viernes, 4 de septiembre de 2015

Kelsen en el Congreso de los Diputados


La proposición de ley presentada por el Grupo Popular en el Congreso de los Diputados para que el Tribunal Constitucional pueda ejecutar sus propias resoluciones, es decir, para que se convierta en el defensor real de la Constitución, nos permite extraer dos conclusiones que están vinculadas.

La primera es que el Gobierno ha entendido que el problema catalán es un asunto de política partisana.

La segunda, que en la polémica sobre la justicia constitucional el Ejecutivo ha elegido las tesis de Hans Kelsen en lugar de las de Carl Schmitt, con efectos prácticos de enorme relevancia.

Sobre el asunto del partisanismo en Cataluña, causa directa del problema, me remito a los dos artículos publicados en el blog. 

Analicemos por qué el Ejecutivo, parafraseando a Woody Allen, al fin se ha decidido a introducir una idea en esta coyuntura.

La legitimación procesal que se va a otorgar a los recurrentes para que soliciten al Alto Tribunal que restituya el derecho subjetivo vulnerado y suspenda de sus funciones al responsable del daño, supone una medida que se dirige a la raíz del problema: neutralizar a cada uno de los partisanos incrustados en las instituciones.

El partisanismo es una política ordenada por la Generalidad, pero que basa su triunfo en la presión diaria a los neutrales, a los indiferentes. Es un conflicto total y constante para lo que necesita un sinúmero de quintacolumnistas.

Mas no sería nadie sin los imprescindibles profesores que obliguen a los niños a hablar catalán en el recreo, sin los funcionarios que abran los colegios para celebrar elecciones nulas o que coloquen banderas ilegales en los balcones de los Ayuntamientos.

Que el Tribunal Constitucional pueda ejecutar no sólo sus sentencias, sino cualquier resolución que emane del mismo; y que lo haga sin aplicar la fuerza ni el derecho penal como primer recurso, sino la suspensión en el cargo de los culpables y multas coercitivas de hasta 30.000 euros (incluso para un burócrata no mileurista la broma le saldrá cara), supone una medida antipartisanos irreprochable, pues actúa sobre la responsabilidad personal de cada empleado público (la fiel infantería), al tiempo que respeta la regularidad del Estado de Derecho al ser susceptible de aplicarse a todos los españoles.

Al centrarse en la exigencia individual del cumplimento de los deberes constitucionales por parte de cualquier funcionario, es lógico que la proposición de ley otorgue los poderes necesarios al Tribunal Constitucional para que sea éste el órgano encargado del control jurídico-político de todos los actos, no sólo de las leyes, de las Comunidades Autónomas, lo que nos da pie para entrar en un segundo tema no baladí, esto es, que haya sido Kelsen, y no Carl Schmitt, el inspirador de la reforma, con las consecuencias políticas que ahora veremos.

A principios de los años 30, y con motivo de la inestabilidad de la federalista República de Weimar, los dos genios del derecho público mantuvieron un debate que como vemos aún pervive.

A grandes rasgos, Carl Schmitt defendía que fuese el Presidente de la República el defensor de la Constitución, en tanto figura separada de los partidos y máximo representante tanto de la soberanía popular como de los organismos del Estado.  

Por contra, Kelsen entendía que el único defensor de la Constitución debería ser un órgano "ad hoc", que si no llega a ser un órgano jurisdiccional, sí actúa con métodos y criterios jurisdiccionales, el Tribunal Constitucional, tal y como se recogía en la Constitución Austriaca de 1920.

Pues bien, esa misma polémica es la que surge casi un siglo después en España, aun no habiendo un sistema presidencialista, entre los partidarios de que el Gobierno utilice el artículo 155 de la Constitución contra la Generalidad de Cataluña (schmittianos aun sin saberlo), y los que creen que debe ser el Tribunal Constitucional quien dirima el conflicto y sus efectos colaterales (kelsenianos).

En todo esto hay dos curiosísimas paradojas.

Quien escribe, alumno aplicado de Schmitt sin estricta observancia, en este caso está con Kelsen.   

