Pocas horas antes del inicio de la campaña
electoral de las elecciones autonómicas catalanas el ministro de Asuntos
Exteriores, José Manuel García
Margallo, defendió la reforma de la Constitución para encajar "el hecho
catalán" como solución a las reivindicaciones secesionistas.
"Después del 27 de septiembre habrá que hablar, pero vamos a hablar con buena voluntad, discutiendo lo que es posible y lo que no es posible".
"Encajar el hecho catalán en términos constitucionales en la realidad hispánica" requeriría primero garantizar que existe "un consenso suficiente" en torno a que no habrá "ruptura" y que las modificaciones se canalizarán "por los procedimientos establecidos" en la Carta Magna".
La exposición de Margallo (reforma constitucional, diálogo) refleja el desconocimiento del significado de la política partisana que dirige el inefable Mas, http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2015/07/el-partisano-mas.html el cual ha rechazado de plano la vía Margallo de solución al conflicto.
Así, a las pocas horas
de las declaraciones del ministro, el todavía Honorable ha aprovechado el
discurso institucional de la Diada para reclamar a los ciudadanos que
"asuman la decisión de la mayoría" que surja de las elecciones
autonómicas del 27 de septiembre, y que a partir del 28 "la concordia y la
voluntad de ser un solo pueblo guíe a los catalanes".
Pero por si acaso los
ciudadanos no aceptan lo que les diga la mayoría de Mas (por ejemplo,
suicidarse) sus satélites, al día siguiente de la Diada, ya plantean
públicamente dar amparo a actos de desobediencia civil para imponerla aunque se
caiga el cielo.
Cómo se puede
comprobar, al diálogo que ofrece Margallo, Mas contesta con la obligación de aceptar sí o
sí lo que Mas decida que es la mayoría.
Ahora bien, ¿es tan
tonto Margallo como parece?
La pregunta es pertinente no tanto porque nos preocupe la salud mental de Dº José Manuel, sino porque Margallos hay muchos a ambos lados del espectro político. Por tanto, responder la cuestión de forma adecuada nos puede permitir conocer el grado de inteligencia de la clase política.
La pregunta es pertinente no tanto porque nos preocupe la salud mental de Dº José Manuel, sino porque Margallos hay muchos a ambos lados del espectro político. Por tanto, responder la cuestión de forma adecuada nos puede permitir conocer el grado de inteligencia de la clase política.
Veamos.
El ministro plantea el
dilema en términos de regularidad y racionalidad.
Cree que la política
clásica aún es posible en Cataluña, entendiendo por política clásica la mutua satisfacción
de objetivos, siempre parciales, mediante una negociación alejada de todo
esencialismo y sometida a reglas.
Por eso le ofrece a Mas
un diálogo que debiera terminar con una salida honorable para ambos.
¿Y cómo pretende
conseguir que Mas acepte una negociación que ha rechazado hasta el día de hoy?
Otorgándole un triunfo
previo, esto es, la posibilidad de modificar la Constitución en términos que le
satisfagan.
Margallo, político
habituado a los usos de la diplomacia, cree que Mas conserva intacta su racionalidad, pero necesita vender una victoria inicial a sus huestes para que éstas acepten y
comprendan que si su líder se sentase a negociar lo haría con honor, aunque, a la postre, -piensan los Margallo del PP y del PSOE-, renunciaría en la mesa a sus posiciones maximalistas (la
independencia).
La reforma
constitucional para que se reconozca la identidad nacional de Cataluña sería la
presunta argucia con la que atraer al partisano no a un acuerdo definitivo,
sino a un mero armisticio.
Margallo se cree
Kissinger cuando éste impidió a Israel en la guerra del Yom Kipur infligir a
Egipto una derrota bíblica para dar a Sadat un triunfo que le permitiese
sentarse a dialogar con Israel desde una posición digna.
El doctor Kissinger lo
consiguió. El ministro español jamás.
