El día en que Pedro Sánchez fue
investido Presidente publiqué
un artículo donde intenté demostrar que es un gobernante ilegítimo mientras no
convoque un plebiscito sobre el Gobierno de Coalición que antes de las
elecciones aseguró que intranquilizaría al 95% de los españoles.
Vuelvo sobre el asunto no tanto
por la polémica generada sino para aclarar lo que significa un plebiscito, pues
he encontrado en los que se reclaman liberales una resistencia que creo se basa
en un prejuicio.
Esencialmente se ataca al
plebiscito porque es considerado un instrumento del populismo, es decir, una
exaltación del idealismo y las emociones frente a la defensa de los intereses racionales
que debe ser la guía de la política representativa del Parlamento.
Pero cabría recordar que la
Constitución Española, por ejemplo, se aprobó mediante un plebiscito. Por
tanto, ¿la Carta Magna no debió someterse a la aprobación del pueblo?
Rechazar de raíz los referendos
supone eliminar la posibilidad de que los ciudadanos en su totalidad puedan
decidir sobre una cuestión de especial trascendencia. ¿Todo debe ser resuelto
por el Parlamento, entonces?
Si fuese así, una eventual
reforma constitucional podría ser pactada por los partidos y el pueblo no
tendría derecho a ser consultado.
Sin embargo, el plebiscito está
regulado en el artículo 92 de la Constitución.
Por tanto, es tan constitucional como
el resto de títulos y capítulos que componen su articulado, y su regulación es
la prueba de que el legislador previó su oportunidad.
Si ha quedado acreditado con el
mero hecho de la aprobación de la Constitución en plebiscito que éste tiene una
clara función democrática que no tiene que ser confundida necesariamente con el
populismo considerado en su acepción despectiva, cabe añadir que el
procedimiento para su celebración no es fácil.
Debe ser convocado por el Rey, a
petición del Presidente de Gobierno y con la autorización del Congreso, aunque
ello no ha sido óbice para que se hayan convocado "de facto"
plebiscitos en varias ocasiones.
Véanse las elecciones al
Parlamento de Cataluña el 21 de diciembre de 2017.
Aclaremos que técnicamente las
elecciones no tienen nada que ver con un plebiscito, pues éste consiste
simplemente en responder sí o no a una pregunta, mientras que en las elecciones
concurre un abanico amplio de partidos con distintas ofertas programáticas.
En el plebiscito se decide (sí o
no) mientras en las elecciones se elige (éste, ése, aquél).
Ahora bien, los políticos que no
pueden convocar plebiscitos porque carecen de la competencia legal, lo que
hacen es convertir las elecciones en plebiscitos.
Así, las últimas elecciones al
Parlament donde lo que se elegía eran diputados, se celebraron explícitamente con la finalidad de que su
resultado se interpretase como un plebiscito (sí o no a la independencia de
Cataluña).
Por tanto, los referendos se
convocan "de facto" sin rubor y los ciudadanos votan en elecciones
como si fueran plebiscitos.
Con estos datos llegamos al
asunto que nos ocupa: Pedro Sánchez y las elecciones generales o legislativas
del 10 de noviembre que nos han traído de matute un Gobierno de Coalición frentepopulista.
A resulta de éstas he de advertir
a los enemigos de los referendos que han pasado por nuestras narices dos
plebiscitos, dos.
Uno fueron las consultas que se
hicieron a las denominadas "bases" de los partidos ERC,
PSOE, Bildu, Unidas Podemos... después de las elecciones, con la finalidad de que convalidasen el Gobierno de Coalición o la abstención a la investidura de Pedro Sánchez.
Aunque ya lo desarrollé en el
anterior artículo, baste recordar que los afiliados de los partidos con derecho
a voto debieron decidir si ratificaban los pactos de sus dirigentes, por lo que
los plebiscitos se convirtieron en condición "sine qua non" para
celebrar el Gobierno de Coalición.