Por contra, afamados liberales que echan pestes del Gobierno por su presunta cobardía al negarse a aplicar el famoso artículo 155, se echarán las manos a la cabeza al saber que Schmitt es su compañero de viaje.  

La otra paradoja es que el mejor teórico del partisanismo no previno cuál era la manera óptima de desactivarlo, pues las razones por las que comparto las tesis de Kelsen, es decir, las del Gobierno, son claras: el citado artículo de la Constitución es completamente inútil para contrarrestar la política de Mas. 

En el mismo se afirma que el Gobierno podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a las Comunidades Autónomas al cumplimiento forzoso de las obligaciones o las leyes ignoradas, pudiendo dar instrucciones a todas las autoridades del ente autónomo.

Bien, ¿alguien cree que el partisano Consejero de Educación catalán va a obedecer al Gobierno de Madrid?, ¿por qué iba a hacerlo cuando el Gobierno ponga en marcha el artículo 155 si no lo ha hecho cuando el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad ha declarado nulas leyes de inmersión lingüística que restringen los derechos de los castellano hablantes?, ¿pondrá el Ejecutivo mossos o policías nacionales en cada colegio?  

Sin embargo, impugnar la política partisana por el método de exigir la responsabilidad personal del funcionario ordenante de cualquier actuación ilegal, supone combatir el partisanismo en su terreno, es decir, en el día a día de cada acto de desobediencia.

Si la Constitución, entre otras cosas, es un ordenamiento que garantiza derechos individuales que son violados en masa por autoridades, esos hechos deben verificarse, a instancia de los denunciantes legitimados, por un órgano que analice cada caso concreto a la luz de la normativa constitucional, y que haga responsable a los eventuales autores del daño.
Si un proceso garantista culmina con la suspensión del cargo público y/o la imposición de una multa disuasoria, el partisano habrá dejado de serlo.

De todas las dudas que les haya podido provocar el artículo sólo quiero referirme a una pregunta que seguro se harán: "¿no están ya los tribunales ordinarios para castigar el incumplimiento de la ley?", "¿para qué tenemos al Tribunal Supremo?".

Por un elemental principio de eficacia, sobre todo en un Estado más que federal como el español, el defensor de la Constitución tiene que constituir una instancia especializada y única, que dirima conflictos entre órganos del Estado y que, al mismo tiempo, garantice que los derechos individuales de los ciudadanos no se vean lesionados por aquéllos conflictos.

Lamentablemente, ni el Tribunal Constitucional hasta la reciente reforma de la que hablo, ni el Tribunal Supremo, ni el Gobierno a través del artículo 155 de la Constitución, disponen de instrumentos jurídico-políticos que protejan de forma solvente los derechos fundamentales de los ciudadanos frente al partisanismo político.


Por ello, sí, estoy a favor de la proposición de ley antipartisana del Grupo Popular que convierte al Tribunal Constitucional, más allá de oportunismos, riesgos y deficiencias, en el defensor de la Constitución.

twitter: @elunicparaiso  


14 comentarios:

  1. Muy interesante. Para mí, Kelsen y Schmitt, en esta circunstancia, se mezclan juntos... ;-) Porque la forma (el Tribunal Constitucional) necesitarán la sustancia (la fuerza), es decir, el apoyo del Estado ( la policía, etc.) para implementar los juicios...Sin ningún admisión oficial, hipócritamente, se "politiza" el Tribunal Constitucional causando "dolor" , al mismo tiempo, a Kelsen y Schmitt... Medias tintas ;-) Pido disculpas por mi mal español ... Pero el post... merecía un comentarios inmediatos.

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  2. Sin meterme en disquisiciones teoricas, simplemente aplicando el sencillo principio de "el que paga, manda" se resuelve todo. Se empieza aplicando el 155 y con ello se toma el control del dinero y de los despidos. ?Que no obedeces? despedido o degradado. Problema resuelto y a otra cosa. Lo que faltan no son medios sino ganas.

