La atracción que genera la rivalidad
entre la forma de entender el fútbol que tiene el señor Mourinho y la que tiene
el señor Guardiola trasciende el propio juego.
Sus nombres son ya tan famosos que
han servido para crear los epónimos “mourinhismo” y “guardiolismo”, conceptos
con pretensiones de encerrar en ambos casos poco menos que distintas maneras de
entender la vida entera, el Bien y el Mal.
Ahora bien, yo los traigo aquí
porque los considero epifenómenos del asunto principal, esto es, el eterno
dilema entre el realismo y la ideología, entre la vida y la idea de cómo debe
ser la vida.
En
el fútbol, en tanto actividad agonal, competitiva, los dos equipos que
intervienen quieren ganar, pero al final siempre gana uno y pierde el
otro.
Por
eso, según se entienda el rol propio, pero también el del contrario; el juego
de todos los contendientes variará entre dos formas únicas: más defensivo o más
ofensivo.
Reitero
que al rival siempre se le quiere ganar, pero puede hacerse resistiéndole
mientras esperamos una oportunidad o tratándole como si no existiera, es decir,
teniéndole en cuenta y adaptando nuestro juego al suyo o jugando siempre según
un sistema, un estilo, “porque el estilo no se negocia”, se suele decir.
Otorgar
la primacía al rival no supone partir de una posición de inferioridad, tal y
como tantos sermonean, sino aceptar la vida y el fútbol tal como es.
Todo
ser humano tiene repartidos virtudes y defectos, también nuestros rivales.
Por
tanto, si reduzco sustancialmente mis fallos quizás pueda contrarrestar las
virtudes del contrario hasta hacerle fallar, pues si mis errores no consigo
evitarlos, mis virtudes quizás no sean suficientes para doblegar al rival.
Los
entrenadores que asumen esta visión pesimista, en tanto realista, de la
existencia, es lógico que tengan como prioridad estratégica y táctica la defensa,
pues ésta no viene a ser más que la expresión de la lucha perdida por superar
una discapacidad insuperable: el pecado original que nos hizo débiles,
sufridores, hombres, en suma.
Por
el contrario, los entrenadores que parten de una idea previa, que se jactan de
“morir con un estilo”, de jugar siempre igual, el rival les importa una higa.
La
importancia que le dan al equipo contrario es inversamente proporcional al
elogio que hacen de él en las ruedas de prensa.
Su
concepción del juego se basa en un racionalismo artificial, pues pretenden superar
los imponderables de todo juego mediante un constructo a prueba de azares, esto
es, un sistema que sea capaz de ganar no sólo al rival sino al propio juego, pues
en última instancia creen de veras que con su sistema se puede ganar siempre.
Estos
entrenadores son ideólogos en cuyo sistema no entra el error ni el vicio, pues
si se hace lo que se debe todos los partidos se ganarían y por goleada.
El
futbolista ya no es un hombre, esto es, un ser con defectos y virtudes, sino la
expresión de una idea, y por tanto ajeno a la funesta manía de pensar en el
otro, pues si perseveramos en nuestro sistema ninguna virtud del
contrario nos podrá vencer.
Si
el entrenador que se preocupa del rival no parte de una posición de
inferioridad, el que no se preocupa del otro por supuesto que parte de una idea
de superioridad, no en balde ha encontrado la piedra filosofal.
Por
tanto, los entrenadores que se preocupan del rival, de defender al rival, pasan
necesariamente a la categoría de inmorales, indecentes, malas personas, que se
oponen al reinado de lo bello, lo bueno y lo verdadero.
Por
eso no entienden cómo pueden perder un partido, cómo es posible que pueda
ocurrir semejante evento. ¿Cómo se permite que Dios sea derrotado por el Demonio?
Del
fútbol hemos pasado a la moral y hasta a la teología.
El
sumo sacerdote de los entrenadores ideólogos es Guardiola.
Pero
claro, hasta Guardiola sabe que la ideología siempre tiene que confrontarse con
la realidad, y su realidad se personifica en Dº José Mário dos Santos Mourinho
Félix, Mourinho para el mundo; y en todos los equipos que dejan en mal lugar a
su constructo antinatural (Real Madrid, Inter de Milan, Borussia de Dortmund).
Se
dice que la realidad es dura de pelar, pero lo que realmente es duro es la
idea, la ideología, pues ya se sabe que “el estilo no se negocia”.
De
repente aparece el rival, aquel al que dábamos por muerto resucita en forma de
monstruo injusto.
Es
el momento en que los jugadores de los equipos contrarios pasan de ser futbolistas a convertirse en atletas y el
planeta fútbol se enfrenta a negros nubarrones porque el juego defensivo y el
ataque en forma de contragolpe se impone al tiqui-taca.
