Ando
desconcertado.
Mis
amigos andan preocupados por la educación de sus hijos, por sus malas
perspectivas de futuro, “a ver si aprenden bien inglés para que puedan irse
pronto de aquí”, es el anhelo casi unánime.
Sin
embargo a mí, que todavía no tengo hijos adolescentes, sólo me desasosiega una
cosa: cómo explicarles a los muchachos que una vez hubo un grupo paramusical
llamado “The Clash”.
Si
esto lo hago bien, creo que todo lo demás será coser y cantar.
Está
visto y comprobado que cuando un imberbe escucha “Tommy Gun” (1978) https://www.youtube.com/watch?v=bFHEuKkTa5k
su identidad ha cambiado, no parará hasta llenar de pegatinas de la banda sus
objetos cotidianos porque ya no es fulanito o menganito, sino un fan de “The
Clash”, y eso tiene decisivas consecuencias.
En
mi caso fueron innecesarios los adhesivos, pues ocurrió algo peor: no me bastaba que la gente
supiera que me gustaban “The Clash”, yo lo que quería era vestirme como ellos. Dicho
y hecho. Me fui al ropero, cogí una bonita camisa de rayas y le corté las
mangas para ponérmela con el cuello alzado, por supuesto.
Sabía que estaba actuando mal. Por eso escondí la camisa, que mi
madre, escandalizada, encontró y tiró, pero claro, la disculpé porque mi madre
jamás escuchó “Tommy Gun”.
Pero
el acto adolescente fue irresistible, inevitable, aunque “I can´t explain” por
qué.
Abandonemos la biografía para pasar a la filosofía: ¿deben los muchachos admirar, divertirse, adorar a “The Clash”, aun
sabiendo que ello resulta uno de los caminos más seguros a la perdición?
Siempre
queda la posibilidad de que no les conozcan nunca o la salida de llevarles al
terreno de los “Pet Shop Boys”, aunque nunca sabes qué es peor.
El problema no está en que les descubran, sino la manera en que tenga lugar el
encuentro.
Lo decisivo, como casi siempre, son las formas.
Lo decisivo, como casi siempre, son las formas.
Importa que sean presentados debidamente, que no les conozcan por sí solos o trasegando cerveza con los amigos/enemigos, pues si esto ocurre olvidaos de los
muchachos hasta que sean muy, muy mayores, y buscad la felicidad en la conversión al fanatismo religioso, por
ejemplo, haciéndoos seguidores del Fútbol Club Barcelona, que gana hasta
cuando pierde.
No, los
Clash deben ser conocidos en casa, deben formar parte de la educación familiar.
Los
chavales deben ver el vídeo de “Tommy Gun”, y el de "White riot", "Death or Glory" o "Train in vain", sobre todo éste último, porque luego, quizás después de unos días, debéis ponerles éste otro (si no lo hacéis vosotros nadie lo hará) de Mike Jones, uno de los componentes del grupo, en Portobello más de treinta años después de los dolores https://www.youtube.com/watch?v=3wU65Ka0Lq8 .
Y explicarles, aunque no se lo crean, que es la misma persona la que aparece en todos los vídeos.
Es posible
que luego de ese visionado terminen menospreciando a “The Clash” o, lo que es
peor, riéndose de ellos.
En realidad
bastaría con que les pusiesen en el justo medio.
Esa sí sería
una lección para toda la vida.
twitter: @elunicparaiso
En cuanto se compre unos teclados, Mick va de cabeza a amenizar las soireés de los británicos en los hoteles de Benidorm y la Playa del Inglés.
ResponderEliminarAunque... uhmmm... habremos de reconocer que el "I should stay or should go" ha tenido siempre, incluso cuando salió y Strummer todavía llevaba algún imperdible para no intentar perderse, un toque a "Los Pajaritos" bastante sospechoso. Un poco a lo Coyote Dax, pero con aires punk. ;-)
Muchas gracias por su comentario señor Bluff.
ResponderEliminarSí, Mick terminará en Benidorm anunciando las playas de la zona con eslóganes similares a este: "Visite la costa Azahar, su costa pospunk".
Quizás todos lo hagamos.
Aunque los muchachos seguirán escuchando a "The Clash".
Le animo a seguir participando.
Su ironía se agradece.
Un cordial saludo.
Pensándolo mejor, y para no ser responsables de publicidad engañosa, el eslogan debería de ser "visite la costa Azahar, la costa neopunk".
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