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    1. Gracias por su comentario.

      Sólo le hago una pregunta: una vez aplicado el 155, ¿quién se encarga de decidir quién cumple y a quién debe despedirse?
      ¿El Gobierno, los comisarios políticos?

      Si es seguidor del blog verá que mis simpatías por el Partido Popular son francamente mejorables, pero creo que en el caso que nos ocupa aciertan no aplicando el artículo 155 y reforzando las competencias del Tribunal Constitucional para hacer cumplir sus resoluciones.

      El problema del artículo 155 es el día después.

      Si el Tribunal Constitucional está a la altura de las circunstancias con las nuevas facultades que se le pretende conceder, no habrá necesidad de usar el referido artículo porque el funcionario de turno se lo pensará dos veces antes de convertirse en partisano.

      ¿O usted cree que los que cuelgan esteladas ilegalmente lo van a seguir haciendo cuando sepan que otro por lo mismo se quedó sin el cargo y sin la nómina?

      Naturalmente es posible que me equivoque.

      De lo que estoy casi seguro es que el artículo 155 es inútil para neutralizar el problema del partisanismo, que no reside en Mas, sino en la falange racista que le apoya desde las instituciones y los órganos que administran los servicios públicos, y con la que hay que acabar mediante procedimientos tasados, objetivos, garantistas, pero de forma implacable.
      Más o menos como los procedimientos tasados, objetivos y garantistas de la Hacienda Pública del nunca bien ponderado Montoro.

      Reciba un cordial saludo y ojalá siga participando en el blog.

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  3. Hola Carlo.

    Su español es mucho mejor que mi italiano.

    Estando de acuerdo con el comentario, quiero introducir una aclaración.

    El Tribunal Constitucional sí necesitará al Estado pero muy poco a la policía.

    El objetivo de la reforma es conseguir la mayor eficacia con la menor fuerza.
    Y creo que lo puede conseguir.

    Se suspende al funcionario-partisano de sus funciones e inmediatamente deja de tener un salario y no puede acceder a su puesto de trabajo.

    La fuerza del derecho, suspendiendo de su cargo a cualquier burócrata rebelde, puede ser más útil que la fuerza del Gobierno congelando la autonomía catalana.

    Para neutralizar el partisanismo político creo que Schmitt estaría de acuerdo en que la fuerza del derecho llega a sitios donde la decisión de un Gobierno, por sí sola, no alcanza.
    Y lo hace de una forma limpia, aséptica.
    Tan sencillo como no hacer la transferencia mensual de los salarios a los empleados públicos.

    Gracias a que la vida cotidiana depende del Estado Caníbal, la fuerza en el interior de nuestros modernos Estados se ha convertido en algo cada vez más superfluo.

    El Estado Caníbal impone su voluntad sin apenas utilizar la fuerza.

    ¡Quién le iba a decir a Schmitt que el partisanismo se resolvería con decisiones jurisdiccionales que dejan sin dinero a los funcionarios-partisanos!

    Hay que disculparle, pues Schmitt no llegó a conocer al Ministro Montoro et alii.

    Muchas gracias por el comentario y un fuerte abrazo.

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  4. Entiendo. Gracias por la aclaración. Y si los funcionarios-partisanos ( precisamente porque los partisanos), organizados colectivamente, con el apoyo de las autoridades políticas locales, se rebelan en contra de la medida de suspensión? Aquí sería el uso de la fuerza necesaria ... se puede reformar todo, pero creo que, en última instancia decide la fuerza.
    El Estado Caníbal, es siempre, ante todo, Estado... ((Por supuesto, siempre y cuando nos mantenemos dentro de la lógica del Estado Canibal o no ). Fuerte abrazo!

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  5. Ok Carlo.

    Te compro el argumento: fuerza "ultima ratio".

    Pero el 60% de los que votaron en contra del tercer rescate a Grecia no apoyó a Tsipras en la calle.

    Prefirieron tener dinero en los cajeros antes que luchar por su Gobierno.

    Abrazo.