Pero el primer y principal plebiscito
ocurrió, sin saberlo hasta que el Presidente del Gobierno nos lo descubrió en
su discurso de investidura, el mismo día en que se celebraron las elecciones
legislativas del 10 de noviembre. Es decir, por arte de birlibirloque, las
últimas elecciones fueron, Sánchez dixit, un plebiscito a una "coalición
progresista" (sic).
¿No quieres plebiscitos?
¡Pues toma varias tazas!
Una antes de las elecciones ("como dijimos antes de las elecciones del 10 de noviembre, en un plazo de 48 horas alcanzamos un preacuerdo para constituir una coalición progresista con Unidas Podemos a quienes agradezco su apoyo") y varias tazas más de plebiscito el mismo día de las elecciones ("nos abrimos en julio a un Gobierno de Coalición con Unidas Podemos, y esa negociación no fructificó. Pero sirve de poco señalar las culpas. Es más útil volver a intentarlo sobre nuevas bases (...) Y ESO HICIMOS PORQUE ESO ES LO QUE NOS PIDIERON LOS ESPAÑOLES Y LAS ESPAÑOLAS EL PASADO 10 DE NOVIEMBRE (?) Eso hicimos. Y acordamos lo que no había sido posible meses antes: unir nuestras fuerzas en una coalición progresista que funcionará como un Gobienro unido (...)". "Los españoles han votado Gobierno, no han votado bloqueo, no han votado parálisis"). Ver desde el minuto 8:32 al 10:13 de su discurso de investidura.
Ahora bien, el hecho de que el pueblo se entere por su Presidente DESPUÉS de haber votado en unas elecciones legislativas que no, ¡que lo que ha votado ha sido un plebiscito!, ¡una coalición progresista con Unidas Podemos apoyada por los independentistas de toda condición! supone un fraude monumental a todos los ciudadanos.
El engaño de Sánchez no tiene parangón en la reciente historia del país.
Recordemos que los dirigentes independentistas catalanes han venido manifestando de forma pública desde 2012 que las elecciones autonómicas catalanas eran plebiscitos. Es decir, los catalanes sabían antes de votar cómo iban a ser interpretados los resultados de las elecciones: sí o no a la independencia.
Sánchez, por contra, es el primer político que ¡después de que el pueblo ha votado! declara que unas elecciones legislativas para la elección de representantes, en realidad han sido un plebiscito sobre sí o no a un Frente Popular.
Con un añadido esencial. El Presidente que hizo campaña por el "no" a la "coalición progresista" porque él y el 95% de los españoles (lo que incluye a sus votantes) no dormiría por las noches si se diera ese supuesto, una vez celebradas las elecciones considera que el pueblo ha dicho "sí" al Frente Popular y constituye un Gobierno de Coalición no sólo con los comunistas sino también con los separatistas.
Lo ocurrido es un auténtico trile porque resulta difícil o casi imposible descubrir la estafa al concurrir dos trampas sucesivas: unas elecciones (elección de representantes) transformadas a posteriori en plebiscito (decidir sí o no a una pregunta concreta) y considerar que el resultado del plebiscito fue la victoria del Gobierno de Coalición que el actual Presidente afirmó antes de las elecciones que provocaría el insomnio de la práctica totalidad de los españoles.
El tahúr es tan fantástico que el pueblo anda buscando todavía dónde ésta la bolita y va yendo de un lado para otro, sonado, entre manifestaciones y concentraciones, preguntándose qué ha pasado y qué puede hacer.
Lo ocurrido no es comparable ni con los sucesos del año 1931.
