domingo, 19 de febrero de 2023

Glotonerías legislativas VI

  

A los amigos que esperan una revolución y aún no han leído mi anterior artículo siempre les contestó de la misma forma: ¿otra?

Ellos anhelan una revolución popular para hacer frente a la revolución estatal, pero se resisten a ver que el único actor político que queda es el Estado y que éste, periódicamente, revuelve la sociedad para aumentar su Poder fragmentando aún más cualquier organización intermedia (familia, empresas...) 

El procedimiento que utiliza para lograrlo en regímenes de competencia electoral es el "juego del gallina" (gana el suicida, pierde el prudente) del que tanto me he ocupado en el blog.

La ley “trans”, la ley de “sólo sí es sí”, la ley de “bienestar animal”, ¿qué son sino una revolución desde arriba con el objeto de provocar una contienda civil de las “víctimas woke” contra el resto, que ni el mejor profesional de la insurrección pudo ni siquiera proyectar?

No obstante, a toda revolución le llega su Termidor, su fin, con independencia de lo que haga el pueblo.

Y a esta por la que transitamos le pasará exactamente igual.

Por tanto, el problema no es si terminará, sino cómo lo hará.


Analicemos las posibilidades de intervención popular en el desenlace de la rebelión del Estado.

Para ello, lo primero que debemos entender es que en las presentes circunstancias el único poder de un pueblo que asiste con asombro, pero con la palma de la mano extendida, al despliegue de una revuelta estatal es la reacción, la contrarrevolución.

Olvidémonos, pues, de cambio de régimen, de Cortes Constituyentes, de recuperar la libertad política…  

Ya comenté en el anterior artículo de la serie ("Glotonerías legislativas V") los motivos que convierten en una quimera el deseo de que el pueblo se alce, ni siquiera electoralmente, contra la mano que le da de comer. 

Sin embargo, los ciudadanos sí retienen capacidades que les pueden permitir, sin necesidad de inmolarse, neutralizar la "robolución" de la oligarquía: acelerarla para anticipar Termidor, para adelantar su colapso.

En un artículo de mayo de 2015 titulado “Los Futuros Irresistibles” ya describía la situación que hoy vivimos, en la que concurre como clave de bóveda “la aquiescencia de las víctimas” a “un régimen de opinión pública favorable a la antropofagia”.

En el mismo post identificaba el problema que podría hacer fracasar la insurrección del Estado: las prisas de los políticos por culminarlo. 

Es esta la causa por la que el PP de la Agenda 2030 solicita al PSOE una Gran Coalición no declarada con vistas a moderar el ritmo de la “estatalución” (efecto de la acción del Estado) porque determinados sectores de la oligarquía empiezan a entender que o se lentifica la demagogia o el plan descarrila.

Pues bien, si la revolución del Estado es inevitable y el único miedo de los políticos son los excesos que pueden terminar con la caída por el precipicio, la alternativa para el pueblo que quiere oponerse es sencilla: asistir al suicida.

A los ciudadanos sólo les queda reconocer al Estado soberano la libertad y el poder de suicidarse, pero también ostentan el derecho de facilitarle cuantos medios necesite para que su iniciativa tenga éxito despeñándose por el barranco de una vez por todas.

Es la manera menos mala de concluir la revolución con fines guerracivilistas que el Estado ha planteado al pueblo: que se cumplan los deseos estatales, esto es, que se consume su suicidio, que no tiene por qué ser el nuestro.

Mi propuesta no tiene nada de novedosa ya que fue esa estrategia la que impulsó el Gobierno Rajoy en 2017 para contrarrestar el “juego del gallina” de los independentistas catalanes, incentivando la fuga de las empresas de Cataluña para ayudar al suicidio del "pelotón chiflado" que dirigía la Generalitat.

En este artículo de octubre de aquel año lo expliqué.

Ahora, la forma de asistir al suicida la sirve en bandeja el propio Estado de Derecho con su legislación woke: unas derogaciones aceleradas serán suficientes para el triunfo de la reacción generadora. 

