Algunos lectores me preguntan si el problema catalán es un ejemplo de uno de
los supuestos de la teoría de la acción colectiva: el "juego del
gallina", hasta hace bien poco el pariente pobre de la familia
("nadie ha utilizado el "juego del gallina" para analizar una
situación política" -me dijo hace años el profesor Miguel Anxo Bastos-,
gran conocedor de la teoría de juegos).
Pues bien, es evidente que sí.
Y para justificar mi afirmación es
inevitable que cite alguno de los artículos de este blog, dedicado al análisis
de las que considero las dos claves con las que interpretar la política
contemporánea: el
Estado Caníbal y el "juego del gallina". *
En
un artículo de abril de 2012 caracterice la política de las entidades
regionales en su trato con el Gobierno central como una partida ininterrumpida
del diabólico juego.
En pocas palabras, se trata
una carrera entre dos vehículos donde la meta es un acantilado, en la que el
ganador es quien se detiene más tarde y el perdedor el que primero se retire.
En el "juego del
gallina" los actores parten de la premisa de que no tienen miedo al
abismo. Es más, prefieren morir cayendo al barranco antes que ser derrotados,
pues se considera más honroso perder la vida en la defensa de los objetivos que
salvarla a costa de traicionarlos.
El que decide participar en
este juego siempre gana: lo hace cuando logra lo que pretendía; pero también
gana cuando pierde, pues cree morir como un héroe.
En el referido post de 2012
pronosticaba lo inevitable, esto es, que llegaría un momento en que una
Comunidad Autónoma plantearía la independencia sí o sí (secesión o muerte).
El actual órdago "indepe" es la partida definitiva del "juego del gallina" que vienen practicando los nacionalistas periféricos desde hace décadas.
Ahora bien, hace cinco años
expuse que el Gobierno sólo tendría la opción de impedir el juego o permitir su
continuación, con el riesgo en éste último caso de que todo acabe en el despeñadero.
Sin embargo, he de decir que
el Gobierno de Rajoy ha dado una vuelta de tuerca inesperada al juego y ha
encontrado una fórmula inédita para contrarrestarle: el suicidio asistido.
El Gobierno asiste al suicida
Por extraño que nos parezca, la muerte se ha convertido en un bien a proteger.
Véase la eutanasia y el suicidio asistido.
La secesión de un país no
deja de ser un ejemplo de "buena muerte" para los defensores del
hasta ahora desconocido "derecho a decidir" cualquier cosa. En el
caso que nos ocupa, la muerte de una nación.
No obstante, la eutanasia y el suicidio asistido suponen dos relaciones jurídicas con posiciones subjetivas radicalmente distintas.
Dejemos la eutanasia para otro día, y centrémonos en analizar si puede aplicarse el concepto jurídico de suicidio asistido para interpretar la forma en que el Gobierno está tratando la sedición planteada mediante el "juego del gallina".
En el suicidio asistido es el propio sujeto que busca la muerte quien se la provoca a sí mismo, pero con la ayuda de otro que le proporciona los medios que necesita.
No obstante, la eutanasia y el suicidio asistido suponen dos relaciones jurídicas con posiciones subjetivas radicalmente distintas.
Dejemos la eutanasia para otro día, y centrémonos en analizar si puede aplicarse el concepto jurídico de suicidio asistido para interpretar la forma en que el Gobierno está tratando la sedición planteada mediante el "juego del gallina".
En el suicidio asistido es el propio sujeto que busca la muerte quien se la provoca a sí mismo, pero con la ayuda de otro que le proporciona los medios que necesita.
Bajo esta hipótesis no existen "derechos" de uno y "deberes" de un tercero, sino "privilegio" o "libertad" de morir de uno (secesión) y "no derecho"
de impedirlo por parte de nadie (ni siquiera el Estado).
Este supuesto es obvio que
no puede estar previsto en la Carta Magna, pues un texto jurídico no puede regular un
"no derecho" ni tampoco la libertad de hacer lo que no está prohibido
(suicidarse, morir).
Desde hace cuarenta años determinados grupos dirigentes de algunas regiones del país se consideraron con el privilegio de separarse
como posibilidad política.
