sábado, 22 de febrero de 2025

Loa a los maestros simplificadores


6 de la tarde.

La necrológica que ha dedicado Miguel Ayuso a Dalmacio Negro ha levantado cierto resquemor entre alguno de los discípulos de éste.

En el artículo publicado en los Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada, Ayuso comenta del profesor, entre otras cosas, que “su orientación intelectual es difícilmente asible. De profesión liberal, aunque de un liberalismo singular, en algún momento de su trayectoria viró hacia posiciones diríase que conservadoras. Y no dejó de cruzarse ocasionalmente en el camino con el mundo tradicional”.

Continúa diciendo que “quizá por esa combinación de cualidades personales y eclecticismo intelectual, en los últimos decenios de su vida alcanzó un notable influjo sobre jóvenes generaciones de estudiosos de distintos sectores del llamando mundo católico…”.

Quien haya leído mi artículo “El líder de los emboscados” en “La Gaceta de la Iberosfera” podrá comprobar que sólo puedo estar de acuerdo con la apreciación de Ayuso sobre la “auctoritas” de Negro Pavón.

No obstante, lo que ha provocado el malestar ha sido la última frase del obituario: “Pero Dalmacio Negro tampoco estaba particularmente preocupado por la taxonomía de las ideas”.

Si el profesor se ocupaba en sus clases de que todos los conceptos difusos de la ciencia política fuesen aclarados para devolver a cada idea su significado distinto y preciso, ¿cómo el catedrático de Derecho ha podido escribir semejante despropósito?, ¿cómo puede dar a entender que confundía las distintas escuelas de pensamiento? -se preguntan-.

Desconozco el motivo por el que Ayuso lo dice, pero creo que sí, que al más grande sumiller de los conceptos le importaba un bledo la taxonomía de las ideas.

No obstante, el motivo es sencillo, pues ser su mejor conocedor era la causa por la que le importaba un bledo su clasificación.

 

8 de la tarde.

Hablo con un fino estilista de la prensa sobre fútbol y sus tácticas.

Cree que al Real Madrid sólo le falta un lateral izquierdo que ejerza de interior para cerrar un círculo virtuoso.

No digo que no, pero su comentario me lleva a Ancelotti y al desprecio que provoca entre los teóricos del balompié que se ganan la vida haciendo trajes a los demás: "eso no es así", "esto bueno", "aquél no tiene ni idea". 

Ancelotti, el jugador que, junto con Baresi, estuvo en el eje de los equipos de Arrigo Sacchi, el entrenador olvidado del que beben todos los que facturan millones de euros explicando y aplicando “el achique de espacios”; es calificado como un analfabeto de la táctica, como un “alineador” cuyo mérito esencial consiste en dar palmaditas en la espalda a sus muchachos mientras les pregunta, antes del entrenamiento, por el vino que tomaron durante la cena la noche anterior.

¿Cómo se puede afirmar que el hombre que estuvo en el corazón del orden del Milan de Sacchi es un imbécil sistémico?

No son capaces de pensar que al que llaman “Abuelotti” quizás le importe un bledo el orden táctico, la taxonomía del juego y la madre que parió a los “panenkitas”, porque conoce todos los enigmas de las estructuras y sabe mejor que nadie cuáles son sus mediocres resultados en términos de acierto y verdad cuando no tienes a Van Basten de 9 o a Paolo Maldini (no a Fran García ni a Camavinga) en el lateral izquierdo.

Y si no, comprueben la trayectoria profesional del teólogo de la táctica y segundo entrenador, Juanma Lillo.

 

11 de la mañana del día siguiente

Hay quien puede llegar a creer que el hecho de que a Dalmacio Negro no le preocupase la taxonomía de los conceptos significa que los confundía. De la misma forma, hay quien considerará que Ancelotti, perdedor de algunas batallas históricas y ganador de memorables decenas de ellas, es un pobre diablo que ignora las reglas básicas de la ocupación del espacio en un campo de fútbol. 

No obstante, a los de la faca en la cintura que esperan en la esquina para ajustar cuentas les sale el tiro por la culata con estos dos tipos, pues el supuesto menosprecio es la mejor loa.

Así, de la misma forma que al sabio Dalmacio Negro no le preocupaba tanto la clasificación de las ideas (liberales, tradicionalistas, conservadoras, estatistas…) como la conveniencia de cada una de ellas en aras a la consecución del bien común en cada momento histórico; Ancelotti, la extensión del genial Sacchi en el campo, no presta excesiva atención a los diferentes sistemas de juego porque lo relevante es la victoria con los jugadores disponibles, por encima de cualquier estructura ideal.

En definitiva, relativizar la taxonomía de las ideas o infravalorar el orden táctico sólo lo pueden hacer los aristócratas del pensamiento o del juego, los maestros de su profesión que olvidaron serlo en aras a un fin mayor, esto es, la simplificación de la complejidad que logra el mejor resultado con los medios siempre escasos del artesano.  

Uno de los grandes problemas de Occidente no consiste en que no haya líderes o sabios, sino que los que hay ya somos incapaces de reconocerlos.

 

twitter: @elunicparaiso


1 comentario:

  1. Apreciado autor

    No me veo capacitado para seguir su razonamiento, pero le leido con interes, si bien en algo estoy de acuerdo con Ud.

    No hay lideres o sabios, pero si me da credito y me permite no dar datos o ejemplos de mis palabras le indico que tampoco la " vieja guardia " no tiene relevo

    Y lo afirmo, por ejemplo en mi vida, ya que quienes nos deben de relevar no estan en capacidades, o formados, o interesados en seguir o mantener el nivel. Ni disponemos de fuerzas o capacidades. Podria darle ejemplos, pero preferiria no hacerlo

    Lo triste es que no es solo una falta de liderazgo. Es una situacion social e incluso moral

    Saludos, y como le indique hace unos meses: Bienvenido a su blog

    Jose

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