Pero eso quedará para siguientes entregas.


twitter: @elunicparaiso

2 comentarios:

  1. Apreciado autor

    Tras una temporada de sequia, nos vuelve desatado, y cual Orlando furioso, con unos articulos cada vez mas intrigantes y lamentablemente lucidos y logicos

    No le veia yo como un admirador de Wendi Brown ( el pueblo sin atributos ), pero admirando su discurso le tengo que poner dos objeciones y realizar una consulta

    Mi primera objecion es que no debemos menospreciar la filosofia woke, no es un mensaje politico, sino una religion revelada, laica y atea, pero credo religioso en sus fines y sus procedimientos. Una iglesia de catecumenos abducidos que reniegaran de la realidad, pero no de sus creencias, de Moises, o Moisesas, que quieren condu cir a la feligresia a la tierra prometida, happy flower y otras cosas

    No dude del potencial corrosivo de una creencia, el feminismo, que ha conseguido lo que los invasores de Tarik y Muza intentaron hace siglos. Una sociedad dual, de privilegios a los creyentes, y a los infiles ( dimmies ) hacer pagar todas las facturas- ¿ o es que tenemos que recordar la sentencia del tribunal supremo de Aragon en la cual una pareja que se " curraron " entre si, a uno se le aplico la ley de violencia de genero ( 6 meses ) y a la otra parte el codigo penal ( 3 meses )?. ¿ Mismo hechos, dos legislaciones, y dos tipos de penas?

    No estamos en un acto soliopolitico. Es el advenimiento de una nueva Fe

    Mi segunda objecion es sobre el inocente pueblo. No hay inocencia. Con voz temblorosa por su edad, el profesor Escohotado, nos recordaba que cada uno de nosotros, con nuestro movil y consultando internet teniamos mas acceso al saber que el mejor y mas docto bibliotecario de tiempos antiguos

    No hay inocencia ante la pertinaz negacion al saber, y a ver la realidad como ocurre, y no como nos lo cuenta la TV

    No fueron inocentes quienes votaron a Adolf
    Los que fueron a votar en urnas preñadas el 3-O sabian lo que querian: Independensia
    Los y las que fueron a la manifa, esa de antes del oficial covid, tampoco pueden considerarse del todo inocentes. Tomas Pueyo ya habia advertido en su articulo que habia que cerrar antes de que se conociera la pandemia en modo local. Y que no haya habido ni responsabilidad politica, ni siquera quejas ante lo que fue un silencio informativo de 4 dias demuestra que queremos como buenos astados seguir el engaño del mejor torero

    Y mi consulta: Cada vez, y se llega hasta decir en las casas, en familia, hay mas gentes que se quejan de pagar y sostener el show y el circo. Y mas aun, los de la " privada" son los que critican " a los publicos" de que antes de pedir, hay que rascarse el bolsillo, y solo hablar si se puede pagar. ¿ tendra algun dia este cabreo social, no generalizado consecuencias ? Ya sabemos que aun hay muchos que ven esta sociedad como mejor que las de otros paises no socialdemocratas, en esos en que se pagan pocos impuestos, pero paga tu al medico cada vez que te pasa algo. ¿ se acabara la sopa boba del euro algun dia?

    Y finalmente, me tiene en ascuas ante su proximo episodio
    Saludos
    Jose

    ResponderEliminar
  2. Hola.
    Disculpe mi tardanza en contestar.
    Sus comentarios son un artículo en sí mismos.

    Respecto a que la ideología woke es una religión, yo creo que es un negocio. Se secará éste y habrá otro.

    En cuanto a la inocencia del pueblo, no creo que lo sea. Simplemente, se encuentra en una situación material donde depende del Estado. Es perfectamente consciente de ello. Pero considera que no puede hacer nada. Se siente impotente. Y cómodo.

    Por último, sí veo posibilidad de que el cabreo social tenga consecuencias. Pero no en forma de revolución. Quizás sí en forma de "aceleración".

    Fuerte abrazo y gracias por sus comentarios.

    ResponderEliminar