Esta libertad o privilegio
siempre fue considerada por los distintos Gobiernos de turno, no un derecho político sino un "deseo" de suicidarse.
Se pensó que no tenían
"derecho" a separarse pero sí "libertad" de
suicidarse.
Esta es la clave que explica
lo ocurrido hasta ahora y la táctica del Gobierno Rajoy para tratar el problema en el
momento en que escribo.
Cuando los
"indepes" plantean su "derecho a decidir" mediante el
"juego del gallina" ("o me lo das o me mato") no lo hacen exigiendo un derecho "político" que saben que no tienen (asumen que el referéndum fue
ilegal), sino como la reivindicación de un supuesto derecho "moral".
Lo novedoso de la circunstancia es que el Gobierno cuadra el círculo: reconoce a los
"indepes" la libertad de suicidarse y les proporciona los medios para
que su iniciativa tenga éxito despeñándose de una vez por todas. Es el suicidio
asistido.
De esta manera logra evitar
el conflicto por el sencillo procedimiento de hacer que se cumplan sus deseos,
esto es, morir.
Sólo desde este punto de
vista cabe interpretar todos los movimientos del Gobierno desde que la
Comunidad Autónoma de Cataluña decidió suicidarse: intervención del presupuesto autonómico y embargo de cuentas, facilitar la salida de Cataluña de toda la estructura
empresarial, "muerte civil" mediante inhabilitación y multas para los dirigentes y funcionarios "indepes", aislamiento internacional,
imposibilidad de financiar deuda.
En suma, el Gobierno no ha
impedido al coche suicida que lleva "jugando al gallina" desde hace
décadas que siga haciéndolo. No ha considerado útil aplicar hasta ahora los artículos de
legítima defensa (155 y 116) que le otorga la Constitución para neutralizar el "juego del gallina", sino que ha puesto todos los
medios para que el suicidio se consume.
Y lo hace reservándose todos las herramientas para proteger a los que no se quieren suicidar, por ejemplo, trasladando a Cataluña a Policía Nacional y Guardia Civil, facilitando una "pasarela" para que los "mossos" que quieran puedan incorporarse a aquéllos cuerpos, garantizando las nóminas de los funcionarios leales y la financiación de los servicios públicos.
Ignoro si Rajoy y su Gobierno son conscientes de lo que hacen, pero el tratamiento del problema de la sedición vía "juego del gallina" como un supuesto de suicidio asistido, supone un evidente hito teórico y práctico que coloca el temible juego en un marco de resolución completamente insospechado.
* Juego del gallina: Comprenderán al instante a lo que me refiero si recuerdan a James Dean en “Rebelde sin causa” celebrar con otro joven una carrera de coches en dirección al vacío de un acantilado. El motivo de la disputa era acreditar quién era el más valiente, y el ganador resultaba ser quien frenaba más tarde, el último que se arrojaba del coche justo al límite del precipicio. El que tomaba antes la prudente decisión de parar era el perdedor, "el gallina”..., salvo que el vencedor se despeñase al abismo.
CODA NEGOCIADORA:
Aunque los dialogantes merecen artículo aparte, sólo un breve recuerdo para ellos.
Negociar con el suicida significa continuar participando en nuevas partidas del "juego del gallina".
Conviene recordar que éste sencillo juego es el que nos ha llevado hasta aquí.
Por tanto, el diálogo con el rebelde ya no sería "suicidio asistido" sino suicido compartido, suicidio al cuadrado, multisuicidio.
twitter: @elunicparaiso
Y lo hace reservándose todos las herramientas para proteger a los que no se quieren suicidar, por ejemplo, trasladando a Cataluña a Policía Nacional y Guardia Civil, facilitando una "pasarela" para que los "mossos" que quieran puedan incorporarse a aquéllos cuerpos, garantizando las nóminas de los funcionarios leales y la financiación de los servicios públicos.
Ignoro si Rajoy y su Gobierno son conscientes de lo que hacen, pero el tratamiento del problema de la sedición vía "juego del gallina" como un supuesto de suicidio asistido, supone un evidente hito teórico y práctico que coloca el temible juego en un marco de resolución completamente insospechado.
