lunes, 17 de junio de 2013

¿Son los españoles mansos?



            Después de analizar en los dos artículos precedentes qué es el Movimiento 15-M y las reformas que propone la clase intelectual más empingorotada para que pasemos a otro régimen peor que el actual, es decir, más estatista aún; puede quedar la impresión que los españoles son o se han convertido en un pueblo manso, borreguil, incapaz de aspirar a la libertad política, sin fuerza para levantar la voz a sus múltiples amos, salvo para pedirles una sumisión más confortable.

            Antes de que podamos verificar ésta intuición es necesario que distingamos dos conceptos: legalidad y legitimidad.

            Los dos términos no siempre tuvieron significados distintos, pues cuando la única ley era el derecho basado en inmemoriales usos y costumbres, gobernante legítimo era el que cumplía las leyes vigentes, bondadosas en tanto antiguas, pues si habían pasado el fielato del tiempo era por su maridaje con el sentido común, más allá de las vicisitudes de la historia.

            Sin embargo, con la aparición del Estado y su “acorazada legislativa”, la legalidad se disoció de la legitimidad. Es decir, la ley (entendida ahora como la legislación estatal) puede ser justa (legítima) o no (ilegítima).
            Un ejemplo: el aborto, o el matrimonio gay, en España es legal, y simultáneamente es considerado ilegítimo por partes no desdeñables de la población.
           
            Pero puede ocurrir una cosa más: que un comportamiento generalizado sea ilegal pero tenido por legítimo entre el pueblo. Véase el fraude fiscal.  

            Tenemos al toro en el ruedo. ¡A la faena!

            Según Gestha, el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, el fraude fiscal ha dejado sin efecto la subida del IVA de 2010, (subió del 16% al 18%) puesto que Hacienda recaudó por el referido tributo un 5,4% del PIB en 2011, cuando en 2010 la recaudación fue del 6%.

            Esto sólo es un detalle de una situación bien definida: según datos que se dieron a conocer el pasado 6 de Junio basados en dos informes (Taxation trends in the European Union y Tackling undeclared work in 27 EU Member States) España ocupa las peores posiciones por recaudación por IVA en la UE de 27 socios. Mejor dicho: es el último. Malta, un ejemplo, con tipos iguales o inferiores a los españoles es el décimo.
            En cuanto al Impuesto de Sociedades, el tipo nominal es del 30%, lo que nos coloca en el quinto puesto del ránking UE-27. Pero en recaudación está de los últimos (puesto 22).

           ¿Qué nos dicen éstos datos respecto a la idiosincrasia de los españoles en sus relaciones entre ellos y con el Poder?
            Yo diría que identifican dos rasgos. El primero, indiscutible, que muchos de nuestros compatriotas son insolidarios respecto a sus semejantes que pagan sus tributos conforme a ley, y el otro que también gran número de ellos tienen al Estado por ilegítimo y no se arredran ante éste, por muy legal que sea.
            En resumen, gorrones y rebeldes a los mandatos de la autoridad.

            El hecho social de la defraudación al Estado es un correlato del Poder fiscal de éste, por cuanto todo Poder crea su resistencia.
             Pero que el fraude fiscal sea masivo a fuer de cotidiano refleja un grado de intensidad en la revuelta nada despreciable, pues no por casualidad se sitúa a la cabeza de Europa. 

            ¿Pero por qué se hace de esa manera?, ¿por qué la oposición al Poder se realiza de manera egoísta?, ¿por qué no deponen a los gobernantes que saben corruptos y edifican otro sistema mejor para todos?

            Simplemente porque el español no cree que la política, la “cosa pública”, sea un medio idóneo para defender sus derechos o realizar la justicia.
           El común la entiende como un oscuro manejo de individuos sin escrúpulos a los que siendo necesario soportar, resulta más necesario aún engañar.
        ¡Qué lejos de los españoles siquiera la aspiración a que nuestro sistema político haga suya la teoría aristotélica del “justo medio”!

            “Pero sin embargo votan mucho” –es posible que piensen ustedes-.

            Sí, pero ello se debe a que la relación con la política es idéntica a la que se mantiene con la religión: de la misma manera que afirmamos ser católicos pero permitimos que los cepillos queden vacíos las escasas veces que se acude a misa, también votamos solicitando “dignidad y justicia” pero no nos aplicamos el cuento. 

          Para gran parte de los nuestros la participación democrática, la separación de poderes, eso de la "política con mayúsculas", no es otra cosa que la micropolítica del fraude fiscal como hábito. 

             No, España no arderá por los cuatro costados a consecuencia de una revuelta política.
         No a menos que el canibalismo de Estado pretenda recaudar todo lo que sus leyes fiscales le permiten.  