¿Autocrítica?
Sí,
claro. La falta de tiempo para imponer nuestro estilo, nuestra idea.
El
tiempo todo lo podrá, de la misma forma que el comunismo llegará algún día, aunque no se sabe cuándo.
Pero
de la misma forma que el comunismo era irrenunciable, el estilo de jugar es
irrenunciable, pues lo único que se salva del naufragio es lo que ha provocado el naufragio: la idea convertida en fan-atismo.
¿Cuál
era la receta de los comunistas para superar el fracaso del comunismo?. Por supuesto, más
comunismo.
La
misma receta de cualquier ideología y por tanto también la de los entrenadores
ideólogos: "¿cómo enfrentarse a la quiebra del sistema?, ¿cómo superar la derrota?
"Perfeccionando el sistema" -contestan-.
"¿Pero acaso no es el sistema el que te ha llevado a perder?" -pregunto yo-.
"Tú eres mala persona, un traidor, un fascista defensivo" -replican-.
"Perfeccionando el sistema" -contestan-.
"¿Pero acaso no es el sistema el que te ha llevado a perder?" -pregunto yo-.
"Tú eres mala persona, un traidor, un fascista defensivo" -replican-.
El
guardiolismo en un reflejo de un momento histórico donde se huye de la realidad
para construir la hiperrealidad del hombre libre del azar, de la derrota, del
sufrimiento, del pecado original.
Pero
hay otro detalle que convierte al guardiolismo en ideología de moda: la defensa
del onanismo.
El
tocar y tocar la pelota, la posesión del balón como mantra obsesivo, el
tiqui-taca, la ignorancia del otro, el refuerzo del Superyó, el culto al ego.
Philip
K. Dick se preguntaba si sueñan los androides con ovejas eléctricas.
No puedo responder a esa pregunta.
Sin
embargo, sí puedo decirles que el guardiolismo sueña con jugadores balonanistas.
twitter: @elunicparaiso
Ji ji ji "balonanismo"
ResponderEliminarLa auténtica realidad es que el fútbol se ha convertido en una pachanga entre modelos de lencería y, en eso que aparecen unos tios normales como Iniesta o Jordi Alba, y ganan el mundial.
Ni todos los Beckhams o Cristianos o Guardiolas o Mourinhos podrán cambiar que el fútbol esta compuesto de un 1% estrategia y un 99% confianza. El resto, efectivamente, es hacerse pajas mentales.
¿Te imaginas a Guardiola Presidente de la Generalitat?
EliminarDeclararía la guerra a España, aunque ello supusiese una ruina para su pueblo, porque es "lo que siente".
La ideología es eso: el fanatismo de la idea.
Mourinho defiende y pierde porque se sabe humano, demasiado humano.
Guardiola ataca y pierde porque se cree sobrehumano.
Se suele decir que cada uno elija lo que quiera.
El problema del guardiolismo es que la elección no existe.
O si existe es para llevarte al Lado Oscuro.
En el "justo medio" aristotélico suele residir la virtud.
"Después de esta derrota estoy más convencido de mi filosofía" es lo que dice Guardiola el 2 de mayo de 2014, tres días después de perder 0-4 contra el Real Madrid.
ResponderEliminarSin duda necesita ayuda psicológica urgente.
Lo dicho: peor, mucho peor que los comunistas.
Permanecer fiel a tu estilo no es del todo descabellado ya que puede ser mejor hacer bien lo que haces (y aunque pierdas sigues perfeccionadote en ello) que mal algo a lo que no estas acostumbrado y ademas echando poco a poco al garete los automatismos que tenias en tu estlo. El problema es si te pillan el truco y te plantean un estilo que es como una piedra frente al cual tu estlo resulta tan ioperante como una guadaña frente a una piedra. En el plano miltar tenemos la falange macedonia que tras barrer todo lo que se le ponia por delante de Grecia hasta la India se reveló totalemente impotente frente a la legion romana, una legion dicho sea de paso que tenia muy poco en comun con la que habia sido derrotada por Anibal. Plutarco explica las razones estructurales, o sea independientes del talento de los generales, de la calidad de la tropa o del terreno por las cuales una falange macedonia tenia todas las de perder frente a un ejercito romano. Testarudez o falta de tiempo para rearmar, reorganizar y reentrenar su ejercito a la romana los macedonios murieron fieles a su estilo. Literalmente. Los demas terminaron esclavos de los romanos.
ResponderEliminarMuchas gracias por su bonito e interesante comentario.
EliminarAdemás está muy bien traído.
No he tenido noticia hasta hoy del mismo.
Disculpe no haber contestado antes.
Un saludo y ojalá siga haciendo aportaciones al blog.