Si en las elecciones municipales del 12 de abril de aquél año el pueblo se acostó monárquico y se levantó republicano, en las elecciones legislativas del 10 de noviembre de 2019 el pueblo fue a votar con la garantía de que la mayoría absoluta de los representantes que teóricamente iba a elegir no formarían un Gobierno que dejase intranquilo al 95% de la población, y se levantó descubriendo que en realidad había participado en un plebiscito en el que ganó el sí a un Frente Popular apoyado por los independentistas, esto es, que había elegido el Gobierno que no dejaría dormir ni siquiera a los propios votantes socialistas, según constató antes de las elecciones el ya Presidente de Gobierno.
Y digo que lo ocurrido no puede compararse con los sucesos del 31 porque en éstos los resultados mostraron una clara división por mitades entre las ciudades y las zonas rurales. Sin embargo, en las elecciones del 10 de noviembre el hoy Presidente reconoció urbi et orbi que la práctica totalidad de los españoles no estarían conformes con un Gobierno como el que él ha perpetrado. A pesar de ello, en menos de 48 horas desde la celebración de las elecciones informó a la ciudadanía del pacto con Unidas Podemos, sin dar la oportunidad a otras posibles fórmulas de Gobierno que permitiesen al pueblo dormir, por ejemplo, un acuerdo de legislatura entre PP y PSOE para apartar a los populares de VOX, que parece ser una preocupación de Sánchez, según expresó en su discurso de investidura.
Pero la mentira no resulta inocua en política. Ni mucho menos.
¡Pues toma varias tazas!
Una antes de las elecciones ("como dijimos antes de las elecciones del 10 de noviembre, en un plazo de 48 horas alcanzamos un preacuerdo para constituir una coalición progresista con Unidas Podemos a quienes agradezco su apoyo") y varias tazas más de plebiscito el mismo día de las elecciones ("nos abrimos en julio a un Gobierno de Coalición con Unidas Podemos, y esa negociación no fructificó. Pero sirve de poco señalar las culpas. Es más útil volver a intentarlo sobre nuevas bases (...) Y ESO HICIMOS PORQUE ESO ES LO QUE NOS PIDIERON LOS ESPAÑOLES Y LAS ESPAÑOLAS EL PASADO 10 DE NOVIEMBRE (?) Eso hicimos. Y acordamos lo que no había sido posible meses antes: unir nuestras fuerzas en una coalición progresista que funcionará como un Gobienro unido (...)". "Los españoles han votado Gobierno, no han votado bloqueo, no han votado parálisis"). Ver desde el minuto 8:32 al 10:13 de su discurso de investidura.
Ahora bien, el hecho de que el pueblo se entere por su Presidente DESPUÉS de haber votado en unas elecciones legislativas que no, ¡que lo que ha votado ha sido un plebiscito!, ¡una coalición progresista con Unidas Podemos apoyada por los independentistas de toda condición! supone un fraude monumental a todos los ciudadanos.
El engaño de Sánchez no tiene parangón en la reciente historia del país.
Recordemos que los dirigentes independentistas catalanes han venido manifestando de forma pública desde 2012 que las elecciones autonómicas catalanas eran plebiscitos. Es decir, los catalanes sabían antes de votar cómo iban a ser interpretados los resultados de las elecciones: sí o no a la independencia.
Sánchez, por contra, es el primer político que ¡después de que el pueblo ha votado! declara que unas elecciones legislativas para la elección de representantes, en realidad han sido un plebiscito sobre sí o no a un Frente Popular.
Con un añadido esencial. El Presidente que hizo campaña por el "no" a la "coalición progresista" porque él y el 95% de los españoles (lo que incluye a sus votantes) no dormiría por las noches si se diera ese supuesto, una vez celebradas las elecciones considera que el pueblo ha dicho "sí" al Frente Popular y constituye un Gobierno de Coalición no sólo con los comunistas sino también con los separatistas.
Lo ocurrido es un auténtico trile porque resulta difícil o casi imposible descubrir la estafa al concurrir dos trampas sucesivas: unas elecciones (elección de representantes) transformadas a posteriori en plebiscito (decidir sí o no a una pregunta concreta) y considerar que el resultado del plebiscito fue la victoria del Gobierno de Coalición que el actual Presidente afirmó antes de las elecciones que provocaría el insomnio de la práctica totalidad de los españoles.
