sábado, 6 de diciembre de 2014

Mariano Rajoy, "el Apaciguador"


            El día 12 de Noviembre el presidente de Gobierno compareció en rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa para dar su opinión sobre la "performance" independentista de Mas, Harpo Mas, el 9-N en Cataluña.
           
            Cuando se le preguntó si el Gobierno no había hecho dejación de funciones al no impedir la celebración del acto, el presidente dijo que no, que actuó de manera "proporcionada", añadiendo que "hice lo que tenía que hacer", es decir, recurrir al Tribunal Constitucional, que declaró ilegal la consulta.

            Al escucharle tuve la certeza de que Rajoy pasará a la historia como el Chamberlain español del s. XXI. El Apaciguador.  

            Si al recuerdo de Neville Chamberlain siempre le acompaña la frase "la paz para nuestros tiempos", pronunciada en 1938 a su llegada a Londres después de hablar con Hitler en la Conferencia de Múnich, Rajoy pasará a la historia por su lacónico comentario "hice lo que tenía que hacer" para justificar su inacción el día en que tuvo lugar el auto de fe separatista.

            Si la respuesta de Churchill al Primer Ministro británico, miembro del Partido Conservador igual que Chamberlain, fue "tuvo usted para elegir entre la humillación y la guerra, eligió la humillación y nos llevará a la guerra", a Rajoy nadie del Partido Popular le ha contestado con algo parecido a esto: "tuvo usted para elegir entre ejercer de presidente del Gobierno o recurrir al Tribunal Constitucional, eligió el Tribunal Constitucional y desde ahora mismo le invito a que deje de ser presidente".   

            Debo aclarar que el ejercicio del Poder Ejecutivo no es incompatible con la solicitud de intervención del Tribunal Constitucional, pero aquél no se agota recurriendo a éste, que precisamente es lo que ha ocurrido en el caso que nos ocupa.

            Rajoy ha demostrado no conocer, o no querer conocer, que existen dos medios de hacer cumplir las leyes: el modo "administrativo" y el modo "judicial", utilizando la terminología del sabio Tocqueville.
            El modo administrativo se dirige siempre a la causa, el otro al efecto. El uno es directo, el otro es indirecto.

            Un caso práctico.
          Imaginemos que un pueblo de cualquier país decide y anuncia que un día concreto va a realizar un acto que el Gobierno de ese país considera ilegal.
            El Gobierno decide impugnar la decisión del pueblo en los tribunales, que la declaran ilegal en el ejercicio de sus competencias, pero el alcalde del pueblo insiste que se va a celebrar.  
         En ese supuesto la función del Gobierno, el motivo de su existencia, es impedir que la ilegalidad se produzca en la fecha que se ha anunciado que se va a realizar, ordenando los medios de que dispone el Poder Ejecutivo a tal efecto.
            Y además, sólo además, llevar al alcalde a los tribunales por el acto ilegal que pretendía consumar o que consumó.   

            Si el Gobierno del país de nuestro caso práctico no impide el acto ilegal anunciado con día y hora infringe su principal obligación, esto es, que se cumpla la ley.
            Por tanto debemos volver al principio, a las dos formas de hacer cumplir las leyes.
            Según el modo administrativo, el Gobierno tendría que ser destituido de forma inmediata a iniciativa de los ciudadanos del país o de otros órganos institucionales.
            De conformidad con el modo judicial, todos sus miembros serían puestos a disposición de los tribunales civiles y, si es el caso, criminales.

            No obstante, cualquier parecido del caso práctico con la realidad de la situación política española es pura coincidencia, que diría el "ciencia-ficcionista", que es así como se llama ahora a quien aplica el sentido común y el pensamiento clásico a las circunstancias de la vida social.  

          Por eso "el Apaciguador" no debe temer por sus sinecuras..., o sí.


          Anécdota de la efemérides constitucionalista.
         Parece ser que Dº Mariano Rajoy le ha dicho que nones al señor Pedro Sánchez, Secretario General del Partido Harpobrerista Español, en lo que respecta a su demanda de modificar la Constitución.
          Le alabo el gusto a "el Apaciguador". Dado que no la va a cumplir ni hacer cumplir, qué más le da una Carta que otra. "Con la que hay me apaño" -habrá pensado-.


twitter:  @elunicparaiso


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