domingo, 27 de septiembre de 2015

Paz imposible, independencia improbable, problema insoluble.



Aunque en el momento en que escribo los catalanes aún votan, casi todo el mundo se pregunta ya qué pasará el día después. 

Dado que en España no hay un pensador como Raymond Aron no nos queda otro remedio que parafrasearle.  

El genial francés, a cuenta de la guerra fría entre USA y la URSS dejó dicho: "paz imposible, guerra improbable". 

Pues bien, para el caso catalán me atrevo a pronosticar paz imposible, independencia improbable, problema insoluble.

Considero la paz imposible porque, debido al abandono de sus funciones por parte de los Gobiernos Centrales de España, para alcanzar mañana la paz en Cataluña alguien tendría que inventar una vacuna contra el síndrome de Estocolmo, y esto no está al alcance ni de Santo Google, que ya es mucho decir.

En cuanto a "independencia improbable", me baso en que "los Margallo", amplísima familia española con miembros tanto a derecha como izquierda de la clase política patria, ya se las arreglarán para encajar a base de dinero el "hecho diferencial catalán" en la Constitución, aunque el famoso a fuer de enigmático "hecho diferencial catalán" es como las armas de destrucción masiva de Irak, que todo el mundo sabía que existían menos los iraquíes (Boadella dixit).  

Para ayudar al "encaje del hecho diferencial" a fuerza de billetes del Banco Central Europeo, es decir, a su costa, querido lector, el Gobierno ha preparado una reforma del Tribunal Constitucional que será aplicada con todo rigor a funcionarios-partisanos de segundo orden de la nomenclatura catalana, los cuales quedarán sin empleo y sueldo por ver si escarmientan en cabeza ajena los prebostes de la Generalidad.   

La suma de paz imposible e independencia improbable ofrece como resultado un problema insoluble. 

Ahora bien, si no se cumpliera el diagnóstico de "independencia improbable" y se consumara la secesión apuesto por la experiencia de la historia, esto es, los españoles de Cataluña constituirán un movimiento de liberación nacional, el Frente de Liberación Charnego (FLCh).
En esencia consistiría en hacer lo mismo que ha hecho CiU (sin el impuesto revolucionario del 3%) desde los años 80 del siglo pasado, pero al revés: partisanismo político (incumplimiento selectivo de la ley, vigoroso compromiso político y penetración en todos órganos de la vida social y política del Estat Català). 
Obviamente esto supondrá el eterno retorno de lo mismo, o en términos castizos, vuelta la burra al trigo. 

Pero no, en España la navaja de Ockham (si comparas a un catalán con otro español y no puedes diferenciarles es que no existe hecho diferencia catalán) no es un principio científico que manejen "los Margallo". 

Aquí lo que se lleva es la política de chafarrinón.

No obstante, no debemos perder la esperanza.
Si Beckett esperaba a Godot, nosotros también podemos esperar a que San Google dé con la fórmula magistral de la vacuna que disuelva el problema antes que el síndrome descubierto en Suecia nos conduzca a la paz, sí, pero a la paz celestial.


twitter: @elunicparaiso

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