El tahúr es tan fantástico que el pueblo anda buscando todavía dónde ésta la bolita y va yendo de un lado para otro, sonado, entre manifestaciones y concentraciones, preguntándose qué ha pasado y qué puede hacer.
Lo ocurrido no es comparable ni con los sucesos del año 1931.
Si en las elecciones municipales del 12 de abril de aquél año el pueblo se acostó monárquico y se levantó republicano, en las elecciones legislativas del 10 de noviembre de 2019 el pueblo fue a votar con la garantía de que la mayoría absoluta de los representantes que teóricamente iba a elegir no formarían un Gobierno que dejase intranquilo al 95% de la población, y se levantó descubriendo que en realidad había participado en un plebiscito en el que ganó el sí a un Frente Popular apoyado por los independentistas, esto es, que había elegido el Gobierno que no dejaría dormir ni siquiera a los propios votantes socialistas, según constató antes de las elecciones el ya Presidente de Gobierno.
Y digo que lo ocurrido no puede compararse con los sucesos del 31 porque en éstos los resultados mostraron una clara división por mitades entre las ciudades y las zonas rurales. Sin embargo, en las elecciones del 10 de noviembre el hoy Presidente reconoció urbi et orbi que la práctica totalidad de los españoles no estarían conformes con un Gobierno como el que él ha perpetrado. A pesar de ello, en menos de 48 horas desde la celebración de las elecciones informó a la ciudadanía del pacto con Unidas Podemos, sin dar la oportunidad a otras posibles fórmulas de Gobierno que permitiesen al pueblo dormir, por ejemplo, un acuerdo de legislatura entre PP y PSOE para apartar a los populares de VOX, que parece ser una preocupación de Sánchez, según expresó en su discurso de investidura.
Pero la mentira no resulta inocua en política. Ni mucho menos.
Si después del 31 España convulsionó
durante años hasta terminar en una guerra civil, las mentiras de Sánchez
tendrán consecuencias políticas inmediatas en cuanto el pueblo, en el que se
encuentran sus simpatizantes, tome conciencia del fraude histórico.
Por ello, si fuera consejero áulico de
Sánchez le recomendaría que convocase un plebiscito sobre el Gobierno del
Frente Popular para curarse en salud en cuanto empiece la movilización cívica
al respecto, pues el engaño masivo al
pueblo sólo puede ser salvado (lo siento por mis amigos liberales y sus
prejuicios) si el pueblo perdona al mentiroso en un plebiscito "ad
hoc" en el que venza y demuestre su legitimidad.
Los sistemas políticos deben su
fortaleza o solidez a esos "genios invisibles de la ciudad"
(Guglielmo Ferrero) llamados legitimidad, que no es otra cosa que el
consentimiento socialmente reconocido.
A día de la fecha, y por mucho que insista su Presidente, el Gobierno de "coalición progresista" no puede presumir de tener ese "consentimiento socialmente reconocido", por la simple razón de que el pueblo vio traicionada la confianza que le prestó al candidato Sánchez en cuanto éste, para ser Presidente, hizo lo que se negó a hacer en verano y confirmó en la campaña electoral del 10-N que no haría: un Frente Popular.
Por tanto, no puede quejarse de que unos y otros le recuerden su falta de legitimidad hasta que obtenga el refrendo a su Gobierno en un plebiscito.
Por tanto, no puede quejarse de que unos y otros le recuerden su falta de legitimidad hasta que obtenga el refrendo a su Gobierno en un plebiscito.
Coda para bienintencionados:
Una de las consecuencias de la conversión a posteriori por obra de
Sánchez de las elecciones legislativas del 10 de noviembre en plebiscito sobre
el Gobierno de Coalición progresista, es haber derogado "de facto" el más poderoso instrumento parlamentario para el control del Gobierno, esto es, la moción de
censura.