* Juego del gallina: Comprenderán al instante a lo que me refiero si recuerdan a James Dean en “Rebelde sin causa” celebrar con otro joven una carrera de coches en dirección al vacío de un acantilado. El motivo de la disputa era acreditar quién era el más valiente, y el ganador resultaba ser quien frenaba más tarde, el último que se arrojaba del coche justo al límite del precipicio. El que tomaba antes la prudente decisión de parar era el perdedor, "el gallina”..., salvo que el vencedor se despeñase al abismo.
CODA NEGOCIADORA:
Aunque los dialogantes merecen artículo aparte, sólo un breve recuerdo para ellos.
Negociar con el suicida significa continuar participando en nuevas partidas del "juego del gallina".
Conviene recordar que éste sencillo juego es el que nos ha llevado hasta aquí.
Por tanto, el diálogo con el rebelde ya no sería "suicidio asistido" sino suicido compartido, suicidio al cuadrado, multisuicidio.
twitter: @elunicparaiso
Pues te invito a mi artículo en el blog del suscriptor de El Español. España roja y gualda o ¡no!, creo que vamos en la misma línea. Un saludo @MariaLuzSimon
ResponderEliminarEncantado Dª Luz.
ResponderEliminarUn cordial saludo y gracias por participar en el blog.
Brillante, Jorge, brillante. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias maestro.
ResponderEliminarHonrado de contar con su participación.
Brilante! Estoy de acuerdo con lo que dice Jerónimo :-) Bravo!
ResponderEliminarGracias Carlo.
ResponderEliminarUn orgullo sus comentarios.
Como ya dije antes de que votaran los sediciosos: han perdido.
Fuerte abrazo y hasta pronto.
Y tras la declaracion DUI que se hace?
ResponderEliminarPorque enviar una citacion judicial via mossos lo veo dificil
Saludos
Perdone el retraso en contestarle, querido amigo.
ResponderEliminarCreo que la estrategia tiene que ser la misma: asistir al suicida.
Si dice que sí proclamó la DUI, el Consejo de Ministros acordará recurrir al TC para que la anule, y previa anulación, el TC dará orden a todos los organismos de la Generalitat para que no realicen ningún acto al amparo de la referida DUI. Si algún funcionario no cumple será inhabilitado y multado.
En caso de que Puigdemont conteste que no ha realizado la DUI, la CUP y afines le liquidarán.
Fuerte abrazo y gracias por su intervención en el blog.
A ver si hay suerte y la CUO, ERC et alias se apoderan de la Generalidad. Tendría que acabarse el Estado de las Autonomías, que, como experimento, ha durado ya más de lo debido.
ResponderEliminarComplicado lo de poner fin al Estado de las Autonomías, amigo Hobbes, complicado.
EliminarSeguimos atentos al aparato.
Gracias por su comentario.
Seguimos igual, con la margarita sin deshojar, si, no, no ,si
ResponderEliminarY ante esta pasividad, o al menos aparente pasividad, la vida sigue.
Unos piensasn que ya son republica y otros que no
Pero realmente, quien gobierna ? a quien obedecen los funcionarios ? quien paga sus nominas y proveedores ?. Esa es la cuestion
Saludos cordiales
Jose
Esa es la cuestión.
EliminarNo es tan fácil pasar de la irregularidad (incumplir la ley) al orden (cumplir las propias leyes, hacer que las cosas funcionen y las nóminas se paguen...).
Veremos.
Pero ha planteado el auténtico quid de la cuestión.
El próximo artículo irá por ahí.
Un abrazo y muchas gracias por su comentario.
Maestro, este artículo confirma tu explicación de la situación y el "juego del gallina". Un abrazo
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/opinion/2017/10/15/59e2345fe5fdea80368b466f.html?cid=MOTB27001
Gracias querido amigo.
ResponderEliminarAcabo de ver el comentario del señor Dragó.
Ratifica nuestra hipótesis.
Un fuerte abrazo.
Y siento contestar tan tarde.
Espero siga colaborando en el blog.