            Por tanto el español sí es contestatario, pero lo es de forma peculiar, sin demasiados aspavientos, más bien de "aquella manera", bastándole con sus frecuentes regates al fisco que impiden a éste poder gastar más.
            El buen gobierno -piensan nuestros prójimos- es un asunto de charlatanes que lo ven todo muy fácil.
            La revolución se la prestan a la intelectualidad mientras ellos puedan seguir defraudando al Estado Caníbal y Fiscal.



           twitter: @elunicparaiso


12 comentarios:

  1. Si tenemos un pueblo de rebeldes egoístas ¿para qué lo queremos cambiar? La gorronería de la que hablas con razón parece un subproducto de la envidia igualitaria. El régimen nos hace caer en el vicio como único remedio para seguir viviendo.

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  2. Maestro, eso mismo me pregunto yo. ¿Para qué?

    Quizás lo mejor de España sean los españoles. Los rebeldes españoles que hacen frente como pueden al Estado Caníbal.

    O no, pues quizás también los españoles puedan lograr que España (y ellos) sea un poquito mejor conservando su rebeldía y practicando un egoísmo bien entendido.

    Un abrazo fuerte de su seguidor y muchas gracias por continuar leyéndonos.

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    1. Jorge, sería fenomenal si se tratara de una «insumisión fiscal»; un «Tea Party» (el verdadero: el bostoniano de 1773) a la hispánica, pero me temo que no hay tal, sino simple y llanamente el efecto demoledor descrito por Laffer, que por mucho que se les explique a las «castas extractivas» no llegan a comprender; o no quieren comprender, por mor de terminar reconociendo su auténtica inutilidad como «elites».

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  3. Hola Rafael.
    Yo creo que pides mucho.
    ¿En España un Tea... qué?
    Como mucho "otra ronda que paga Hacienda".

    En cuanto a Laffer y su famosa curva, otro día te llevo la contraria.

    Gracias por tu comentario, maestro.

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  4. No soy tan optimista como tu infiriendo del fraude fiscal un comportamiento de rebeldía. Me parece más un asunto de economía de subsistencia. El Estado intenta convertir el tema de los impuestos en un asunto moral, lo cual es ilegítimo. Sería interesante saber si los españoles han terminado creyendoselo, y tengo mis dudas. No se si habrá alguna encuesta por ahí sobre este tema.

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  5. Hola Pedro.

    El fraude fiscal, aunque sea por subsistencia, objetivamente es un acto de rebeldía contra la legalidad en vigor en tanto comportamiento ilegal. Aunque los responsables del fraude no tengan conciencia de ello.

    En cuanto a que el Estado califique la defraudación fiscal de acto inmoral, además de ilegal, es obvio: el Estado se considera un ente moral y por tanto los que se oponen a él caen en la inmoralidad ipso facto.

    No te puedo decir si existen encuestas para determinar si los españoles se creen eso de que "Hacienda somos todos".
    Pero te soy sincero: de la misma manera que si haces una encuesta sobre la pena de muerte muy poca gente dirá estar a favor, si preguntas sobre fraude fiscal todo el mundo contestará que los impuestos están muy bien y los que practican el fraude son malos ciudadanos.
    Es decir, la presión de lo políticamente correcto produciría tal sesgo en los resultados de la encuesta que la haría inservible para conocer la opinión real de los entrevistados.
    Esto mismo se dice en el artículo cuando comenta que la relación de los españoles con la política es la misma que mantienen con la religión: hipocresía y nada más que hipocresía.

    Por eso nada mejor para conocer el grado de satisfacción, o su contrario, de los ciudadanos con el Estado que el porcentaje de defraudación al Fisco en relación con el PIB.

    Los datos del fraude en España, líderes europeos, indican una gran desafección del pueblo con su clase política, con su régimen, con el Estado Caníbal.

    A eso le llamo revuelta. Sorda, casi imperceptible pues no se manifiesta ni rompe cristales, pero revuelta en toda regla. Mira si no, cómo el Caníbal se vuelve loco por reprimirla hasta el punto de limitar las libertades civiles (restricciones a pagos en efectivo, intromisión en la vida privada de los contribuyentes...).

    El 15-M y las reformas que propone la intelectualidad "cool" no les preocupa, el fraude fiscal les aterra.

    Un abrazo y gracias por leernos y comentar.

