domingo, 22 de mayo de 2022

Balada entre dos aguas de Mbappé

 

Érase una vez una muchacha muy bonita que tenía un novio rico con el que decía ser feliz.

Un día, esa muchacha tan, tan feliz decidió enviar un whatsapp diferente al chico más apuesto de su club social diciéndole que en el último encuentro que habían compartido se había quedado con las ganas de mirar un rato largo esos ojos verdes.

El mensaje revolucionó al receptor, pues aunque desde hacía mucho tiempo era perfectamente consciente del atractivo de la señorita, él tenía una familia estable y jamás se hubiera atrevido a iniciar un acercamiento con una beldad con "contrato en vigor".

Los efectos devastadores que su bomba había provocado en el joven no le pasaron desapercibidos, y lejos de amilanarse volvió al ataque para normalizar la situación excepcional que ella había desencadenado: "¿no se puede decir a un hombre que tiene los ojos bonitos?", "¿pasa algo?".

A la mañana siguiente, y para zanjar cualquier duda, el chico de los luceros tiernos tenía otro mensaje en su móvil.

En este caso era el célebre tema "Entre dos aguas" de Paco de Lucía.

El muchacho contestó con un rotundo "lo he entendido y estoy dispuesto a participar del juego porque me has hecho confiar en mis posibilidades".

Desde entonces, la preciosa chica y el chico guapo vivieron entre dos aguas, pero con múltiples olas de variada intensidad.

La fémina se hacía querer, pero cuando el acercamiento del muchacho empezaba a crear tensión en su entorno y en sus convicciones, ponía distancia, frenaba, pues a fin de cuentas ella sólo estaba cómoda en misa y repicando.  

Mientras, el agraciado por el interés de la bella disfrutaba de su vida de soberano, pero no perdía de vista a aquélla que le había hecho el guiño decisivo.

Transcurría el tiempo y la relación no terminaba de consumarse, a pesar de sus constantes intentos y de lo maravillosos que resultaban unos breves encuentros que hacían soñar con una dicha incomparable en el supuesto de que aquello terminase felizmente.

No obstante, la melancolía le hacía preguntarse por qué, por qué tenía que seguir luchando por un vínculo lleno de dudas e indecisiones, por qué tenía que aceptar vivir entre dos aguas cuando ella ya le había dicho que él era el océano,  por qué tener que convencer a la otra parte de lo conveniente de estar juntos cuando fue ella la que provocó todo con aquello de "me he quedado con las ganas de mirar un rato largo esos ojos verdes".

Era inútil. Había caído en la celada y vivir sin ella se le hacía muy cuesta arriba.

Seguía siendo querido y conservaba su encanto, pero aunque su cabeza le decía que se olvidara de una muchacha que había venido para quebrar su orden y que no necesitaba, su corazón iba por otro lado y le repetía constantemente "o ella o ninguna".

Aquello terminó como estaba escrito.

Entre dos aguas acabó en un charco de fango.

El muchacho que apuró hasta la hez la provocación de la chica guapa fue traicionado por ésta, que sin embargo afirmaba sentirse inocente porque nunca se comprometió.

¿Inocente?

¿Entonces a qué venían aquellos mensajes encendidos, los abrazos furtivos, esas ráfagas de amor?  

Aun así, el final le trajo la calma, el recuerdo pasajero de unos besos que fueron inolvidables y la sabiduría de que hay que rezar para que los sueños no se cumplan.

El novio rico, rico terminó en un marasmo desquiciante, pues aunque se ufanaba de haber conservado a la beldad, el precio fue vender su alma a la bruja.

¿Y la bruja?

Pues como siempre, las brujas son las primeras y las últimas víctimas de la brujería.


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sábado, 7 de mayo de 2022

El soberano Real Madrid

 

    Para Hughes, el mejor escritor del soberano


A raíz de que el Real Madrid C.F. pasase a la final de la máxima competición europea, se ha puesto de moda la teología para explicar los motivos de lo que se considera una concatenación de prodigios después de tres eliminatorias mistéricas.

"Que baje Dios y lo explique", tituló al día siguiente de la última gesta uno de los medios de comunicación de referencia del ex-presidente Mariano Rajoy, el diario deportivo "Marca".

Sin desmerecer al Todopoderoso, considero que no es necesario que éste comparezca para dar cuenta de lo ocurrido porque la explicación, más que divina, es schmittiana (de Carl Schmitt): el Real Madrid superó a sus rivales porque es el soberano, esto es, el que decide en la situación excepcional.


El duelo y el sujeto de la soberanía

Un partido de fútbol es una sucesión de duelos durante 90 minutos (si no hay prórroga y penaltis), siendo el duelo la unidad mínima (el átomo o la mónada) de la política, pues ésta es la actividad donde se dilucida la relación amigo-enemigo: o gano y sobrevivo, o pierdo y muero.

El duelo, en suma, es una situación límite. Y las eliminatorias de la Champions League (desde los octavos de final hasta la final) son un duelo de once contra once ante el escrutinio del orbe.

Ahora bien, en toda situación límite o estado de excepción surge ineludible la siguiente pregunta: ¿quién decide en la situación excepcional?