Si según él ha sido elegido por el pueblo en plebiscito, ¿quién es el Congreso
para deponer al Presidente?
Llegado el caso de una moción de
censura, no dudo que éste será su argumento y el de Unidas Podemos para
lanzarse a la calle y declarar ilegítimo el Parlamento con objeto de forzar un
plebiscito a favor del Gobierno del Frente Popular.
Por paradójico que resulte, a los defensores de la Constitución de 1978,
que ha sido declarada disuelta y liquidada por Sánchez y los partidos que le
apoyan, sólo les queda un baluarte: la movilización por la convocatoria de un
plebiscito sobre el Gobierno de Coalición y ganarlo.
El pueblo debe entenderlo y elegir. Mis compatriotas liberales y
bienintencionados de todo color político, también.
twitter: @elunicparaiso
Buenos dias
ResponderEliminarIntente Ud decirlo mas alto, pero no le oiran
Tenemos un regimen, no solo un gobierno.
Un regimen apoyado en el poder, y solo en el poder. ¿ tienes diputados? ¿ El partido de esos diputados tiene gobierno regional? ¿ el gobierno regional, caso Andalucia tiene potestad de gobierno?
Y peores cosas se me ocurren
Saludos
Jose
Asunto difícil de veras.
EliminarNadie dijo lo contrario.
No confío en los partidos del régimen.
Sí en que el pueblo encuentre algún dirigente, alguna organización que le sepa interpretar.Y mutuamente se apoyen para superar la situación excepcional que devuelva la estabilidad.
Veremos. Fuerte abrazo.
Entiendo tu posición, Jorge
ResponderEliminarEsta es mi posición:
Si un gobierno es parlamentario, no hay necesidad de plebiscitos confirmatorios o derogados,
Si no es así, sí. Es obvio que en la fase del poder constituyente, ex ante, un referéndum constitucional puede tener un valor fundamental (para fundar ...). Pero en el Parlamento, especialmente cuando la constitución no prevé el “mandato imperativo”, un miembro puede cambiar de opinión ... es un derecho a la libertad política: individual. Por otro lado, el plebiscitarismo se refiere a una visión colectivista. La elección es nuestra.
Elección personal que es sociológica y no constitucional ... La elite política - que tiene la tarea de decidir - debería saber estos hechos. Y debería evitar la oposición peligrosa entre la sociología y la constitución ... Se llama “liberalismo archico” ...
Un abrazo,
Carlo Gambescia
P.S. Pido disculpas por mi mediocre uso del español.
Gracias Carlo. Todo un tratado sobre representación política.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo que el plebiscito es colectivista porque se pronuncian dos colectivos: sí o no.
¿Pero puede evitar el fraude el Parlamento cuando el Parlamento es el colaborador necesario del fraude?
Sólo nos queda el pueblo.
¿Puede evitar el fraude el pueblo cuando ya no puede contar con el Parlamento?
¿Cómo evita el pueblo el fraude que una facción política comete al convertir lo que son unas elecciones generales (constitución) en un plebiscito (sociológico) que el pueblo no ha votado?
Carlo, creo que los sistemas totalitarios que nos acechan nos obligan a volver a pensar en los plebiscitos como instrumento de defensa representativo.
Parece una paradoja, pero creo que no lo es porque no hay representación parlamentaria y sólo queda la plebiscitaria.
¿Hay alguna otra opción?
Tiempos nuevos que quizás exijan nuevos pensamientos.
Tu español es fantástico. Se entiende a la perfección.
Y gracias por entender mi posición. Fuerte abrazo.
Buenos dias
ResponderEliminarQue validez juridica puede tener una negociacion politica con un diputado, presidente de cierto rango, si ha quedado inhabilitado?
Alguien mas puede quedar cuestionado?
Buenas preguntas
Saludos
Jose