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  6. Provocas que saque lo mejor de mí para contestarte.
    Sin los comentarios el blog sería peor.

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  7. Acaban de referirse a este comentario en este artículo del IJM:
    Cataluña y nacional-separatismo"

    Su argumentación es muy interesante y válida ¡ Ojalá que se llevase a efecto ! Aunque sin gónadas y sin sentido de Estado, podemos perder cualquier esperanza.

    En su día, los ingleses perdieron toda esperanza con la contemporización de Chamberlain ante Hitler, mientras Churchill advertía de la amenaza nazi desde la oposición. Menos mal que, durante la 2ª Guerra Mundial, sí tuvieron los británicos la perspicacia y el liderazgo de Sir Winston Churchill.

    Ahora mismo, España carece de estadistas en el Gobierno y en el Parlamento, carece de líderes integradores e inclusivos. Están llegando al Gobierno legueyos y registradores de la propiedad que se hacen con el control de cada partido político medrando con malas artes y sin procesos de democracia interna.

    Una auténtica tragedia para la nación más antigua de Europa.

    Un saludo

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  8. Muchas gracias por su amable información.
    Yo creo que el Gobierno sí va a aprobar la citada reforma del TC.
    Y se va a aplicar.
    Veremos qué ocurre.
    Le mando un cordial saludo y ojalá siga participando en el blog.

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  9. Tal vez sea así, pero...al final dependerá de quién sea el organismo dependiente encargado de cobrar la multa, de los recursos puestos contra la misma, del despido o anulación de funciones del partisano. Con tantas transferencias de competencia el taco puede ser fenomenal y no exento de incumplimiento.
    Pero puede ser que esto sea mejor que nada, siempre y cuando no siga siendo otro vertedero de incumplimientos por forma o rebeldía pura y dura.

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  10. Gracias por su interesante comentario.
    Es evidente que el éxito de la estrategia depende de lo expeditiva que sea.
    Pero la neutralización individual, uno a uno, de los partisanos creo que es la vía correcta.
    La coacción masiva por la fuerza, en el caso que nos ocupa, sería contraproducente.
    En pocos días veremos qué ocurre.
    Espero que siga haciendo sus aportaciones al blog.
    Cordiales saludos.

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    1. Gracias a Vd. por su interesante punto de vista.

      Al respecto añadir que la neutralización individual creo que sería insuficiente. Tal vez por grupos fuera más efectiva, ya que ellos juegan con el factor tiempo para ir minando la resistencia social.
      La coaccion masiva económica y laboral podría dar buenos resultados siempre que se aplicara de una manera tajante. Créame, ellos no entienden otro lenguaje, les encanta hacerse las víctimas, y seguirán en ello puesto que les proporciona rédito en forma de votos.
      Soy catalán, absolutamente reacio a la independencia por todo tipo de motivos, económicos, sociales, culturales, históricos, sentimentales...
      Ellos han creado una panacea y tienen embobada a una gran parte de la población catalana, que por distintos cauces se han dejado manipular y no son conscientes de ello. Tengo decenas de amigos absolutamente idiotizados con el tema, que no son capaces de razonar pese a su intelecto de una forma coherente en este tema. Han conseguido el "efecto de cristalización de una rama verde en las minas de Salzburgo", que tan bien describía Ortega y Gasset con respecto al enamoramiento entre personas.
      Hay que despertarles del letargo, y una forma seria haciéndoles darse cuenta de que el cuento ha terminado y puede convertirse en pesadilla para todos.
      Pero claro, esta Rajoy al mando...

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  11. Dº Josep Lluis, su testimonio resulta muy ilustrativo de la situación de Cataluña, pero también de la dificultad de contrarrestarla.
    ¿Cómo hacerlo de la manera más efectiva?
    Lo ocurrido ayer con la propuesta de resolución de independencia por parte del Parlament, y el problema que describe en sus comentarios merece un tratamiento más extenso que desarrollaré en el próximo artículo del blog.
    Le animo a leerle y a seguir comentando.
    Saludos cordiales.

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