo, ¿qué hace un buen historiador sino contradecir?"  (Nietzsche, Aurora).


        Los seguidores del blog conocen que apenas se utilizan citas, y el motivo es que todos disponemos de grandes frases de eximios autores para casi cualquier cosa y su contraria.

     No obstante, la que encabeza este artículo creo que era necesaria para neutralizar las trazas de irrealidad que aparentemente rodean a alguno de los post, pues el tono profanador del blog desde su mismo título pretende diluirse cuando los argumentos que se utilizan empapan de racionalidad el objeto de cada una de las entradas.

   Sigo pensando que despenalizar la financiación ilegal de los partidos políticos con efectos retroactivos será inevitable si no queremos que un pasado delictuoso encapote el porvenir.

    Si la anterior manifestación parece una salida de pata de banco, espero que cuando terminen de leer el artículo semejante juicio se les aparezca como inexorable destino.

    Para empezar quiero que escuchen y vean tanto el fundamento objetivo como el subjetivo de la referida despenalización con efectos sobre sucesos del pasado.  


    Hace ya más de tres años que el aspirante a vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, consideraba legítimo y solicitaba de forma pública que los asesinos de cientos de españoles de toda edad y condición saliesen de la cárcel sin cumplir sus penas porque su organización había dejado de matar.

    "La pena es relativa, sirve para proteger a la sociedad de un peligro, y ello incluye lo que se llama resocialización".
     "La retirada de ETA del escenario político español y vasco es a día de hoy un hecho incontestable". Indigno eufemismo para no decir que los verdugos habían dejado de matar.

      Continúa: "En este contexto cualquier demócrata debería preguntarse si no sería razonable que los presos de ETA y aquellos vinculados al independentismo vasco no deberían ir saliendo de las cárceles".
     "Alguien dirá que algunos han cometido delitos gravísimos. Sin duda. Pero también los cometió Rodríguez Galindo, al que los socialistas hicieron general. También los cometieron los policías Amedo y Domínguez. Y desde luego no es que se hayan podrido en la cárcel, precisamente".
   "Eso por no hablar de los responsables de los crímenes franquistas, que no sólo no han tenido que sentarse jamás frente a un tribunal, sino que nunca han dejado de recibir honores de Estado".
   "La paz también es una cuestión de Estado. Y al Gobierno español hace tiempo que le toca mover ficha".
           
    Hasta aquí el hombre con el que el PSOE, con decenas de militantes y cargos públicos tiroteados por los pistoleros que "deberían ir saliendo de las cárceles", no renuncia a formar Gobierno.  

    ¿Qué argumento de los empleados por Iglesias no es aplicable a los políticos ladrones que se retracten?
          
   Los investigados o imputados por delitos de corrupción política no han matado a nadie. Sé que algunos sacralizan el dinero y no la vida, pero por la mera consideración de que el vil metal se puede reponer y la vida no, el asesinato no es comparable en gravedad, todavía, al latrocinio de fondos públicos.

   Pues bien, si los ejecutores de niños deben abandonar el penal porque han optado por darse de baja de tan ignominiosa ocupación, ¿por qué los corruptos tienen que ingresar en la cárcel si no podrían volver a robar desde el momento en que se les inhabilite de por vida a ejercer un cargo público?

     ¿Y el dinero que han robado?, -preguntarán ustedes-.

    ¿Y las indemnizaciones civiles a las que fueron condenados los asesinos y ninguno ha abonado? -pregunto yo-.

  De cualquier forma, los fondos públicos estafados a los contribuyentes podrían recuperarse. Las indemnizaciones que deben satisfacer los matarifes a sus víctimas jamás se abonarán.  
  
      Pero ya estoy en el cómo despenalizar, sin dejar impune, la corrupción económica vinculada a los partidos políticos.  

      Eso será cuestión del próximo artículo.

    Quedémonos con que si la primera vez que escuchamos el argumento de que los etarras debieran salir de la cárcel porque ya no matan, parecía injusto e irracional (¿y por qué no el resto de presos sinceramente arrepentidos?), hoy se ha convertido en  argumento de razón, en premisa imprescindible para "la paz". 

       El mismo valor, la tan distinguida y admirada paz, será el que convierta la también hoy irreal y poco menos que ridícula defensa de la despenalización de la rapiña de la casta, en solución justa mañana, en el sino de los tiempos, tiempos que nos helarán la sangre, según anticipó la madre de Joseba, pero no precisamente porque los políticos confiesen en la plaza pública haber robado. 

       A que sí Patxi, a que sí Otegi, a que sí Pablo, a que sí Pedro. 


Coda penalista: 
El fundamento teórico de Iglesias para justificar el no cumplimiento de las penas tiene su origen en el prestigioso jurista italiano Luigi Ferrajoli, cuya obra "Derecho y razón" inspira de arriba abajo los principios jurisdiccionales de asociaciones profesionales tan dizque progresistas como "Jueces para la Democracia" y a gran parte de los antiguos (Clemente Auger) y modernos (Santiago Pedraz), pero siempre estrellas, magistrados "gauche divine" de la Audiencia Nacional.
¡Quién le iba a decir a la izquierda extrema que sus bonitas ideas iban a ser la tabla de salvación de la casta!
La paradoja es, sin duda, una de las Bellas Artes.
  

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