Si hablamos de fútbol, los considerados intelectuales del asunto afirman que quien decide es el que juega bien, entendiendo por "jugar bien" ajustarse a una idea preconcebida del deber ser futbolístico. Por tanto, quien no respete las normas que dicta la ortodoxia perderá.

Por contra, para el Real Madrid el sujeto de la soberanía, el que decide el duelo agonal, es el Real Madrid, siempre y en todo lugar.

Nos encontramos, pues, ante un concepto objetivo-jurídico y ante un concepto subjetivo-político de soberanía: quienes creen que quien decide el juego es el que se somete a un conjunto normativo, y quien parte del principio de que el soberano es quien decide serlo por encima de cualquier circunstancia.

 

Los legisladores no entienden al soberano

Así, es fácil entender lo ocurrido en las tres últimas eliminatorias de la Champions League 2021-2022: el duelista Real Madrid afrontó los lances considerándose el soberano, esto es, el que decide sobre la situación excepcional que todo partido a cara o cruz supone.

El Real utiliza todos los medios a su alcance.

Desde sus jugadores y la afición (la forma deportiva de asedio al enemigo) hasta su estadio (su espacio).

No obstante, el principal arma del duelista blanco no es ninguno de estos elementos materiales, pues todos están subordinados al repudio espiritual de la derrota.

Su resistencia a perder, aun jugando mal, es considerada por la crítica especializada como un evento mágico, en tanto resulta contradictorio con lo que ellos han establecido como deber ser del duelo: sólo debe ganar el que respete el canon.

Los santones no entienden que si ellos se han autonombrado los legisladores que dictan las reglas del juego, el Real Madrid se ha autodesignado como el soberano del mismo.

Y obviamente, los hacedores de normas pueden atribuirse el prestigio de la razón, pero la victoria siempre es del soberano.


Afición, camiseta y Presidentes

La historia del Real Madrid sólo se puede entender partiendo de la idea de que el club se ve a sí mismo como el único soberano legítimo, algo similar a lo que los monarcas antiguos consideraban su derecho divino a gobernar.

Es el concepto de soberanía lo que explica, por ejemplo, el comportamiento de su atípica afición y la forma que tiene de encarar las derrotas y las victorias.

Se dice que los socios del equipo son los que menos confían en él. Esto es un error porque las dudas no radican en la falta de confianza en los duelistas, sino en el drama de la derrota, ¿pues cómo puede asimilarse que caiga el soberano? 

El fracaso desmiente de forma temporal la condición de Su Majestad, por eso las derrotas merengues son descalabros existenciales que no encuentran paliativos porque carecen de fundamento.

Los torneos perdidos, especialmente si de la Copa de Europa se trata, no son fiascos deportivos para sus incondicionales, son crisis políticas: momentos en los que se produce la sustitución del soberano... aunque alguno de esos momentos haya durado varias décadas. 

Por esa misma razón, apenas celebran los madridistas más veteranos los triunfos, pues más allá de cómo juegue o quién lo entrene ¿qué mérito tiene ganar cuando uno es el soberano?, ¿acaso celebra el Papa su infalibilidad?

A sensu contrario, el resto de equipos, los que creen que el éxito depende del cumplimiento de la ortodoxia futbolística que esté de moda, pierden consolándose con volver al año siguiente con mejores jugadores que respeten con más fidelidad el canon, y celebran las victorias con la euforia propia del que sabe que su triunfo sólo ha sido un accidente.


¿Cómo justificar el dato de que futbolistas de nivel medio se conviertan en duelistas definitorios por el mero hecho de enfundarse la elástica del Real Madrid, si no fuera por el convencimiento de que forman parte del equipo que decide en las situaciones de excepción?


Pero también sólo bajo el concepto de soberanía se pueden entender los hitos históricos del club, más allá de los terrenos de juego.  

Fue uno de sus presidentes, Santiago Bernabéu, el que comprendió la situación límite que vivía el fútbol europeo a mediados de los años 50 del siglo pasado, cuando un grupo de periodistas del diario L´Equipe plantearon la necesidad de crear una competición europea de clubes. El Real Madrid afrontó el estado de excepción liderándolo hasta constituir la Copa de Europa.  

De la misma forma, la Superliga que persigue el actual Presidente del club, Florentino Pérez, sólo encaja dentro de los mismos parámetros: el Real Madrid reconoce otra situación límite (la decadencia del fútbol) y se arroga la soberanía, esto es, decide acaudillar el proyecto que lo salve.  

 

En conclusión, la superioridad del Real Madrid no tiene nada de esotérica, pues hunde sus raíces en una nítida causa política: el Real Madrid es el soberano, el que decide en la situación excepcional porque considera que ostenta el legítimo derecho de hacerlo.   

Si no están de acuerdo con mi tesis para explicar lo que ocurre con el Real Madrid y la Copa de Europa, siempre les quedará la solución del diario "Marca": "que baje Dios y lo explique".

Pero les advierto que tienen el riesgo de que Dios baje y les diga que el Real Madrid es el soberano no sólo por su voluntad de serlo y por la historia, sino porque así lo quiere Él.


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