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    1. Me parece que una rebeldía sin voluntad dirigida hacia algo, es rara, casi diría que no es rebeldía. De ahí que yo lo interprete más bien como economía de subsistencia. La rebeldía, tendería a organizarse políticamente para presionar al gobierno a bajar los impuestos.
      De otro lado, alinearse con lo políticamente correcto, expresa un consentimiento, que sea hipócrita o no, es real en sus consecuencias de comportamiento. Y de fondo, está el miedo, que es el factor que más empuja a alinearse con lo políticamente correcto. El miedo al mito de una hacienda omnipotente que lo sabe todo. Puro mito si se mira fríamente. Hacienda es tan manta como cualquier organismo público.
      Es cierto que la desafección hacia la oligarquía política crece por momentos. Y no es menos cierto que las redes de dependencia del Estado son muy amplias; empleos, pensiones, organizaciones, subsidios, subvenciones, canonjías, negocios con el Estado,…. puede que un 30% o más de la población activa viva dentro o en relación al Estado, de ahí que la desafección, es con los políticos, el gobierno, etc., pero no con el Estado Caníbal, que sigue siendo un tótem sagrado en el imaginario colectivo como Estado del Bienestar.
      Topología revolucionaria actual del pueblo español: “Echar o cárcel para los chorizos”, “que los ricos paguen más”, “más ayudas al pobre”, “que el Estado controle más….”. ¿Alguien habla de reducir el coste del Estado? Por eso el gobierno lo que dice es “necesitamos más financiación y refinanciación” hasta el infinito y la eternidad. Europa ¡Sálvanos!
      Mientras el pueblo siga creyendo que la solución está en el Estado Caníbal, la alternativa solo puede venir de la quiebra y suspensión de pagos, es decir, de que se desmoronen las expectativas de vivir en el Estado o por el Estado.

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  6. Pedro, la Revolución Francesa no fue un acto premeditado por parte de los jacobinos.
    El azar juega un papel importante en los levantamientos.
    No lo olvides.
    El primer tercio del libro "Teoría pura de la república" de Antonio García Trevijano lo explica muy bien.

    Estoy de acuerdo en que la desafección no es con el Caníbal en tanto mito. Aciertas de pleno.
    El común cree que el Caníbal, sin corrupción, deja de ser Caníbal para convertirse en Estado del Bienestar. Falso de toda falsedad.

    Pero, ¡oh paradoja! el fraude fiscal impide que el Caníbal avance.
    Es decir, por un lado se quiere más Estado dizque benefactor y por otro se le cortan las vías de financiación.

    ¿Cómo acabaremos?

    ¿Con Estados atacando las libertades civiles para alimentar a la Bestia?, ¿con revueltas fiscales como consecuencia de la pérdida de libertades civiles? -casi todos los levantamientos políticos han nacido de revueltas fiscales, desde la Revolución americana hasta la guerra comunera de Castilla-, ¿con la quiebra del Caníbal?.

    No lo sé. Todo puede ocurrir. Pero no habría que perder de vista el fraude fiscal. Supone un mar de fondo de oposición no despreciable, incontrolada, que por eso mísmo puede encender la mecha del cambio.

    Un abrazo.

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  7. Totalmente de acuerdo con tus reflexiones. Quizas tendría oportunidades ahora, canalizar un movimiento cívico articulado sobre los impuestos, con todo lo que de ellos se deriva, en cuanto al tamaño, funciones y control del Leviatán Caníbal que nos ha tocado vivir. Creo que es el tema central de la actualidad política de estos tiempos. El resto son derivadas.

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  8. Hola Pedro.
    Quizás es el momento. No lo sé.
    No soy Lenin, auténtico genio de la estrategia revolucionaria.
    De momento vamos a seguir desde aquí intentando destruir la mentalidad estatista.
    Y estar preparados para lo que venga, para analizarlo y comprenderlo.
    Creo que es nuestro papel.
    Un fuerte abrazo.

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  9. El pueblo español desconfía de sus gobernantes tanto como éstos desconfían del pueblo. Es un fenómeno que sólo se da en las dictaduras. Nuestra historia ha forjado nuestro carácter en la desconfianza frente al poder, al que percibimos como esencialmente ladrón y corrupto. Es un fenómeno que va a más. Actualmente, una gran parte de la población no podría sobrevivir si cumpliera escrupulosamente sus "obligaciones" fiscales.
    Yo mismo defraudo a Hacienda todo lo que puedo, y al hacerlo me siento moralmente reforzado. En realidad, un esclavo nunca defrauda, sino que se libera.
    La única esperanza que tenemos como país es forzar a nuestros gobernantes a dejar de parasitarnos vía fraude fiscal masivo.

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  10. Gracias por tu comentario ambb.
    La relación de los españoles con el Poder es tal y como la describe: desafección creciente.
    La no colaboración tributaria es el índice por excelencia para acreditarlo.
    En los pueblos considerados del Primer Mundo la rebelión ya no se producirá en las calles jamás, pues el Estado caníbal lo impediría y en las casas se está muy bien.
    La revuelta ciudadana se concentrará en el fraude de los ciudadanos a sus respectivas Haciendas Públicas.
    Un abrazo fuerte y quedamos a la espera de sus nuevas intervenciones en el blog.

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