Cataluña supone un experimento
con todo, sobre el futuro más próximo de Europa.
La situación del pequeño
territorio español es también la de España entera, la de Grecia de Tsipras, la de
Portugal. Pero incluso la misma que la de Francia y su Frente Nacional.
La primera característica del
momento político es la ausencia de rumbo, pues nadie sabe adónde vamos.
Para comprobarlo echemos un vistazo a este pequeño vídeo donde Artur Mas, el presunto caudillo del
independentismo catalán, balbucea pleno de estupor ante las sencillas preguntas
sobre el futuro inmediato de un
periodista amigo.
¿Un hombre con el rostro que se
le queda a Mas ante una dificultad menor
acaso puede llevar a su dizque país a algún sitio?
Mas (y Tsipras y Hollande) creen
que gobiernan. Pero en realidad el Gobierno de tantos países de Europa le
preside El Desconcierto.
¿Y por qué?
¿Por qué Mas es Rajoy, que es
Tsipras, que es Hollande, que es...?
Entre otras razones, la principal
sería su incapacidad para neutralizar el "juego del gallina", esa
macabra diversión consistente en ver quién de los pilotos en una carrera frena
más tarde ante la inminencia del abismo. *
En los sistemas políticos basados en la competencia electoral la escurridiza regla de oro es "el juego del gallina", esto es, el ganador es el que ante la certeza del precipicio niega el riesgo y se sigue comportando de manera irresponsable.
En los sistemas políticos basados en la competencia electoral la escurridiza regla de oro es "el juego del gallina", esto es, el ganador es el que ante la certeza del precipicio niega el riesgo y se sigue comportando de manera irresponsable.
¿Pero por qué esa poco menos que
secreta regla es la que impone su ley a Europa?
El "juego del gallina"
sólo es posible en un sistema económico donde la riqueza de la mayoría no
proviene de la propiedad individual o de su trabajo remunerado, sino de la
posesión o el disfrute de una carta de
servicios ofrecidos por una organización política.
Cuando el bienestar no depende de
cada uno sino que consiste en tener derechos sociales y económicos reconocidos
por la ley y presuntamente garantizados por los poderes públicos (a la educación,
a la vivienda, a la salud, al trabajo, a las pensiones, incluso al medio ambiente), el político que gana es el
que ofrece ampliar el menú, aunque el restaurante amenace ruina.
Si amplísimas capas de la
población viven directa o indirectamente de algún presupuesto político
(funcionarios, clientes de las administraciones públicas) y el trabajo asalariado
no permite superar el umbral de la pobreza, la provisión de servicios públicos
se convierte en la forma más rápida de pasar de la indigencia a la riqueza sin solución
de continuidad.
Así, la política deja de ser el
arte de garantizar la seguridad de los particulares sin interferir más que lo
justo en el desenvolvimiento de sus vidas, para convertirse en "la cosa de
comer". Y como con las cosas de comer no caben las bromas se impone
"el juego del gallina", esto es, el pueblo decide que quien tiene que
dirigir la máquina de fabricar riqueza es el que proclame a voz en grito que el
aparato no se agotará jamás, que el artilugio siempre proveerá, aunque sólo
Dios sepa cómo.
Bajo este espíritu de la época el
compromiso político no es una elección sino una forma de ganarse el sustento.
Hacer escraches al enemigo
político que advierta de los riesgos de la demagogia, impedir desahucios,
solicitar que sólo paguen impuestos los demás..., deja de ser una posibilidad
para trocar en una necesidad vital.
¿Qué puede hacer un Gobierno ante
el "juego del gallina"?
¿Disputar la partida siendo cada
vez más irresponsable o perderla de antemano?
¿Cabe otra cosa que no sea ganar (demagogia) o perder (prudencia)?
El dilema del "juego del
gallina" es el que atenaza y une en la misma tragedia a Mas con Rajoy, y a Rajoy con el resto de homólogos europeos sean de izquierda, de derecha o del
Partido Animalista.
Todos hacen penitencia por el
mismo pecado.
Rajoy pierde la partida del
"juego del gallina" con Mas porque éste ofrece a los catalanes el
paraíso vía la independencia, y Mas pierde su partida del dichoso juego con las
CUP porque el paraíso catalán no será tal si no es socialista.
Pero el juego, ¡oh divina trampa!
no termina nunca, sólo descansa.
Así, la facción de las CUP que
pactarán la investidura de Mas serán superadas por otra célula más radical de las CUP que se negarán a
apoyar a Mas por ser un fascista catalán. Y vuelta a empezar.
En realidad el "juego del gallina" es un milenarismo, pues sólo caben dos alternativas: el
paraíso o la muerte, y si tiene que ser ésta, ¿a quién le importa lo que ocurra
cuando todos estemos muertos?
Mas, Rajoy, Hollande, Tsipras,
participando y alimentando un juego que en realidad nadie puede ganar porque su
esencia consiste, repetimos, en que no acaba jamás.
La política está
"engallinada", quien la "desengallinará", el
"desengallinador" que la "desengalline", buen Presidente será.
* Juego del gallina: Comprenderán al instante a lo que me refiero si
recuerdan a James Dean en “Rebelde sin causa” celebrar con otro joven una
carrera de coches en dirección al vacío de un acantilado. El motivo de la
disputa era acreditar quién era el más valiente, y el ganador resultaba ser
quien frenaba más tarde, el último que se arrojaba del coche justo al límite
del precipicio. El que tomaba antes la prudente decisión de parar era el
perdedor, "el gallina”.
Gran articulo!
ResponderEliminar"La politica è "engallinada" chi "desengallinará" il "desengallinador" che "desengalline" buon presidente sarà". Buena pregunta. Que trato de encontrar una respuesta: hasta que haya gasolina (es decir, impuestos) para los automóviles(redistribución con motor)... Puerto el concepto al extremo lógico: nada impuestos, nada redistribución, nada "juego del gallina"... Qué político se atreverá? ;-) Abrazo!
¡Bravo Carlo!
ResponderEliminarGrandísima metáfora con la que estoy totalmente de acuerdo.
Es difícil saber quién se atreverá a dejar sin combustible los vehículos.
Mientras tanto, el trágico juego sigue su maléfica andadura.
La agresión física a Rajoy demuestra que cuando "El Desconcierto" reina el "juego del gallina" gobierna.
Un fuerte abrazo y muchas gracias.
Gran visión Jorge. Yo creo que el momento en que se acabará la gasolina, como dice Carlo, es cuando no se pueda funcionar con 90.000 millones de euros de déficit. Habrá que recortar. Vamos sin rumbo efectivamente.
ResponderEliminarSaludos a todos.
Gracias Dº José Ángel.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario.
Es posible que todos sepamos lo que va a pasar, pero el premio gordo será para quien sepa cuándo.
Mientras tanto podemos releer "El Antiguo Régimen y la Revolución" de Tocqueville.
Igual intuimos algo.
Un cordial saludo y Feliz Navidad.
Jorge, buen consejo (de lectura) :-) Gracias Dº José Ángel por la cita! :-) Y Feliz Navidad a todos!
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