¿Por qué? ¿Cuál es
el error de todos los Margallo que quieren salvar a Mas de Mas?
Que el partisano Mas no
teme a los diplomáticos o políticos de salón tipo Margallo que no amparan sus argumentos
con la fuerza.
El Gobierno español
debe entender que el partisanismo repudia la convivencia, no entiende el
compromiso..., al menos hasta que se les obligue a ello.
Después de la fuerza
(que no supone necesariamente violencia) se aprestan a negociar.
Pero si no hay fuerza, si no hay enemigo, ¿qué negociar?, ¿para qué?, ¿acaso no se celebró el plebiscito-performance del 9-N?
Su admirado Kissinger se lo diría.
Espero haber despejado la incógnita acerca de si los Margallo de guardia son tan tontos como parecen.
Espero haber despejado la incógnita acerca de si los Margallo de guardia son tan tontos como parecen.
Mañana de resaca.
En el momento en que escribo estas líneas
me entero que el Presidente Rajoy en un mitin en Lérida esta misma mañana ha
ofrecido "diálogo" si Cataluña (¿no querrá haber dicho la falange
racista catalana?) vuelve a la "normalidad", a la
"moderación".
¡Pobre diablo!
Hechos diferenciales.
El genio de Boadella deconstruye en pocos minutos los hechos diferenciales de los Margallos.
https://www.youtube.com/watch?v=wUTK3I8qFpE
Hechos diferenciales.
El genio de Boadella deconstruye en pocos minutos los hechos diferenciales de los Margallos.
https://www.youtube.com/watch?v=wUTK3I8qFpE
Boadella, no Margallo, fue quien tuvo que debatir con Junqueras.
El vídeo anterior demuestra que con 5 minutos hubiera sido suficiente.
El vídeo anterior demuestra que con 5 minutos hubiera sido suficiente.
@elunicparaiso
No sé por qué, pero tu post, Jorge, me hace pensar en este pasaje:
ResponderEliminar[Después a la unificacíon del Requeté y de la Falange] « Un industrial barcelonés, del ramo de la confección, recién entrado en la España “nacional” se frotó las manos. “¡Faltaráran millares de camisas azules y millaires de boinas rojas!, exclamó. Pidió permiso pare montar una fábrica y “La Voz de Alerta” le dijo: “ Si te vas a Sevilla, Quipo de Llano te lo arrenglará. Consigue un crédito bancario y Quipo te facilatará el montaje de la fábrica. ¡Pero date prisa que todo el mundo reclama ese uniforme!» (José María Gironella, "Un millon de muertos", Planeta, Barcelona 2011, p. 433).
Quién sabe por qué?
Hola Carlo.
ResponderEliminarEn España hay un refrán que dice:
"¿Dónde va Vicente?"
"Donde va la gente".
Pues eso.
Gracias por el comentario.
Como siempre, mejoras el blog.
Fuerte abrazo.
Una muchedumbre en movimiento, por definición, incluso aunque vayan todos en pelota picada, va a ser siempre susceptible de violentar a los individuos. Si te quedas quieto te arrolla. Y el hombre del siglo XXI -los hombres y las mujeres, se entiende- con sus facebook, sus descargas ilegales, su pret a porter fabricado en Dacca a precio de ganga, sus noventa y ocho canales de televisión y quinientos de video, sus Madrid-Barça y sus "Mujeres Desesperadas" de ninguna de las maneras va a querer arriesgarse a ser arrollado.
ResponderEliminarAunque pueda parecer mentira ¡o no! conforme la sociedad del bienestar va depurándose, la vilolencia, en política, va cada vez siendo más y más determinante. Y eso es lo que hay.
Un abrazo para todos!
Por supuesto Julian.
ResponderEliminarSin duda.
Pero para evitar que las muchedumbres minoritarias arrollen a los que no forman parte de ellas está el Gobierno, ¿no?
Nos seguimos leyendo.
Fuerte abrazo para usted.