Después de acudir al preestreno de "España, la primera
globalización", dirigido por José Luis López-Linares, dos evidencias me
asaltaron: el documental liquida la Leyenda Negra antiespañola y ha nacido una
estrella.
Como obra cinematográfica la empresa resulta de una
sobresaliente belleza estética: los cálidos colores de la fotografía, la
emocionante música, la sucesión de mapas, monumentos, pinturas... convierten
los cien minutos del metraje en un gozo para los sentidos.
El guion del propio López-Linares acumula todos los datos
económicos, dinásticos, navales y geoestratégicos para entender la gesta desde
la máxima objetividad posible cuando de analizar un hecho histórico se trata.
La película debiera convertirse en herramienta didáctica
imprescindible para que nuestros estudiantes pudieran entender la España y el
mundo de la Edad Moderna.
Por eso aconsejo a los padres que lean este artículo que
lleven a los menores de la casa al cine antes de que el documental sea retirado
de la cartelera, y que les preparen para disfrutar del visionado enseñándoles
previamente un globo terráqueo a fin de que puedan comprender cómo los
españoles, partiendo de la península ibérica, alcanzaron América y llegaron a
las Filipinas para encontrarse con los chinos que anhelaban la plata que
nuestros ancestros portaban desde las Indias.
Por el documental de López-Linares pasan todo tipo de
expertos para demostrar la singularidad del descubrimiento de América y exponer
con rigor distintos aspectos de la epopeya.
Españoles, mexicanos, colombianos, pero también belgas y holandeses,
van desgranando sus conocimientos sobre la incontrovertible hazaña.
No obstante, hay una participante que aparece discreta al
inicio de la película hasta hacerse protagonista absoluta casi sin querer:
Elvira Roca Barea.
Si el hermoso libro de Julián Marías "España
inteligible" fue subtitulado con la orteguiana forma de "razón histórica de las Españas", la
profesora malagueña convierte en
fosfatina la Leyenda Negra por el innovador método de la "razón
sarcástica".
Nadie que escuche a Roca Barea en el film podrá salir con
otra opinión sobre la Leyenda Negra que no sea la de que fue, es y será un mal
tebeo, un chafarrinón.
De una forma sutil, pero sin ningún género de duda, la
historiadora se mofa de toda la élite política e intelectual, nacional e
internacional, pues la Leyenda Negra es un cuento de origen extranjero de baja
estofa que siempre dispuso de una correosa quinta columna en las altas
instancias de nuestro Estado.
Me atrevería a decir que Roca Barea es la actriz ilustrada
que derriba la hegemonía cultural de la Leyenda Negra a fuerza de datos y
sátira, esto es, "razón sarcástica".
Me hizo recordar a Gena Rowlands en "Otra mujer" de
Woody Allen, donde aquélla escucha las conversaciones que tienen lugar en la
consulta de un psiquiatra para luego reflexionar sobre la locura de su propio
mundo.
Roca Barea recupera el secular diálogo lastimero de nuestra
clase dirigente abducida por el mito de la Leyenda Negra, y lo pasa por el
tamiz de sus conocimientos históricos para primero desmentirlo, y después caricaturizar
a los pacientes psicoanalizados: esas élites españolas que han vivido durante
siglos con y de su complejo de inferioridad.
La película podría haber sido subtitulada con un casticismo
del tipo "¿Leyenda Negra? ¡Mis
ovarios treinta y tres!" en
honor a las mujeres (además de la estrella Roca Barea, imposible olvidar a las magníficas
Carmen Iglesias o Adelaida Sagarra, entre otras) que intervienen para mostrar la falacia creada por los partidarios de los Orange hace
cinco siglos.
Para terminar sólo incidir en la voluntad descriptiva del
director, que otorga sin prejuicios su papel en la epopeya a todos los que
tuvieron trascendencia en la misma, reconociendo que fue una empresa
público-privada. Desde los reyes hasta el clero, sin olvidar a los empresarios,
a los conquistadores y a los españoles de a pie que les acompañaron en la
aventura, todos quedan retratados como hombres y no como ángeles o demonios.
Si bien es cierto que expandir la Cristiandad era el título
que amparaba la expansión territorial, el documental de López-Linares no entra
en los fundamentos teológicos que podrían estar en la base de una legislación
protectora o igualitaria para la población autóctona, y que explicarían el elemento
diferencial de la empresa española en relación con la colonización anglosajona
de raíz luterana o calvinista.
Acudan al cine a partir del 15 de octubre a ver este maravilloso trabajo de pedagogía histórica.
No se arrepentirán.
twitter: @elunicparaiso